CUENTOS PENSANTES
FRANCISCO
SANCHEZ PELAEZ
INDICE
ESPEJO
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PAG
3
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PODER
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“ 5
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CONSUMO
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“ 9
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CRISTIAN
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“ 11
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PREOCUPACIÓN
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“ 15
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AZAR
|
“ 18
|
SI
ENTRAS HORMIGA, SALES OSO
|
“ 20
|
NUEVO
TRABAJO
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“ 23
|
COLLAR
DE TURQUESAS
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“ 32
|
RECLAMACIÓN
|
“ 34
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HOSPITAL
|
“ 36
|
FIN
DE SEMANA
|
“ 37
|
RUPTURA
|
“ 41
|
UN
DÍA
|
“ 44
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CONCIENCIA
GRUPAL
|
“ 45
|
VACACIONES
|
“ 47
|
EL
ENCUENTRO DE MIGUEL
|
“ 50
|
LA
TEORIA DE LOS PLANOS
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“ 52
|
DUDAS
|
“ 54
|
RELACIONES
HUMANAS
|
“ 57
|
REPRESENTACIÓN
|
“ 59
|
SEPARACIÓN
|
“ 61
|
CARMEN
Y SU GABINETE
|
“ 63
|
EL
ESTANQUE
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“ 66
|
LA
MUJER DELGADA
|
“ 67
|
EL
RUMOR
|
“ 68
|
LA
BICICLETA LEVITADORA
|
“ 70
|
LA
MIRADA
|
“ 72
|
REPORTAJE
SOBRE LA GUERRA CIVIL
|
“ 74
|
RESIDENCIA
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“ 75
|
LA
PRISA
|
“ 76
|
REFLEXIONES
|
“
|
A
MODO DE INTRODUCCIÓN
Cuando
me decidí a escribir está cuarta entrega de cuentos, sabía que tenía que
continuar escribiendo. Cuando dejas de escribir es como si te callaras y en un
mundo donde necesitamos la comunicación, el callar es negativo.
La
escritura es una liberación donde dices y por supuesto, te dices, muchas cosas
que una vez releídas te dicen algo más. Es como cuando miras un cuadro o
escuchas una música, puede ser algo fugaz o algo reflexionante, por supuesto
que a mí, me gusta más la segunda manera.
A lo
mejor quien lee estas letras que componen palabras, y a su vez frases, y a su
vez cuentos, y a su vez sentimientos, y…
Mi
objetivo en la escritura es compartir, si algo puedo ayudar a alguien ese
también forma parte del mismo. Por ello cuando he buscado el titulo de la
reunión de cuentos, lo llame: “Cuentos pensantes”. Siempre con la idea del positivismo que refleja nuestra elección
ante la vida y por supuesto un punto personal, de ver la vida.
ESPEJO
A lo
lejos, junto a la valla que circunda la casona, la carretera llega hasta la
puerta metálica, que termina en un camino de arena con piedrecillas grises. El
candado que debió existir, no esta. La puerta se abre con un crujido semejante
a un anquilosamiento por parte del tiempo donde las bisagras no vieron el
aceite. La valla es de piedra rodeada con líquenes y helechos, dos filas de
alambre de espino coronan la cabeza de la valla, recogiendo restos que ha
transportado el viento, como plásticos, que la han dado un nuevo cuerpo,
haciéndola más alta.
Camino,
solo, hacía el edificio, en su tiempo fue un balneario. Una fila de árboles
escoltan el camino con su sombra para los días de calor, hoy aparecen desnudos
de hojas pero con la visita de algunos pájaros que con su piar amenizan el
camino. Según me voy aproximando observo la falta de cristales en algunas
ventanas. Siempre me dio rabia el ver edificios que se dejan perder y más
cuando son grandes, útiles para tantas cosas. La puerta de entrada está
semiabierta, en un intento de invitar a pasar. Así lo hago un montón de basura
me impide abrirla entera, pero si lo suficiente, para poder pasar, una pila de
cajas de madera, plástico y cartón son la causa. El suelo aparece lleno de
restos, tanto de hojas que han pasado por las ventanas rotas como de cosas
olvidadas o inútiles.
En
frente, una escalera, con falta de algunos escalones, mostrando los primitivos
ladrillos, la barandilla, milagrosamente subsiste.
Huele
a humedad, el viento da el sonido que le falta a una casa abandonada.
En
el primer piso, algunas paredes han desaparecido, las que quedan en pie están
desconchadas o llenas de pintadas de quien tenía la necesidad de que todo el
mundo sepa que ha estado allí en algún momento, en otras aparecen frases. Un
pasillo largo abre habitaciones a cada lado. Ninguna puerta queda, han sido
utilizadas en las diferentes hogueras acaecidas.
Los
techos que no están tiznados aparecen pintadas. Restos de velas han sido la
fuente de iluminación y de lapicero.
Justo
al final, del pasillo, una cortina de plástico dando forma a una puerta que
debió existir. Mis pasos se encaminan
hacía allí.
En
frente una ventana acristalada por más plástico, a la derecha un gran espejo
roto en varios extremos, muy rayado y la imagen reflejada de una mujer vestida
de negro sentada frente a él.
-
Buenos días, es mi saludo, sintiéndome invasor
de un hogar.
-
Hola, es la respuesta de alguien que no ha
cambiado la posición de su mirada.
-
Perdóneme, pensé que no había nadie, es mi
alegación a mi intromisión.
-
Aquí, puede venir quien quiera, es su respuesta.
Está
sentada encima de unas laminas de goma espuma que en su tiempo debieron de ser
de algún sofá, a su lado una manta de franjas amarillas, marrones y rojas. El espejo está apoyado en la pared por la
zona más recta.
Descubro
una mujer de facciones duras, de mentón prominente con un anorak que le llega a
las rodillas, un pantalón de chándal de forro polar también negro, dejan ver unos
botines con carencias de piel, es su vestuario. Su posición no ha cambiado en
ningún momento.
-
¿vive usted aquí?, pregunto.
-
Si, desde hace dos años.
-
Dos años es mucho, para vivir en estás
condiciones.
-
¿Cuáles?
La
pregunta me deja dubitativo.
-
Bueno, vivir en un edificio destartalado.
-
Cuando llueve, tengo techo, cuando tengo frió me
sirve de resguardo.
-
¿se necesita algo más?
-
Seguramente no, pero cuando uno esta
acostumbrado a poseer.
Por
fin cambia la posición de la cabeza hacía mi.
-
Cuando uno tiene muchas cosas, estás hacen que
no te puedas mover. Yo lo que tengo es: esta ropa y la que tengo en esa bolsa.
-
Pero aquí tiene cierta inseguridad.
-
Quien nada tiene, nada tiene que perder.
-
Pero usted tuvo que vivir de otra manera.
-
Precisamente porque tuve otra vida estoy en
está.
-
Me permite que presente, me llamo Pablo.
El
rostro afilado empieza a tener una transformación, comienza una dulcificación
que lo empieza a hacer agradable.
-
Yo me llamo Pilar, extiende su mano hacía mi.
Una
mano huesuda se acerca hasta mi mano, no dudo en estrecharla y notar el calor
de la misma.
-
Realmente no esperaba encontrar a nadie, pero
también es verdad que no soy de por aquí, salí a pasear y me encontré este
edificio y algo me dijo que debía entrar.
-
Solamente grupos de chavales suelen venir, saben
de mi existencia y se suelen quedar en la parte de abajo, toman botellas de
alcohol, cantan, cuentan historias, vomitan y hasta algunos lloran, después se
van.
-
Pilar te puedo preguntar en que empleas tu
tiempo.
-
Mira esté es mi compañero de él aprendo todo. Me
señala el espejo.
-
Pero la imagen es siempre la misma.
-
¿Tú crees que todos los días son iguales?
-
Los días no son iguales pera la imagen que
aparece en un espejo es siempre la misma. Contesto seguro.
-
Pablo una cosa que he aprendido es que lo que
aparece en un espejo es tu interior. Si tu quieres aprender de ti, nada que
mejor que un espejo, porque lo que esta dentro esta fuera. Te lo diré de otra
manera para que lo entiendas todos los defectos que observas en los demás, son
los que tú tienes.
-
Quieres decir que si yo veo que alguien esta
haciendo algo malo, es
algo
que a mi me molesta.
-
Lo que te molesta de los demás es algo que a ti
te molesta, y mucho.
Me
siento frente a ella en una lámina de goma espuma.
-
Mejor ponte junto a mí, frente al espejo para
que puedas entenderlo.
Así
lo hago, mi reflejo es polvoriento y matizado por múltiples rayas.
-
Yo intento verme para descubrir mi interior, te
puedo decir que no es una tarea fácil. Pero es mi camino de interiorizar.
Contesta Pilar.
-
Quizás hayas cogido el más difícil.
-
No lo dudo pero es el que he elegido.
Se
hizo el silencio. Nuestras miradas fijas en el espejo.
PODER
Juan va al encuentro de Jaime, hace bastante tiempo que no
hablan y por ello han decidido juntarse en la casa de Jaime. Tiene un apartamento con una habitación, la
otra es un salón que también hace las funciones de cocina y habitación de invitados.
Tiene una ventana grande y hasta la puerta posee una ventana con su persiana,
aunque el cristal es traslucido da la suficiente claridad para los días
nublados.
Como no es la primera vez, cada uno trae los componentes de la
comida, postre y un vino para acompañar las viandas.
-
Llevo dos semanas pensando sobre el poder, dice
Juan, cuando han terminado la comida y han cogido el sofá para hablar
tranquilamente.
-
Pero el poder político te refieres.
-
En
general la necesidad que tiene el ser humano de tener poder.
-
Así expresado suena raro, contesta Jaime.
-
Pienso que cualquier persona necesita compararse
para sentirse importante, quizás sea debido a que nos sentimos muy pequeños y
comparándonos somos capaces de sentirnos fuertes. Comenta Juan.
-
Pero dame algún ejemplo donde pueda ver lo que
estás diciendo.
-
Cualquier relación humana lleva un concepto de
diferenciación y si yo veo que alguien hace las cosas peor, me siento bien
porque yo las hago mejor, es como un pequeño triunfo, suficiente para
encontrarme a gusto. Al cabo del día sumo mis triunfos y hago que mi vida sea
importante.
-
¿Pero tú crees que eso ocurre en todas las
personas? Cuestiona Jaime.
-
Incluso cuando tú y yo hablamos y ponemos
nuestro punto de vista sobre las cosas. Actúa nuestro inconsciente buscando ese
triunfo que al fin y al cabo es poder.
-
A esto te estás refiriendo cuando hablas de
poder, levantándose a poner el agua a calentar para poner una infusión.
-
Te apetece la de siempre o una nueva que compre
el otro día.
-
Venga probemos ese brebaje nuevo.
Toma el agua y pone una tetera metálica, de las que pita
cuando el agua está caliente. Saca un
par de tazas y unas pinzas para preparar infusiones, que llevan el colador
incorporado. Esto le da tiempo para la reflexión de Juan.
No tarda en silbar la tetera e indicar que hay que poner el
agua caliente sobre las pinzas, en las tazas y comience el coloreado del agua
con las hierbas seleccionadas. La comida ha sido abundante y hace falta una
ayuda digestiva.
Aprovechando Juan ha ido por un CD de música nuevo, busca
entre el montón de letras minúsculas la que ahora puede apetecer.
-
Pero ¿no piensas, que no se puede englobar a
todo el mundo? Mientras sirve la infusión, pregunta Jaime.
-
Yo creo que quien hasta se siente maestro busca
la diferenciación con el alumno para sentirse importante, vuelvo a llamarlo
Poder. A lo mejor lo que falla es mi palabra, que yo lo llamo de esa manera. Las
manos de Juan matizan sus palabras, abriéndose.
-
Si procuramos diferenciarnos y hasta sentirnos
seguros, pero yo no lo había interpretado como tú, en llamarlo Poder.
-
Si a lo mejor se puede llamar triunfo,
superioridad, pero yo creo que es Poder. El primer sorbo hace separar la taza
de la boca, al notar su calor. Juan lleva la taza al plato.
-
Siempre queremos imponer nuestro criterio, eso
es verdad, pero nunca me había parado en pensar en lo que tú llamas Poder.
Matiza Jaime...
Es como si los dos amigos hubieran encontrado una conexión
común, empezando a surgir comparaciones que daban la razón a los pensamientos
de Jaime.
-
Sin embargo ha surgido un movimiento en América
que se autodenominan “loser”, que traducido significa los perdedores, haciendo
un alegato precisamente del Perder, la no necesidad de ganar, quizás esto nos
haga reflexionar, sobre este mundo donde se quiere ganar o poseer. Comenta
Juan.
-
Si he oído hablar de ellos pero no se sino es
algo anecdótico, una moda o si realmente existe.
-
Lo mismo he llegado a pensar yo. Se que hay personas que no tratan de imponer sus
ideas pero es tan difícil controlarlo todo, que seguro que el inconsciente nos
cuela alguna faceta de Poder.
-
Puede ser, al fin y al cabo somos humanos.
La infusión llega a su fin y el tiempo marcado para hablar se ha
terminado. Así que quedan para dos semanas para seguir reflexionando sobre el
Poder.
CONSUMO
Pablo
comenta mientras da vueltas por las calles: “Siempre he pensado que el consumo
es como una gran boca que todo lo engulle. Vivimos en una sociedad que todo es
producto para consumir y una vez realizado llega la frustración porque no nos
ha llenado y necesitamos más y más”. “Todo lo llevamos a la faceta de consumo”.
Aurora
afirma con su cabeza:
– Cuando se habla de crisis de valores se está
aludiendo a esto, precisamente.
- Lo peor de todo es que se nos ha metido como
un virus dentro de nosotros y respondemos de la misma manera. Comenta Pablo.
- Pero como
cualquier enfermedad se puede salir, responde Aurora.
- Quizás
si, pero es como una conciencia que te envuelve, porque donde mires está.
- Si
esto fuera así todas las culturas funcionarían de la misma manera, pero si te
das cuenta, hay gente que no lo ve así. Reflexiona Aurora.
- Yo
por más que le doy vueltas me vuelvo más y más pesimista.
-
Razones ahí, pero Pablo, si otras personas han podido hacerlo, nosotros
también.
-
Tal vez me haya llenado de pesimismo pero veo que todo se ha construido para el
consumo. Pablo dice su respuesta bajando la cabeza y viendo como la sombra se alarga
con el crepúsculo.
- Te
vuelvo a decir que es verdad pero por encima de este escaparate estamos
nosotros nuestra voluntad.
-
Pero nos olvidamos, Pablo sigue en su actitud negativa.
-
Una vez aprendí, sonríe Aurora, que cuando nos despertamos tenemos dos
opciones: Una estar triste y otra estar contento. La eterna dualidad de los dos
caminos uno te hace sentir bien y el otro te hunde un poquito más. Pero siempre
somos nosotros los que elegimos, la culpa no la tiene el tiempo atmosférico que
hay afuera o el reloj que marca las horas, no hay culpa sino manera de sentir.
Aurora comienza a brillarle los ojos.
- Si
Aurora comprendo lo que dices pero eso es teorizar, en el día a día eso no se
cumple, nos dejamos llevar. Afirma Pablo.
-
Ahora imagina que vas a la estación de trenes y sacas un billete para Córdoba,
te montas en tu tren y ¿donde crees que vas a llegar? A Cantabria, Valencia o ¿Dónde?
El tren tendrá paradas intermedias, ¿probablemente?, pero donde si te llevará
es a la ciudad de Córdoba.
Si
nos dejamos llevar lógicamente es como ese tren que hayamos elegido.
Gesticula
Aurora.
-
Debemos fijarnos en quien consigue los objetivos, porque si ellos lo han podido
hacer, nosotros también. Remata Aurora.
- Si
está claro que te entiendo, pero lo que descubro es que cada vez que levanto
una piedra me encuentro el consumo. Llámese alimentación, salud, cultura,
viajes, ocio etc. Comenta Pablo.
-
Una sociedad se va formando como una tela de araña, donde todo tiene relación
con todo y aunque una cosa esta alejada de su núcleo, tiene la misma
esencia. Ahora es el como nos movemos en
esa tela, podemos quedarnos quietos sin más, desde luego es la postura más cómoda
o desplazarnos para encontrar nuevos espacios donde encontrarnos bien. Si te
das cuenta en la tela de araña se forma entre varias cosas, pueden ser ramas,
oquedades, etc. Pero siempre entre algo que la sostenga, más allá hay otra vida
y esa es la que podemos buscar si la que tenemos no nos llena. Aurora contesta
fijando su vista en los almendrados ojos de Pablo.
CRISTIAN
Cristian
vive en un barrio de una zona industrial de una gran ciudad. El paro ha hecho
mella en una gran parte de la población. El cierre de dos industrias ha dejado
un pueblo con un montón de gente ociosa.
Siempre
se lamenta uno por no tener tiempo y cuando se tiene no se sabe por donde
empezar.
Cristian
ha sido una de las últimas victimas, el no tiene la suerte de poder cobrar el
seguro de desempleo, su edad no le ha permitido ni formase un currículo ni
tener el suficiente tiempo cotizado para tener el colchón de unos meses pagados
en busca de un nuevo empleo.
Las
calles se llenan de personas que hablan de lo mismo, las caras tienen el mismo
color que las ropas y los pensamientos.
Cristian
tiene un problema añadido y es que se ha metido en la compra de un coche de
segunda mano, con el correspondiente recibo del banco a final de cada mes, su
familia esta a la última pregunta por ello no le pueden ayudar, así que el
coche se tendrá que quedar el banco con él.
A
veces se monta en él, pero sin arrancarle, para sentir el tener algo propio y
que en poco tiempo dejara de ser suyo, lo mira con añoranza, pero el destino es
claro. Esta tarde han quedado en el coche para reunirse, no hay dinero para ir
a un bar.
En
casa han elaborado un currículum para dar en cualquier sitio, pero a los sitios
que llega ve el montón de gente que ha llegado antes que él.
A la
hora de la comida comentara este dato para reafirmarse en su penuria, hace
apenas cuatro meses cumplió los dieciocho años. Miles de sueños surcaban su
cabeza, incluso miraba a las chicas de otra manera. Ahora el sueño esta roto y
la incertidumbre marcan sus objetivos.
Su
madre le recalca el error de haberse comprado el coche, no comprende lo
importante que era para él, la obtención del mismo. Pero no puede defenderlo
así que será un caramelo que no ha durado noventa días.
También
se le sugiere que entregue en los centros comerciales, pero la ausencia de
gente comprando le indican el futuro que tiene. Como una sombra oscura el cielo
se hace eco de lo que hay en la tierra.
Se
comienzan a hacer trueques, muchas tiendas tienen que cerrar, hasta escuelas no
pueden afrontar los gastos y se comienza a ver a niños a todas horas en las
calles.
La
televisión y la radio emiten lo que más vende y por tanto la palabra crisis es
la que marca el soniquete continuo.
Cristian
comienza a notar la desconfianza de vecinos y de amigos. Hasta los confiados
funcionarios del Estado comienzan a tener miedo, y si lo que pasa a sus vecinos
les llega a ellos.
Lo
que empezó como un rumor ha tenido cuerpo y se ha plantado delante de la vida
de todos los habitantes, pero que difícil es adaptarse a los tiempos de
no-poseer, cuando se está acostumbrado a derrochar.
Los
cubos de basura ya no están llenos, los grandes embalajes han dado paso a
pequeñas bolsas de basura.
Los
bancos comienzan a tener colas, que llegan a la calle, de gente que quiere
retirar su dinero, los bancos ya no son de fiar.
Las
calles se convierten en peatonales no hay dinero para emplearlo en gasolina.
Los
mercados comienzan a estar desabastecidos, los pocos que han resistido aparecen
como si de racionamiento estuviera ocurriendo.
El
coche de Cristian funciona casi las veinticuatro horas como lugar de reunión,
la llegada del invierno esta pronta así hay que ir a un lugar de resguardo, una
próxima farola es la que le dota de luz, para jugar a las cartas o leer alguna
novela.
Hoy
es el día que tienen que pasar la letra del coche, así que se dirige al banco
para explicar su situación y entregar las llaves del coche.
Cuando
habla con el director del banco, se hecha a reír. Explicándole que el banco no
quiere coches, como hay un avalista, que en este caso es su madre, se lo
descontaran de su cuenta. Al oír eso es como si Antón le hubiera caído una losa
de piedra, si ya tiene dificultades su madre ahora se le suma la
responsabilidad del pago del coche, inocentemente le consulta al director que
puede hacer. La respuesta del buen hombre es que lo intente vender. Pero no son
tiempos donde nadie compre nada.
Cuando
esto lo oiga su madre se le echará encima diciendo frases como: “ya te lo había
dicho yo”, “para que quieres un coche que solo son gastos” etc.
Va a
ver a sus amigos, para ver si encuentra consuelo, pero ellos afirman lo mal que
lo tiene, con lo cual se ve en un callejón sin salida y encima muy negro el
panorama.
Su
pensamiento es rápido “tengo que conseguir dinero, ya”. Manera de conseguirlo:
“robando”. Va analizando con todas las
películas que su ocio le ha dado y surcan su cabeza, como solución de su problema.
No
lo comparte con nadie mientras menos gente sepa de sus intenciones, menos
riesgo de que le cojan. En media hora ha decidido que tiene que hacer, va a
comprar un pasamontañas y cojera el cuchillo jamonero de su casa, el objetivo
será una gasolinera, en el otro extremo de la ciudad para que no le puedan
identificar.
Pensado
y puesto en acción. Toma el autobús que le llevara hasta este lugar. En su
cabeza solo el poder conseguir lo suficiente para poder pagar unas cuantas
letras del coche. Al llegar da una vuelta observando las cámaras de seguridad y
los puntos de salida, merodea por la zona donde tiene que desaparecer.
La
noche está haciendo su paso y esto le puede ayudar en su huida, que la tiene
que hacer corriendo. Sabe que va a ser filmado y que probablemente hay un
timbre de alarma así que todo tiene que ser deprisa. Se coloca el pasamontañas
y toma el cuchillo del mango pero sin sacarlo de la bolsa de plástico, abre la
puerta y dos clientes esperan para pagar. “Denme todo el dinero y deprisa”, “vosotros
también”. Ya el cuchillo es bien visible. Los clientes le dan con el dinero que
van a pagar, “No me entienden quiero todo el dinero”, comienza a moverse muy
nervioso, pero nadie quiere hacerle frente, sacan la cartera y entregan lo que
tienen, la caja registradora apenas tiene ochenta euros, acerca el cuchillo al
cuello del cajero y saca un sobre escondido debajo del cajón.
Se
lo entrega y sale corriendo metiendo el dinero en la bolsa y tirando el
cuchillo en una alcantarilla. En su loca carrera casi le atropella un coche que
hace que el corazón doble sus latidos y una subida extra de adrenalina. De
pronto comienza a oír una sirena de policía, es momento de andar para poder
pasar desapercibido en la avenida ve la parada de autobús, hay varias personas,
luego no puede tardar. El corazón no termina de estabilizarse. Para suerte suya, aquí viene. Consigue un asiento
en la última fila, escondiéndose, cuenta el dinero. Ochocientos cuarenta euros
es el total, realmente no vale para nada pero tiene para dos letras del coche,
a los dos meses ya se vera que hacer.
Cristian
intenta quitar una mancha con otra sin darse cuenta que la mancha aparece mayor
y más intensa.
Ya
está realizado, frustrante es el resultado pero Cristian no digiere nada todo
sigue en la boca.
Ahora
a temer consecuencias, lo primero ver las noticias. Cristian hoy no dormirá,
mañana seguramente que tampoco.
Olvidara
que su padre murió cuando apenas cinco años.
Olvidara
a su madre los intentos que ha tenido para rehacer su vida.
Olvidara
que las personas que conocía su madre no eran de su agrado.
Por
la mañana ira al banco para meter ese dinero que le esta quemando el bolsillo y
sus pensamientos.
El
sueño se le ha olvidado parar en su cabeza y la noche pasa en blanco, bueno más
que en blanco en un gris con muchos matices de negro.
Cristian
busca en la ducha lo que no ha encontrado en las sabanas.
PREOCUPACIÓN
-
Estoy preocupado, así comienza el dialogo de
Pablo con su amigo Miguel.
-
¿Por qué? es la respuesta de Miguel, algo se
intuye, pero espera que Pablo lo defina más concretamente.
-
Mi relación con Maria ha llegado a un punto que
no me llena.
-
¿Pero has realizado algo para cambiarla?,
pregunta Miguel
-
No creo que valga nada. Contesta Pablo alzando
sus ojos marrones hacía el cielo.
-
Entonces ya has tomado una decisión.
-
No he tomado ninguna decisión pero te digo como
me encuentro, no se si me entiendes.
-
Sí, Pablo, si. Pero piensa en un jardín. Sí el
jardinero no atiende su trabajo durante un día, pocos cambios habrá. Sí la demora
es de más días empezara a tener un aspecto más deplorable. Sí se mantiene por
más tiempo se mezclaran malas hierbas con las que en principio se habían
cultivado. Esto lo llevas a la similitud de tu vida con Maria y seguramente te
dirá algo. Todo cambio se inicia con una acción. Si estamos fijos, nos movemos difícilmente
podrá existir un cambio. Contesta Miguel mirando los titubeos de la cara de su
amigo Pablo.
-
Ya, Miguel pero ya he intentado muchas cosas.
-
Entonces, me estás sugiriendo que estás cansado.
-
Así es, contesta Pablo.
-
Entonces, ya no tienes dudas. ¿Por qué entonces,
estás preocupado? Miguel quiere llevar a una definición de su preocupación.
-
Por un lado me da pena todo este tiempo de
convivencia, pero por otro lado me encuentro vació. Pablo vuelve a alzar sus
ojos para arriba.
-
Pablo el tiempo que lleváis viviendo no es de
pena, si lo sientes así, es que pocas cosas te han dejado huella de tu vida con
Maria.
-
No hemos vivido muchas cosas importantes.
-
Entonces porque no luchas por seguir haciéndolas.
Sugiere Miguel.
-
Quizás he perdido la ilusión.
-
Pero la ilusión es una creación nuestra. ¿estás
de acuerdo?
-
Si, claro, Miguel. Pero es una mezcla de
cansancio y apatía.
-
Ahora, ya aparece cansancio y apatía.
-
Si, así es, contesta Pablo.
-
¿Que crees que os ha llevado a este estado?
Pregunta Miguel.
-
En realidad es la rutina.
-
Pero estas conmigo que el sol aparece por la
mañana y se mete por la noche, no es esto tan rutinario como las horas del
reloj.
-
Si, contesta Pablo.
-
El día es como un escenario de un teatro, depende
lo que hagan los actores puede ser un tedio de obra o por el contrario algo
maravilloso. Nosotros somos esos actores.
-
La teoría, Miguel me la se, pero al llevarlo a
la practica no se como hacerlo.
-
Bueno ya hemos avanzado algo, ya sabemos que la
obra de teatro, la hacemos nosotros, ahora creemos que no tenemos guión y por
ello no sabemos que hacer. Ahora Pablo imagina que vas caminando y te salé un
cachorro de perro muy juguetón, tu nunca has tenido perro y no sabes que hacer.
El perro es un cachorro no sabe si temerte o jugar contigo. Él, como animal
joven, está descubriendo el mundo, intenta jugar que es lo que sabe. Tú sin
embargo ya tienes una edad, lleno de experiencias ¿que haces? En tu guión no aparece que hacer pero en ese
momento te dejas llevar o le esquivas o participas de su juego. Ninguno tiene
guión. Tú quieres tener guión de todo.
-
No, no quiero tener guión de todo. Responde
Pablo.
-
Te estoy hablando en sentido figurado, cuando un
actor sale a escena sabe que ha de improvisar y disfrutar de su papel. Este día
no se va a repetir nunca por ello es tan importante como haga su papel cada
día. No dejes que el otro haga todo el
papel, participa haciendo obra.
-
Gracias, Miguel, pero ahora viene otra
preocupación, ¿por qué lo estoy haciendo mal?
-
En realidad no lo estás haciendo mal, solamente
te estás dejando llevar. Eso es una sensación desagradable porque crees dejar
de llevar el timón de tu vida.
-
Es verdad Miguel, a veces me ha ocurrido eso,
por ello me revuelvo.
-
Pero te revuelves contra ti, y tú no eres tu
enemigo. Si empiezas a cambiar esta manera de verte harás grandes progresos.
Hay que procurar identificarse con uno mismo, no somos dos personas donde una
lo hace mal y la otra esta protegida en la sombra, de esta manera no sufrimos. Es como cuando buscamos a alguien que es
responsable de cualquier problema parece como respiráramos, pero además
dirigimos nuestra ira contra él. Es una manera de liberar nuestra culpa, porque
en el fondo somos como el que ha cometido la torpeza. Contesta Pablo entrelazando
sus manos.
-
Me hablas de la eterna dualidad, ¿no es eso?
-
En realidad es un aspecto que llevamos todos los
humanos. A los hijos pequeños se les pide continuamente que se responsabilicen
de algo, pero ellos buscan cualquier circunstancia para eludir esa
responsabilidad, eso se nos ha quedado grabado y lo seguimos haciendo en
nuestra madurez, en algunos más que otros, pero sigue saliendo ese patrón de
comportamiento.
-
Creo que me has ayudado a ver las cosas de otra
manera, muchas gracias Miguel. Se dan un fuerte abrazo y se despiden.
AZAR
Un
cubo cuadrado sin puntuación estaba en medio de la acera, tiene los cantos
redondeados y es del tamaño de una mano. Parece que alguien lo ha tirado
esperando un resultado que no le gustaba y por tanto le ha abandonado.
Al
lado, un sobre también en blanco pero con unas instrucciones en su interior. El
sol le da de plano, lo cual no le hace pasar desapercibido.
La
primera persona que pasa es una chica joven que recoge el mismo y el sobre, da
vueltas sobre sus seis caras, pero todas son blancas. Se observa alguna raya de
haber sido lanzado esperando una respuesta o puntuación. Comienza a extraer el
papel del interior del sobre.
Comienza
con la frase: “manual de instrucciones”.
La
chica no deja de poner caras raras. Precedido por una serie de números va
explicando en juego. Al final del todo pone: “Sino quieres jugar déjalo para
que otra persona puedan jugar”.
Esta
muchacha ha quedado con su novio y no tiene ganas de participar, por ello
vuelve a meter las instrucciones en el sobre y lo deja con el dado.
La
siguiente persona es un señor que se ayuda con un bastón marrón. Como su cabeza
va baja no tarda de ver el dado y junto
a él sobre, le da un golpe con el bastón, para luego hacerlo con el pie, ignora
el sobre y sigue dando golpecillos de tal manera que gira pero las caras
siempre son blancas. Lo tira al alcorque de un árbol y sigue su camino. Quizás
era mucho esfuerzo agacharse.
Tras
el paso de este anciano el dado y el sobre vuelven a aparecer juntos. Ahora es
una mujer con el carrito donde lleva a su hijo. Su primer pensamiento es un
juguete que ha perdido otro niño pero lo del sobre ya es más extraño. Toma el dado
y el añadido. Gira el cubo hasta que se da cuenta que todas las caras son
iguales, entonces saca el papel del envoltorio lee las instrucciones por
encima, pero con la de cosas que tiene que hacer y leyendo tonterías. Retorna
el papel y lo deja junto al cubo siguiendo la última instrucción.
El
siguiente es el cartero de la zona, arrastrando su carro postal llega hasta el
objeto más o menos hace lo mismo que las personas que le han antecedido, pero,
por su profesión, toma el sobre y lee el manual, pero hace lo indicado por la
última línea, dejándolo.
Los
siguientes son un grupo de jóvenes que acaban de salir de su instituto. El que
iba primero toma el cubo y se lo enseña a los demás con una frase “Mirar como
mola” por supuesto pasa olímpicamente del sobre que estaba apoyado en un
lateral, todos quieren cogerle, pero al descubrir que nada hay marcado pierde
el interés, si ya no hay importancia en el grupo para el poseedor tampoco, así
que el cubo es lanzado junto a un contenedor de escombro.
De
nuevo el cubo vuelve a aparecer en la misma acera y con el sobre adosado.
La
nueva encontradota es una mujer suramericana, mira hacía ambos lados y toma el
olvido, pero introduce ambos objetos en su bolso y en casa vera que pone, tiene
un cierto temor de haber hurtado algo por su comportamiento.
Al
llegar a su casa se lo enseña a su marido, pero no esta para leer
instrucciones. El cubo quedara sobre la televisión y el sobre en la basura con
los restos de la comida.
Es
el final de un dado que rodó varias veces pero a nadie le atrajo su azar.
Curiosamente
solo se quedaron con el último punto de la hoja de instrucciones, lo que tiene
más de dos cosas nos descoloca y su futuro será rodar o ponerse sobre el
televisor. No hay tiempo para dedicárselo a extraños que siquiera saben con que objeto lo han dejado. El azar se
deja para cosas conocidas: lotería, quinielas, juegos constituidos como el
bingo. Donde ya todo está realizado y solo podemos ganar dinero o perderlo.
SI
ENTRAS HORMIGA SALES OSO.
Este
es el anuncio que figura en unos cuantos periódicos y spot de radio en la gran
ciudad. Figura una dirección y un teléfono para fijar cita. Todo lo que se
anuncia crea una expectación y cierto debate.
También
figura el precio 20 euros. Como no es una cantidad desorbitada un número de
gente se da cita en el teléfono dicho, deseosos de probar algo nuevo.
El local esta en una zona céntrica y tiene dos salas: una
donde está la recepción y donde se abona el importe y la otra que es una sala
donde hay un sillón junto a una pared, unos cascos por donde se pone música e
instrucciones y unas gafas que cubren la cara para evitar que entre la luz
exterior. Se da cita para cada veinte minutos, quince dura la sesión y los
otros cinco son de preparación y para despedir al cliente.
Un
cartel con el letrero en letras de neon, servirá para conducir en la noche a la
gente que busca el local. Tres personas con camisa, pantalón y zuecos verdes
llevan una chapa con el emblema dispuestos a explicar y atender a los curiosos
que se pueden interesar.
Como
no es una cantidad excesiva un grupo de gente hace cola para que se les
explique como se consigue el cambio.
Básicamente
consiste a que una persona se siente en un sillón y mediante los cascos va
sonando una música relajante y una voz, sugerente va dando unas frases, auto
afirmativas. A los quince minutos se retiran las gafas que emiten unos
destellos de lucecitas verdes y se le da las gracias por haber asistido, en la
puerta de salida hay un letrero que pone “Y SE SALÉ OSO”. Tras haberlo probado
la división de opiniones es clara, los que apoyan el sistema y los detractores
que piensan que es un nuevo timo.
Pero
nadie ha engañado a nadie, primero porque nadie es una hormiga ni nadie es un
oso, sino sentimientos propios. Las frases son de autoestima.
Aquellos
que expresan que su vida se ve de otra manera hasta los que lo ven como un pasa
rato caro. Lo que está claro es que a nadie le deja indiferente, básicamente se
ofrece un cambio a nuestra manera de ver las cosas.
La
opinión ha pasado del: “mira que tontos van a perder dinero asistiendo para
recibir unos consejitos” hasta un “¿será verdad?”.
La
recepción se llena de personas que preguntan por problemas personales, las
respuestas son las mismas ellos no son ni psicólogos ni psiquiatras solo
ofrecen un servicio para que las personas lo aprovechen, pero no prometen nada
a nadie. Alguien reclama aquello como una estafa, entonces contestan que si no
es estafa la lotería donde te dicen que puedes ganar millones y tu lo que haces
es perder dinero participando.
También
les acusan de vender humo pero ellos no venden nada solo ofrecen la
participación en unos minutos en unas reflexiones y que cada uno saque las
ideas que quiera.
El
proyecto llevaba tiempo pensando los inconvenientes, preguntas que podían
surgir, aportando las posibles respuestas, las personas que trabajan son
creadores del proyecto y por tanto plenamente concienciados de su utilidad. Dos
hombres y una mujer han sido lo creadores de esta ilusión que lleva por nombre:
“Entra hormiga y sal oso” como un lugar de transformación.
En
las paredes hay símbolos pintados, pero sin llegar a ser abundantes, en la
puerta de recepción esta el laberinto de la catedral de Chartres de Francia. Algunas piedras también están diseminadas en
la zona del sillón. Como los símbolos están distribuidos en forma de franja.
Alguna
persona ya se ha interesado por el precio de ellos, pero la respuesta es que
forma parte del proyecto.
También
se les ha tildado de sectarios, pero la respuesta es simple no necesitan que
nadie les siga, solo que prueben y si les útil, el objetivo se habrá cumplido.
La
duda ante algo que ofrece la transformación es dura, se buscan todos los
resquicios para abatirla. Pero si ya es difícil cualquier cambio por banal que
sea, en nuestros hábitos diarios, como para lograr cambios más profundos.
El
reto es complicado pero siempre posible, lo cual es un símbolo de esperanza, en
un periodo donde los postulados más serios se caen como castillos de arena.
La
pregunta, de algunas personas, de ¿necesitamos esto? La respuesta es fácil. ¿Usted se siente
hormiga, pequeña e insignificante? Si la respuesta es si: adelante, Si por el
contrario la misma es no, no tendrá ninguna necesidad. Curiosamente algunos
contestan que no pero a pesar de ello acceden a la sala. Es curioso como muchas
personas entran en contradicción, quizás por la necesidad de protegerse.
Hoy
se han cumplido los tres meses desde la apertura del centro. Los miembros del
proyecto se reúnen para valorar.
Es
día de optimismo y de hacer balance. De hormiga cada vez son menos y van
cogiendo cuerpo de oso por ello las caras son alegres.
Se
han planteado seguir tres meses más y luego cambiar de ciudad.
Los
gastos mayores han sido en publicidad, la adecuación del local no ha sido cara
excepto el luminoso que se podrá trasladar a otro sitio así como los útiles que
componen la decoración.
Se
sienten satisfechos, porque a pesar de llevar poco tiempo han conocido a mucha gente que les anima para
seguir. Con las críticas siempre han contado por ello el balance es optimista,
esperan salir osos.
Encima
de la recepción el nombre de: “se entra hormiga….”.
NUEVO
TRABAJO
Los
altavoces indican la salida inminente del tren que está situado en el anden
ocho, los últimos pasajeros corren para no perderlo, tres minutos más tarde el
mismo comienza su marcha. Una pareja joven aparece corriendo, pero ya ha
iniciado su recorrido.
Mutuos
reproches y un ahora que hacemos. Se dirigen a la ventanilla de billetes y
explican su caso: el metro ha tenido dos retrasos en las estaciones anteriores
y es por lo que han perdido el tren.
El
vendedor de billetes les ofrece uno que sale dentro de cinco horas.
-
¿Pero no hay otro antes?
-
Mañana salen tres trenes pero hoy solo dos. Y el
próximo es a las 15; 30.
-
Evidentemente hemos perdido nuestro dinero,
refleja el chico con pesimismo.
-
Voy a intentar haceros un cambio sin cargo para
vosotros. Se levanta de su silla y va a comentar con otra persona de la
compañía que está sentada detrás. La cola empieza a hacerse más grande y las
miradas hacía los causantes no son excesivamente buenas.
El
funcionario vuelve a su ventanilla y les da los dos billetes para el siguiente
tren.
-
Muchas gracias. La cola empieza a recriminar que
sigan delante de la ventanilla retrasando su adquisición.
La
pareja avanza fuera de la sala del billetaje y se dan un beso.
-
Todo no se ha perdido, pues llevan el
justificante del cambio para poder presentarlo en la compañía donde tienen que
presentarse para un trabajo.
Media
hora antes de anunciarse la llegada del tren que tienen que tomar esperan
sentados frente al panel donde indica en que vía lo hará.
Les
ha dado tiempo para ir a tomar unos bocadillos en un bar próximo.
Son
un manojo de nervios, van preparando las posibles preguntas y las respuestas
que deben dar.
Los
altavoces indican la salida de su tren, tienen que ir a la vía siete.
Han
llamado para reflejar la incidencia pero conocen que da mala imagen el primer
día llegar tarde. Tendrán que llegar y sino hay retraso, tomar un taxi y llegar
antes del cierre de la empresa.
El
viaje es todo un amasijo de nervios, toda su ilusión esta en este trabajo, con
la suerte de ser para los dos, pues supone un cambio de localidad. Por fin el
altavoz del ferrocarril indica la llegada a la localidad.
Solo
llevan una maleta con ruedas para el fin de semana, una vez elegida la casa
tendrán que volver para hacer la mudanza.
La
ciudad parece pequeña, un castillo preside en una montaña, es la referencia y
el control de la misma, enfrente un corredor de montañas hace que parezca un
pasillo que hace que se abra de norte a sur.
La
estación se sitúa en la falda del castillo. Nada más salir, un entramado de
calles llevan a una general que tiene un gran bulevar y es por donde se
desplaza el taxi, buscando la dirección solicitada.
Las
manos se enlazan. Solo han tenido una entrevista y sucedió en su ciudad. Allí
les dijeron las condiciones de trabajo y su salario. Pero no conocían la
empresa ni donde estaba ubicada.
Una
verja metálica, con el nombre impreso en la puerta. A la derecha una casa
pequeña, en el centro una gran nave, en el lado izquierdo un aparcamiento con
jardín y algunos árboles.
Detrás
una casa con tres plantas donde vive la familia dueña del negocio.
Sacan
la maleta, pagan la carrera y accionan el botón de llamada. Tras una espera
corta una puerta se abre por control remoto.
De
la nave sale un hombre con una reluciente corbata amarilla.
-
Buenas tardes, soy José Luis Mayoral soy el dueño de esta empresa.
-
Buenas tardes, somos Carlos y Ángeles. En primer lugar pedirle disculpas por la
demora.
-
Eso ya me lo dijo por teléfono, espero que no
vuelva a ocurrir. La persona que tenía que enseñarle sus cometidos ya tuvo que
irse.
-
Una vez más le pido disculpas.
-
Mire Carlos, las empresas no avanzan con
disculpas sino con acciones, ustedes han sido seleccionados para el cometido de
una de ellas, espero que cumplan, por el bien de todos.
-
Puede contar con nosotros, responde Ángeles, que
ha permanecido callada en un segundo plano.
-
Les enseñare su casa y mañana el encargado les
enumerara sus funciones.
Se
dirigen a la casa pequeña y un giro de llave muestra su contenido. Una
habitación, dormitorio-salón-cocina con tres ventanas, en tres direcciones y un
pequeño baño con un plato de ducha y la taza, sin lavabo ni más elementos. La
cocina junto al fregadero y un espejo encima, para suplir la falta de lavabo en
el baño. Todo sucio y destartalado.
-
Buscaremos una habitación en algún hostal
mientras limpiamos está.
-
Me parece bien, pero ya sabe que será a su
cargo.
-
Si no se preocupe. Pero nos gusta la limpieza.
-
Dos calles más allá hay un hostal, si quieren
van a buscar habitación y pueden comenzar la limpieza.
-
Pero donde podremos comprar los útiles de
limpieza. Pregunta Carlos, esperando que les de algo.
-
Junto al hostal hay un autoservicio que tienen
de todo. Contesta José Luis todo cortante.
-
Las llaves de entrada nos la podía facilitar.
-
Claro, claro, bajando un poco la arrogancia. Las
saca del bolsillo derecho de la chaqueta. Esta claro que le ha molestado la
tardanza de los nuevos empleados, pero empieza a comprender que les ofrece una
cuadra.
-
No se preocupen hoy vayan al hostal y conozcan
un poco su nueva ciudad, lo hace en un tono conciliador.
-
Muy bien, muchas gracias. Contesta Ángeles.
-
Aquí a dos calles tienen el hostal se llama
Santa Maria del Castillo como la patrona de nuestra ciudad.
Arrastran
la maleta y comienzan a analizar la situación, a pesar de haber chocado con una
roca la situación no se ha puesto demasiado tensa. Al menos es la valoración que hace Ángeles.
-
Anda que la casa nos ofrece carreras.
-
Mañana veremos que hace falta y que nos ofrece
la empresa, evidentemente muebles se pueden reducir al mínimo, tendremos que
dar la mayoría de los que tenemos. Como esta es una zona de buen tiempo nos
permitirá hacer mucha vida en la calle. No se si te has fijado que tras la casa
y la valla hay un espacio con un árbol donde podremos comer, cenar y desayunar.
Aseguro Carlos.
-
Tampoco nos tenemos que obsesionar por la casa,
en sitios peores hemos estado.
Por
fin ven el cartel que anuncia el hostal en el lado derecho. Entran por una
puerta de cristales y tras seis escalones están en la recepción.
Explican
su situación y hacen el paripe de mirar el libro de registro por si tienen
peticiones, aunque la respuesta la sabe de antemano, claro que tiene. Les lleva
al piso superior y abre la habitación 101, indica que los pagos son semanales y
les pide un documento para hacer la ficha. El ventanal da al bulevar y tiene lo
suficiente para los días que se van a quedar. Si quieren cenar, desayunos y
comidas serán en el restaurante que tenemos debajo. Les haríamos un precio
especial.
Ya
han encontrado algo de amabilidad.
Ángeles
y Carlos suelen discutir con frecuencia pero hay una cosa que esta por encima
de ellos y es su relación a la que citan en situaciones extremas y es motivo de
acabar con la obcecación.
Dan
un paseo por el bulevar que se encuentra animado de gente, tiene algunas
fuentes y pasillos llenos de bancos de hierro bajo árboles que suelen dar la
bendita sombra en el verano y la desnudez de sus ramas cuando llega el
invierno, el sol tan preciado. En diez
minutos han salido del pueblo, han llegado a las casas bajas con patio interior
y que dejan el núcleo de la ciudad para servir de reserva para el ensanche de
la misma. Observan lo fácil que es encontrarse con los servicios: mercados,
centros sociales y ayuntamiento.
Van
al supermercado para comprar la cena y el desayuno. Su presencia no pasa
desapercibida. Aquí todo el mundo se conoce.
Van
camino del hostal, llenos de ideas. Se sientan en uno de los bancos vacíos para
hacer balance. No sabían donde venían y eso les asustaba un poco.
Mañana
veremos como es el resto de los trabajadores y seguro que alguno nos echara una
mano.
A
las ocho menos cuarto de la mañana están en la puerta esperando que les abran.
Tienen que esperar a que el primer grupo lo haga a las ocho menos cinco.
Preguntan por el encargado y le contestan que suele llegar a las ocho en punto,
se llama Ramiro, les apuntan.
A
todo el que llega le preguntan si es el señor Ramiro, todos sonríen pero
contestan que no. Uno interrumpe su marcha y hablar con la pareja. Se
identifican como los nuevos trabajadores, soy Javier yo estoy en contabilidad,
estrecha sus manos tras presentarse.
Ese
del coche azul marino es el encargado, acciona el mando que abre la puerta de
los coches, desde el interior del mismo.
-
Buenos días, Ramiro, estos señores te esperan.
-
Ya era hora. Contesta bajando la ventanilla.
-
Llevamos desde las ocho menos cuarto. Contesta
Carlos.
-
No si lo digo porque yo llevo desde ayer,
esperando, dice Ramiro.
-
Ya avisamos de la circunstancia por la que no
pudimos llegar a la hora convenida. Pero llegamos a las seis.
-
Y esperan que les este esperando hasta las seis.
Va subiendo su tono de voz, Ramiro. Voy a aparcar el coche y ahora vengo.
Aparece
envuelto en una gabardina color crema y un sombrero verde.
-
Hola me llamo Ramiro Fuentes y soy el encargado
de esta empresa, extiende la mano sin ningún sentimiento.
-
Me llamo Carlos, omite el apellido y mi mujer
Ángeles.
-
Muy bien cuando fueron seleccionados se les
indico que su mujer tendría las labores de limpieza y de trabajo en la mesa de
montaje cuando haga falta. En cuanto a usted realizara la función de portero,
vigilante y mantenimiento del recinto.
-
Si me acompañan les enseñare la empresa.
Comenzamos por su futura casa. Saca las llaves de su bolsillo y abre la puerta.
Ha estado un poco sucia desde que dejaron de utilizarla hace tres años, pero
tiene lo necesario para poder vivir en ella. ¿Disponen de algún mueble?
-
Si tenemos algunos muebles y electrodomésticos,
tendríamos que traerlos.
-
Bueno como ve la mudanza es pequeña, con poco se
puede hacer, cuando quieran mandamos un camión para traerlo. Es el primer gesto
que hace de cara para hacerles la vida más fácil. Usted, Ángeles vaya apuntando
las cosas que necesita y nosotros las pedimos a una droguería industrial, que
nos sirve cada mes. Por fin ha fijado la vista en Ángeles, hasta ahora la había
ignorado.
La
nave esta dividida en dos partes la primera es donde esta la cadena de montaje,
arriba están las oficinas y detrás está el almacén, donde guardamos el genero
necesario.
-
Aquí trabajan cuarenta personas, por lo tanto
hay gran cantidad de trabajo aunque hay periodos en verano en que el trabajo
baja mucho y es el periodo donde se dan las vacaciones, fuera de él resulta
complicado tomárselas.
-
¿Qué horario hay?
-
Bueno en su caso es relativo, porque viven aquí.
Las oficinas abren a las ocho de la mañana y la cadena de producción a las ocho
y media. Terminamos a las cinco de la tarde. En alguna ocasión, cuando tenemos
exceso de trabajo, hacemos horas extras. La hora de comida es de dos a tres.
Según
van hablando, grupos de personas entran en la nave, lo cual hace que se repita
la formula del “buenos días”. A la derecha de la nave están los servicios y
vestuarios, que es donde se dirigen. En la parte primera es el sector femenino
y en la otra el de los hombres. Arriba se observan las cristaleras que dominan
toda la zona de producción y es donde
están las oficinas. Que ya comienzan a tener el movimiento propio de la
primera mañana.
-
Su trabajo, Ángeles, será la limpieza de esta
parte y de las oficinas. Aprovechando la hora de la comida, usted la tendrá que
hacer antes o después como prefiera. Todo el mundo va a comer a su casa o a un
restaurante cercano, por lo tanto dispondrá de esa hora y media para hacer las
labores generales y luego por zonas durante las horas de trabajo. Como le he
dicho hay periodos que tenemos un exceso de trabajo, es entonces cuando la
pediremos que nos ayude en las tareas manuales.
-
Vamos a ver las oficinas y le presentare a los
que allí estén. Acompáñenme, lo dice mientras suben unas escaleras metálicas
que dan a una puerta de cristal. Un
cartel con la palabra oficinas les franquea el paso. Al pasar hay dos zonas:
una con dos despachos que dan a la zona de manipulado y otra con despachos
formados por mamparas a media altura y dos servicios.
-
En su caso, Carlos, usted tendrá el
mantenimiento y el control de vehículos. Vamos a ver el almacén. Es casi el doble, muy bien estructurado y
paletizado con estructuras metálicas y una carretilla eléctrica por medio,
terminada en una puerta doble para entrada de camiones. Dentro del almacén
había un cuarto, bajo unas escaleras, donde se encontraban los útiles de
limpieza.
-
Ángeles, revise lo que haga falta para pedir
esta misma mañana al proveedor. Tenga una libreta y vaya apuntando lo necesario
tanto aquí como en su casa.
-
Veo que hay lo básico, pero daré una vuelta para
ver los tipos de suelos. Contesta Ángeles. El almacén no es necesario pasar a
menudo, solo una vez al mes.
Salé
al patio con Carlos y le enseña la valla metálica rodeada con las arizonicas.
-
Debajo de la otra escalera que sube a la oficina
hay otro cuarto donde se guardan las herramientas de jardinería. Vamos a verlo.
Carlos
abre la puerta y ve una desbrozadota, un corta setos y una sopladora para
acumular las hojas caídas. Unas garrafas con gasolina y latas de aceite,
dispuestas en los diferentes estantes metálicos, un cepillo de raíces, palas,
rastrillos y un capacho de goma para recoger la basura. A mano izquierda un
banco con diferentes herramientas en la estanterías que se encuentran encima.
-
La ubicación de este cuarto es por estar más
cerca de la puerta principal, justifica Ramiro.
Ángeles
está tomando nota de los útiles necesarios. Ramiro ya le ha entregado una copia
de las llaves de la casa y es donde van a mirar lo necesario. La suciedad
acumulada es mucha, incluso la lavadora esta oxidada en muchas partes, busca
una ubicación en la parte trasera para tender la ropa, pues no hay tendedero
por ningún lado. Del mobiliario lo mejor es tirarlo todo y traer lo que ellos
tienen pues es con diferencia mucho mejor. Así se lo va a decir a Ramiro, que
sigue conversando con Carlos.
-
Don Ramiro he estado viendo lo que necesitamos y
aquí lo tengo anotado.
-
Dejemos el don, con Ramiro es suficiente. Veamos…
-
En cuanto al mobiliario de la casa esta en muy
mal estado, sino le importa, traeremos nuestros muebles.
-
La verdad es que están deteriorados. Sacaremos
los que no quieran y los llevaremos con el camión al basurero. ¿Les parece que
este próximo fin de semana hagamos su mudanza? Pregunta Ramiro.
-
Cuanto antes dejemos el hostal mejor, pues nos
es un quebranto económico.
-
Pues adelante, vayan sacando los muebles que no
quieren y los dejan detrás de la casa.
Increíblemente
el tono irritable de Ramiro se va suavizando, quizás haya creído encontrar un
apoyo en una persona nueva.
Carlos
a su casa donde Ángeles había colocado unas cuantas cosas. Pero ahora ya las
sacan con más autoridad y las van apilando en el exterior. Va a por unas
herramientas para poder desmontar un pasado, que no es el suyo.
A
las doce de la mañana se hace un alto para tomar algo de comer, en grupos van
saliendo al patio y alguno aprovecha para saludarles y darles la bienvenida,
pero solo han sido dos personas, uno era el que se encontraron nada más llegar.
Las novedades siempre crean inquietud y Carlos y Ángeles no van a ser menos.
Ellos no tienen nada y les animan a salir a comprar algo en el supermercado
próximo. Así hacen, van a comprar unas
manzanas y enseguida están de vuelta.
Ramiro
ha observado la maniobra y en seguida se dirige a Carlos.
-
Carlos procura no abandonar tu puesto porque
puede venir alguien y entonces ¿Quién le recibe?
-
Lleva razón perdone mi inexperiencia.
Ramiro
observa esa sumisión que tanto le complace.
-
En su casa habrá observado que hay un interfono
que comunica con las diferentes secciones. Le daré la abreviatura con las
claves de cada lugar. Ramiro se muestra cada vez más importante, esto ocurre
cada vez que viene un trabajador nuevo.
-
Si le parece voy desmontando los muebles.
-
Muy bien, a ver si a las cuatro podemos llevar
la basura con esos trastos en el camión.
El
fregadero-lavabo está muy deteriorado, Carlos duda en consultárselo a Ramiro,
pero al final va a decírselo.
-
Cuando vayan a tirar la basura de paso compren
un fregadero nuevo y que nos manden la factura.
Lo va
diciendo con un tono de te doy, pero espero… Carlos lo ha notado, pero, al fin
y al cabo, es la casa de la empresa no suya. Bastante que traerán sus muebles y
electrodomésticos. Pues la nevera tiene costras como la lavadora. Así que el
montón en el patio va creciendo. Los cables están superficiales y es momento de
empotrarles. Carlos es una persona que
sabe hacer muchas cosas por haber pasado por mil y un trabajos a pesar de tener
treinta años. Ángela tiene un año menos,
pero también ha tenido una experiencia similar.
Nueva
pregunta a Ramiro.
-
Había que empotrar los cables.
-
Adelante, mira el material que hace falta y esta
tarde lo podéis comprar. Te presentare a Ismael que es quien se ocupa del
camión.
Vuelve
con Ángela y miran los enchufes e interruptores que hacen falta así como su
ubicación.
Ismael
se acerca a la casa y se presenta,
-
Hay herramientas para la albañilería y para
pintar.
-
Algo hay en el cuarto de herramientas, vamos a
ver. Hay herramientas pero las brochas están en un estado lamentable, comenta
Ismael.
De
repente empieza a moverse mucha gente en la oficina. Ramiro viene con la cara
desencajada. Muy nervioso y extremadamente blanco. Esto es la ruina va
comentando.
-¿Qué
ocurre Ramiro?
-
Tenemos que cerrar la empresa, nos ha llegado un embargo de un banco.
-
Eso significa…
-Que
te tienes que olvidar de todo, lo siento pero todos estamos en la calle. La
gente se va concentrando en el patio y las caras son de no encajar el golpe
recibido
COLLAR DE TURQUESA
Comenzada
la tarde, se abrió unos destellos de sol entre las nubes, la mañana había
estado cubierta y amenazó lluvia, pero al final solo hubo ráfagas de aire que
barrieron las otoñales hojas caídas.
En
la amplia alameda, hoy no había nadie. Ni los juguetones niños, ni las personas
que eligen la zona para dar su paseo.
En
el centro, una fuente, ahora es utilizada como papelera. De papeles, plásticos
y hojas. Justo a su lado un collar de piedra turquesa. Abandonada o dejada
junto a la base. Pero, hoy, nadie tiene para atraer su atención.
Pablo
aparece, por un lateral para atravesar, en diagonal el parque. Al pasar junto a
la fuente unos destellos azul celeste le llevan hacia el collar. Mirada a un
lado y a otro en busca de un dueño o de unos ojos delatores, pero nadie así que
es muy fácil, lo lleva al bolsillo de su chaquetón según anda busca posibles
personas a quien se lo pueda regalar. Pero sus pensamientos se detienen al
comprobar que una luz azul celeste le sale de su bolsillo. Extrae el collar y
no hay ninguna luz, sin embargo esta muy caliente, como si hubiera estado
encendido. Según lo observa también dispara miradas en busca de testigos. Pero
solo el aire y alguna farola que empieza a dar sentido a su cometido. Vuelve a
introducir el collar al bolsillo pero esta vez con la mano para darle la
oscuridad, se agradece el calor que desprende, pero su cabeza empieza a
procesar todas las cosas que puede hacer: desde devolverlo a regalárselo a una hermana o guardar para alguna mujer que nunca
conoce, o al menos eso piensa él.
El
calor pasa de la mano y comienza a licuar el cuerpo y sus ropas. Desaparece en
una ráfaga de viento, todo menos la gargantilla turquesa.
Pablo
ha pasado a un plano inmaterial. Ahora ubicada al lado de un banco,
Cristina
viene cargada de bolsas que ha comprado en uno de los cuatro supermercados del
pueblo, esto no es causa de que sus ojos se dirijan al collar y que haga la
misma operación que Pablo, de miradas y disimulo.
El
bolsillo también es su destino. La luz azul comienza a aparecer a través de la
ranura de su abrigo. Deja las bolsas en el suelo y toma la joya. Nota su calor
y la subida de intensidad de la misma. Una nueva desintegración sucede. Ahora
se queda en una calle peatonal.
En
la vuelta del collar aparecen unos números que van subiendo según el número de
personas engullidas. Cuatrocientos treinta y tres. Curiosamente no corresponde
a la misma época, como si el tiempo y el espacio no existieran.
En
cuanto a la perdida de las personas es curioso porque siempre se dan mil y una
justificaciones, con datos y racionamientos sobre su desaparición, pero todo es
objeto de fabulación.
La
noche ha llegado, con ella, una luna redonda blanca y pletorica. Que solo es
cubierta por algún grupo de nubes. Mientras las hojas siguen rodando sin
encontrar acomodo, nada más que atontamiento.
RECLAMACIÓN
Las
15,10 de la tarde, el autobús ha arrancado dejando una humareda considerable
por la puerta contraria un hombre corriendo, pero es tarde, ya inicia su salida
por la puerta de la estación de autobuses.
El
gesto del perdido es manifiesto de rabia y frustración por no haberle cogido.
El nuevo transporte es por la mañana a las 8 y ya no hay más en todo el día. De
su mano cuelga una bolsa de deporte. Los espectadores que esperan para otros
destinos observan la escena con el mismo sentimiento que si fueran ellos.
Resignado
va hacía la taquilla para ver si le pueden devolver el billete para mañana. La
respuesta que recibe detrás del cristal de la ventanilla, es negativa.
Todavía
con el sudor en su frente trata de explicarle la situación pero su interlocutor
no tiene muchas ganas de escucharle.
-
A la compañía (de autobuses) no le importa sus
circunstancias, así que lo siento. Si quiere un billete para mañana tendrá que
abonar otro nuevo.
Le
explica su situación económica, pero los oídos sordos y un movimiento de
negación en su cabeza es su respuesta.
-
¿Puede darme el libro de reclamaciones?
-
Yo le doy lo que quiera pero ya sabe la
respuesta.
-
De acuerdo me puede dar el libro de
reclamaciones.
-
Si enseguida.
Comienza a buscar pero no lo encuentra. Por
ello llama a la central y le comunican que por un error administrativo no lo
tienen, la solución llegar a un acuerdo con el cliente. Pero ahora llega el
problema como quedar como un felpudo ante alguien que le ha rogado el cambio.
Quiere seguir en sus trece hasta donde pueda.
-
Lo siento pero el libro esta en la central por
ello no se lo puedo ofrecer.
-
Muy bien, sabe que no puede negármelo por ello
voy a poner una reclamación en la oficina de la
estación. Ya que todo esta perdido buscara una válvula de escape.
Según
se da la vuelta, recapacita y hay que dejar de lado, todo el orgullo por el
trabajo, pues puede tener problemas por no haber seguido las instrucciones que
le habían indicado.
-
Señor, por favor (al fin una palabra amable)
venga, mirare si le puedo cambiar el billete para mañana.
-
Hace un minuto mi propuesta fue esa ¿Qué ha
cambiado?
-
Debe perdonarme porque estoy un poco nervioso
por una situación que tengo encima, tratando de disculparse.
-
Está bien cámbiemelo. No quiere hacer leña del
árbol caído. Sabe de alguna pensión económica por aquí.
-
Si en la calle barbería tiene una, en el numero
dos.
-
¿Por donde queda?
-
Nada más salir sube tres calles y tira a la
derecha entonces cruza otras tres calles. Dígale que viene de parte de Dionisio
así le hará un precio mejor.
-
Solo tengo veinticinco euros, ¿cree que será
suficiente?
-
Espere, descuelga el teléfono y le pide que le
haga un favor que es para un familiar.
-
Vaya que no le costara nada.
-
Y eso.
-
Es una mujer que me debe muchos favores y uno es
esté.
-
Pues no sabe como darle las gracias. Me he
quedado sin trabajo y estoy escaso de dinero.
De
una situación espinosa se ha pasado a un estrechamiento de manos. Nada más
despedirse vuelve a tomar el teléfono para llamar a la pensión y decirle que
está persona podría ocuparse del negocio hostelero.
Al
día siguiente torno para devolver el billete pues había aceptado el puesto de
trabajo. Esta vez no hubo problemas para devolver el dinero.
HOSPITAL
El
hospital se llena de pasillos grises que contagian el ánimo de todas aquellas
personas que por allí pasan o que allí trabajan. La mirada al reloj de pulsera
también se convierte en norma. En un lugar que debía ser de calma, donde hay
que recuperarse de una enfermedad o intervención quirúrgica, se convierte en
todo lo contrario todo el mundo tiene prisa. Por ello cada persona quiere estar
el mínimo tiempo en este lugar. La naturaleza esta ausente, son edificios
sobrios y funcionales. Los patios se llenan de cemento o tragaluces del sótano,
las luces fluorescentes están a lo largo de los techos escondidos tras celosías
metálicas. El deambular de pacientes, visitantes de enfermos, médicos y
enfermeras es constante. Todo el mundo cree saber donde va y con gran
celeridad. Algunas sillas ofrecen el descanso o ayudan en la espera.
Pero
las caras largas siguen siendo la tónica general. La climatización hace que el
espacio sea más gratificante. El aire también esta controlado. Todo se quiere
tener controlado como símbolo del avance de nuestro tiempo. Antiguamente, en
los patios, había algún árbol entre los jardines y la gente tiraba los restos
de las barras de pan para que las palomas dieran cuenta de ellos, pero estas
aves dejaban todo lleno de excrementos así que se decidió espantarlas y la
prohibición de alimentarlas, de paso se quitaron lo árboles que daban el toque
de naturaleza. Hoy día este elemento se ha sustituido por monitores de
televisión en todas las habitaciones, donde se puede descubrir la misma a
través de algún documental o como fondo de alguna película o serie o anuncio de
televisión donde se realza el tema de lo natural.
Las
puertas se abren automáticamente pero igual ocurre cuando te marchas del
edificio.
Sombrío
sitio donde la esperanza se llena de prisa, la curación tiene que llegar ya,
nuestra vida de prisas donde el problema es llenar el tiempo en que no se tiene
nada que hacer, paradojas.
FIN DE SEMANA
El
profesor salía de su facultad, con su cartera rellena de fotocopias y algún que
otro examen que tenía que corregir.
Hoy
es viernes termina como tantos y su destino es ir con su mujer al campo a
buscar lo que no encuentra en su vida actual, necesita cambiar de actividad.
Han alquilado una casa rural a doscientos cincuenta kilómetros de su casa.
Les
hablaron muy bien de la zona y buscando
encontraron este alojamiento.
Carmen
trabaja en un banco y nada más dar las tres va a buscar a Antonio, su marido,
en la universidad. Ya tienen la maleta
en el coche que dejaron hecha esta mañana temprano.
Coincidiendo
con la llegada del buen tiempo muchos otros, han pensado como ellos, por ello
tienen que sufrir la caravana de salida.
Los
nervios afloran y comienzan a ponerse nerviosos.
-
Comenzamos bien una caravana de ida que presagia
la de vuelta.
-
Si pensamos así, no salimos de casa, como siempre.
Responde Carmen
-
De verdad,
creo que no merece la pena salir. Remacha Antonio.
No
llevan ni treinta kilómetros y el atasco parece que no tiene solución, primera,
segunda y freno, es la constante.
-
¿A qué hora dijiste que llegaríamos?
-
Sobre las siete, contesta Carmen
-
Nos tocara llamar para decir que es más tarde.
Dos
accidentes encadenados es la causa en el kilómetro cincuenta. Una vez superado
el incidente, los coches, intentan recuperar el tiempo perdido. Son las siete
de la tarde.
-
Ahora si que tienes que llamar para decirles lo
que nos ha pasado.
-
No hay cobertura.
-
Mierda de teléfonos cuando los necesitas tienen
alguna pega. Dice Antonio.
El
sol comienza su descenso. Antonio comienza a dudar de la planificación de
recorrido que ha realizado y echa la culpa a Carmen.
Cualquier
cosa es motivo para discutir. La situación se pone muy tensa.
-
Ya te lo dije, haber ahora como damos con esta
casa que no esta en ningún pueblo. Pero tú con tal de salir. Te da igual todo.
Antonio casi esta gritando.
-
Si venimos hasta este sitio es para encontrar la
tranquilidad que no tenemos por tanto es mala cosa que estemos enojados, vamos
a poner algo de nuestra parte para lograrlo. Dice una Carmen conciliadora.
-
Ya sabes que no aguanto las caravanas, me ponen
muy nervioso, no me puedo controlar, es superior a mis fuerzas.
-
Antonio creo que a nadie de los que van en estos
coches les gusta estar atascados pero no por ello rompen su equilibrio
interior.
-
Pareces un libro de autoayuda, sonríe Antonio.
-
Tengo que decirte que algo he aprendido de esa
lectura.
La
circulación se vuelve a colapsar sin motivo aparente. Nuevas miradas al coche
que pasa en paralelo, que no se sabe porque siempre va más rápido que el carril
contrario al que hemos elegido.
-
Intenta llamar a ver si tenemos cobertura,
solicita el nervioso Antonio que no se ha desprendido de su gabardina de
estrés.
Carmen
toma el papel donde tiene las anotaciones del lugar de destino y marca los
números de la casa de referencia. Por fin hay respuesta al otro lado de la
línea inalámbrica. Indica el kilómetro por el que acaban de pasar. Le dice que
quedan dos salidas, tomamos la segunda por un puente que atraviesa la carretera
y a unos dos kilómetros en una rotonda tomamos la segunda salida. A unos
cuatrocientos metros estará en la puerta de la casa esperándonos.
-
Bueno parece posible nuestra llegada, no me lo
voy a creer.
-
Todo llega, si las cosas fueran todas fáciles no
disfrutaríamos de nada, seria como un bien de consumo, nada valorado.
-
Carmen te veo muy filosófica.
-
Quizás esto aprendiendo a hacerlo de otra
manera.
-
Mira yo ya llevo muchos años con mi manera de
pensar y no es momento de cambiar. Asevera Antonio.
-
Esta es la segunda salida, gira a la izquierda.
-
Espero que no nos equivoquemos.
-
Me lo ha dicho muy seguro, lo habrá que tenido
que haber dicho a otros que hayan venido otras veces. Carmen lo dice en un tono
pausado.
-
¿A cuanto ha dicho que estaba la rotonda que
teníamos que coger?
-
A dos kilómetros.
El
silencio se hace en búsqueda de espera. La rotonda aparece.
-
Ahora tenemos que tomar la segunda salida.
A
unos cuatrocientos metros a la derecha aparece una casa encalada, con macetas
en las ventanas. La noche hace tiempo que hizo su aparición.
Bajo
una luz sobre la puerta de entrada un hombre apoyado en la pared espera la
llegada de sus clientes. Al distinguir los faros del coche se reincorpora para
ir a su encuentro.
-
Sentimos la demora pero ya le he indicado de las
circunstancias adversas. Dice Carmen a modo de saludo.
-
El tráfico no depende de nosotros. Contesta
Jesús. Extendiendo la mano a modo de saludo. Ya que han sufrido las
inclemencias de los coches aquí podrán disfrutar del sonido del silencio y de
los pájaros. Pasen, por favor.
Les
va enseñando la instancia y se detiene a enseñarles el funcionamiento del
calentador y el aire acondicionado por si lo necesitan.
-
Tengo que pedirles disculpas pues el televisor
esta averiado, espero que mañana ya este reparado.
-
Gracias por tenerle estropeado. Dice Carmen con
una sonrisa en la boca.
-
Bueno cualquier cosa que necesiten tienen mi
teléfono no duden en llamarme.
-
Muchas gracias, contesta Carmen mientras va a
cerrar la puerta.
-
Así que sin televisor y encima te alegras,
mañana hay partido de fútbol y me gustaría verlo.
-
Este fin de semana será diferente, haremos cosas
que no hacemos habitualmente.
-
Como piragüismo y escalada. Contesta Antonio
irónico.
-
No hace falta esos deportes para hacer cosas
diferentes.
-
Muy bien, dime tu plan de actuación, para ser un
poco participe.
-
Bien te explico, llevamos una vida regida por
nuestros trabajos y obligaciones, donde no tenemos tiempo de hablar de sentir
otro ritmo.
-
El ritmo de la vida es el que todos estamos
envueltos. Contesta Antonio
-
Pero si es verdad que podemos salir de él.
Gesticula Carmen.
-
Es posible pero durante unos minutos nada más.
Se
han sentado frente a la chimenea que tiene unos troncos preparados para ser
encendida, pero esta apagada. La temperatura es muy agradable. A Antonio se le
hace raro estar sentado en un tresillo sin tener la televisión encendida.
Carmen se había ocupado para que no hubiera televisión el primer día. La mirada
de Antonio va continuamente donde debería estar.
La
conversación entre el profesor y la empleada de banca, convertida por un día en
profesora, sigue hasta que mirada la hora se dan cuenta que no han cenado.
Ambos
siguen la conversación mientras preparan las viandas que traían preparadas.
Antonio descorcha una botella de vino que le regalaron por Navidades. Carmen
pone en la mesa una vela de color verde que va a ser su iluminación mientras
cenan.
La
cena se llena de propósitos.
-
Al final, Carmen, todo es, lo que te decía, unos
minutos.
-
Pero no te das cuenta que si tenemos la hoja de
ruta es difícil perderse.
-
Eso, es teoría.
-
Pongámoslo en práctica.
La
mañana llego radiante invitando a salir. Carmen había vista que un embalse estaba
a un par de kilómetros. Así tomaron un camino que les llevaría a ese paraje.
Habían tomado un desayuno consistente e invitaba a bajarlo.
RUPTURA
Venancio
es un hombre que ronda los sesenta años, rostro surcado y piel con cierta
deshidratación. Es el marido de Mariana, deseosa de aprender y con pocas
reticencias para hacer cambios.
Venancio
de carácter hosco ha dirigido la vida de su matrimonio a su antojo. Sin pensar
que una pareja es cuestión de dos. Su educación y conveniencia le han obligado
a ser así, como en secreto, ha contado al marido de unos amigos tras tomar unos
cubatas.
Un
día Mariana descubre que este sin sentir se puede acabar, tras asistir a una
charla informativa sobre psicología aplicada a la vida, descubre que puede
renunciar a algo que estaba tan establecido como una vieja catedral, su
matrimonio.
-
Venancio, hoy he estado en una charla sobre
psicología.
-
No tenías otra cosa que hacer, que ir a oír a
charlatanes.
-
Si tenía que haber planchado.
-
Entonces, para que pierdes el tiempo. Venancio
no despega la vista del periódico que esta leyendo. Esto Termina de crispar a
Mariana.
-
Pues he descubierto que me he olvidado mucho de
mi.
-
Lo que te has olvidado es de las cosas que
tienes que hacer. Responde secamente Venancio.
-
La semana que viene cumpliré cincuenta y ocho
años, y no pienso despreciar ni un solo de los días que me quedan de vida.
-
Vaya, ahora quieres recuperar el tiempo perdido.
Que graciosa me estás resultando hoy.
-
Contigo me siento sometida, subyugada, anodina.
Solloza Mariana.
-
Vaya palabras raras que utilizas.
-
Sabes lo que es impotencia, esa ha sido mi vida
contigo.
-
Para el carro que ya te estás pasando, creo que
me debes un respeto que no me estás dando.
-
Venancio ¿cuando me has respetado tú a mí?
-
Que tonterías estás diciendo, te he tratado como
una reina, pregúntale a quien quieras.
-
Cuando alguna vez te he planteado algo has
actuado como una pared de frontón y ya he dicho basta.
-
Pero en que sitio has estado que te han lavado
la cabeza.
-
Da igual, es una decisión que he tomado. Quiero
que recojas tus cosas y te marches de está casa.
-
Eh, eh, ya si que te has pasado. Mientras eleva
la voz por fin deja el periódico sobre la mesa.
-
No voy a callar, lo he realizado durante treinta
y ocho años, ya es tiempo de parar, tampoco soporto que me grites.
-
Qué me dices de todo lo que te he dado. Venancio
apunta con su dedo acusador.
-
Esta casa me la dio mi madre por ello es mía y
tu ya sabes el camino.
Una
cara tornada a roja y unas venas del cuello hinchadas dan un carácter tétrico a
Venancio.
-
Donde quieres que me vaya si todo lo que tengo
está aquí.
-
Estaba aquí. Corrige Mariana. Hay muchas
pensiones que pueden recogerte hasta que alquiles un piso. Venancio no te hablo
desde el rencor, que por supuesto le tengo, sino que he visto que cada segundo
de mi vida es lo más importante que
poseo, por ello me sobra la convivencia contigo. Mariana habla pausada pero con
la seguridad que le da su decisión tomada. Yo no quiero que tu cambies, es tu
problema, pero si me importa y mucho mi vida.
-
¿Qué, te has enamorado de un psicólogo? Pregunta
rabiando Venancio.
-
Precisamente un hombre no me hace falta en mi
vida en estos momentos. Así que guarda tus enfermizos celos. Si quieres te
ayudo a hacer la maleta, pero no aguanto más tiempo contigo.
Mariano
por fin aparece abatido, acaba de asimilar la situación que le está poniendo
Mariana.
-
Reflexiona un poco, estás muy alterada, dice
Venancio.
-
Si te das cuenta estoy tranquila, no grito, como
haces tú.
-
Como me voy a ir ahora. Enfatiza Venancio.
-
Pues por la puerta, con o sin maleta.
-
Pero, mujer, no me puedes hacer esto a mi.
Implora destacando un papel que nunca ha sabido hacer por estar fuera de su
forma de ser.
-
Venancio, nunca me has pedido perdón por nada,
ni por la cosa más insignificante. Ahora me tengo que apenar de Venancio. Estás
equivocado por una vez en mi vida me encuentro fuerte y segura de mi misma.
Venancio
no ha movido ni un pie tras haberse levantado. Se encuentra paralizado, la
situación ha desbordado a un hombre que siempre ha creído que movía los hilos.
Por su parte Mariana sigue segura manejando la situación, un papel que nunca ha
tenido por miedo, sumisión o no se sabe qué.
-
Coges la maleta o sales como estás a la calle.
-
Pero mujer vamos a sentarnos y lo hablamos,
Venancio intenta conseguir reconducir la situación.
-
Ahora dices de lo hablamos cuando antes esto no
ha ocurrido.
-
Ya me estás hartando, no me da la gana de salir
de mi casa.
-
Muy bien voy a llamar a la policía, dirigiéndose
hacía el teléfono.
-
No te atreverás a meter a esos en mi casa.
-
Dos nuevos errores: primero mira como marco y
segundo esta no es tu casa. Venancio estás fuera de sitio a si que te vas por
las buenas o por las malas.
-
Te has vuelto loca o que.
-
Alguien hablo de la locura de la razón, así
estoy ahora. Venancio te doy cinco minutos o pulso el teléfono de la policía.
Venancio
se da cuenta que esta perdido y no quiere tener un enfrentamiento con los
agentes pues le afectaría a su trabajo.
Pensamientos se apilan en una cabeza que tarda en procesar las cosas.
Mueve
sus pasos hacía la habitación pues su ex mujer no parece cambiar su actitud.
Una gran humillación le acaba de caer, y se refleja en una cabeza gacha y unos
hombros caídos.
Por
fin una sonrisa de triunfo se fija en la cara de Mariana. Mientras sigue con su
vista los movimientos de Venancio.
Baja
la maleta del alto del armario, pero no sabe como empezar, él nunca se ha
ocupado de la ropa. Mariana le echa una
mano, para doblar las camisas y los pantalones.
-
Cuando hayas alquilado un piso podrás regresar
por el resto.
Toma
los zapatos y comienza a vestirse sin entender nada.
UN
DÍA.
Al
entrar en casa se encuentra cartas que se han metido por debajo de la puerta.
El teléfono sonando, a la vez comienza a vibrar su teléfono móvil. Su adrenalina comienza a subirle a la cabeza.
Mientras
recoge la correspondencia, toma el teléfono fijo. Alguien le llama desde la
escalera.
- Un
momento por favor.
Observa
que numero quiere hablar con su celular. Su bolsa de viaje ha quedado junto a
la puerta de entrada, es hacía allí donde se dirige para ver quien le reclama.
No hay nadie. El móvil ha dejado de vibrar y como numero solo la palabra
teléfono oculto. Termina la conversación y comienza a abrir los sobres
multicolores, facturas y más facturas.
Conecta
su ordenador a la línea en busca de mensajes, más de lo mismo, correos spam y
ofertas de viaje maravillosas.
Se
derrota en una butaca para que la adrenalina deje la señal de alarma que se
había encendido.
-
¿Por qué llevamos una vida tan ajetreada? Mira
al espejo en busca de respuesta, pero ninguna voz sale del marco, solo el
crujido de una silla en el piso de arriba es la única respuesta.
Tiene
una necesidad imperiosa de beber agua, es como si se hubiera encendido la
calefacción y se hubieran resecado todas las articulaciones.
Toma
un vaso y lo llena, con la misma facilidad lo vacía en su boca.
Busca
la emisora que suele oír en su casa y cierra los ojos. Son las nueve de la
noche. Por un lado le gustaría quedarse a descansar en casa pero también le
gustaría salir a tomar algo con sus amigos. Las dos cosas son incompatibles y
la pereza hace que se quede dormido. A las doce siente que estaría mejor en su
cama y hacía allí encamina sus pasos.
Se
desnuda y se mete entre las sabanas, vuelve a coger su sueño y solo la luz de
la mañana le hace volver. Se levanta para tomar una ducha y prepara el
desayuno, Ha dormido doce horas pero le han parecido pocas.
El
teléfono no ha vuelto a sonar, ni el timbre de la puerta.
CONCIENCIA
GRUPAL
Miguel
ha estado apoyado en la pared durante una hora. Ha sido en la espera de un
autobús que parece que nunca llega.
Modifica
su postura para subir el peldaño que le alojan en un vientre lleno de otras
personas que también les ha tocado esperar. Las conversaciones giran a la
rotura del autobús anterior, comentarios de todo tipo que van alimentando un
cuerpo que no existía, y, sin embargo ahora tiene forma. Cada vez se va uniendo
a la crítica sobre la impuntualidad de la empresa que ofrece el servicio de
transporte.
Miguel
es de los ausentes, no entra en esa energía, que cada vez es más, calurosa.
Esperan la mínima oposición para cargar como si de un caballo desbocado se
tratara. Pero solo hay unanimidad, pero tiene que salir la ira frente a alguien
y hay un miembro de la empresa que es el conductor. Por ello comienzan las
frases provocadoras. El conductor permanece en silencio.
Tanto
hinchar el globo, Miguel salta. Y se encara con el último que lanzo la frase
injuriante.
-
Pero no se dan cuenta que este hombre no tiene
culpa de que el anterior vehículo se haya estropeado.
Ya
existe un elemento para dirigir la ira.
-
Usted no sabe que esta situación se repite cada
dos por tres.
-
Y ¿qué solucionan gritando a este hombre?
Pregunta Miguel.
-
Para que lo diga en su empresa, que estamos
hartos. Responde una airada mujer, teñida de rubio platino.
-
Pero a nadie le gusta que le griten y por ello
creo que a este señor tampoco le apetece. Él está cumpliendo con su trabajo,
bastante tiene con la circulación. Lo mejor es que si tienen algún problema
vayan a rellenar los impresos de reclamación, en las oficinas de la empresa.
Dice Miguel en un tono normal sin gritar, pero las respuestas son con gritos y
como vienen de mucha gente se forma un gallinero difícil de entender nada.
Nuevas
quejas se añaden a la de los retrasos y ya la culpa la tiene el gobierno. La
bola de nieve comenzó a rodar y ahora tiene un considerable tamaño.
Curiosamente se hace un vació físico en torno a Miguel, para manifestar que no
es parte del grupo.
La
gente va bajándose en las diferentes paradas. El odio de grupo se va disipando
y aparecen asientos vacíos que pronto son ocupados.
Las
últimas personas descienden en la penúltima parada.
El
conductor se fija que queda la persona que rompió las hostilidades.
-
Quiero darle las gracias por su actitud, tengo
que decirle que me estaban poniendo nervioso y cuando se va conduciendo no es
nada bueno porque se pueden cometer errores.
-
Cuando hablamos a nivel de grupo nos volvemos
irracionales, porque, ya nuestra conciencia, es la real: la del grupo. Y en
nombre de la generalidad se cometen muchos errores...
La
parada llega y la conversación tiene que terminar, se dan un apretón de manos y
Miguel le devuelve una amplia sonrisa.
Mientras
desciende le dice: “nos veremos”.
Miguel
ha reflexionado muchas veces sobre el tema de las conciencias grupales y como
los individuos cambian su forma de ser, por una grupal que siempre, en teoría,
es más acertada que la individual, que se ve muy pequeña con referencia a la
sociedad, por tanto es más difícil estar equivocados un gran numero de
personas. Quizás está actitud empiece a alejar a Miguel de la sociedad, pero
esto es otra respuesta irracional por convertir en enemigos a quien son
compañeros de existencia.
VACACIONES
La
familia ha tomado sus vacaciones con las siguientes trabas, que ahora, en estos
tiempos, lo son: Han tenido que dejar el coche para reparar para una avería
imprevista e importante. Han tomado el autobús de línea, llenos de maletas en
concreto cuatro, una para cada miembro de la familia. Con tantas cosas han
olvidado el elemento imprescindible de la comunicación actual, el teléfono
móvil. Escasas veces han salido de su
casa y desde la llegada de los hijos todavía han sido menos. Así que hoy se
sale con dos inseguridades: coche y móvil.
Tras
descubrir el segundo olvido la pareja se empieza a poner nerviosos.
La
llegada a la estación de autobuses de destino, llega llena de cansancio y de
intentar serenar a unos niños que lo que quieren es jugar y no permanecer en un
asiento viendo el paisaje a través del cristal. Han sido nueve horas llenas de
incertidumbre pues es un lugar en que ninguno han estado, han contratado el
viaje en una agencia que ayer cerraron por vacaciones. Las explicaciones que
han recibido han sido bastante escasas. Por ello llega a una cierta
incertidumbre.
-
Como preguntando se llega a Roma no hay problema. Esto ocurre cuando se sabe a
quien se pregunta, cosa que no ocurre en la llegada. Solo saben que su destino,
esta a dos kilómetros de la estación y que la urbanización se llama: “Villa
Rosa”.
Las
caras de extrañeza de los cuestionados es palpable, los padres comienzan a
ponerse mas nerviosos, los viajes al cuarto de baño se multiplican.
–
Bueno pues se coge un taxi y ya está, el padre
cree haber encontrado la solución. El
primer taxi que consiguen ver libre les abre las puertas y el maletero para
meter las maletas.
–
¿Dónde vamos?
–
A la urbanización “Villa Rosa”
–
No he oído en mi vida esa urbanización, contesta
el taxista. No será “Mar Rosa”.
–
No los datos que tenemos es urbanización “Villa
Rosa” a dos kilómetros de la estación de autobuses. Al llegar allí preguntar
por el edificio IV y en recepción nos darán el apartamento.
–
Pues llevo quince años en el oficio y creo que
conozco un poco la zona, pero voy a preguntar en el bar por si alguien lo
conoce.
Deja a la familia en el coche y se dirige al establecimiento.
Tras pasar unos cinco minutos sale con la cara arrugada, la misma que puso
cuando le preguntaron por la dirección.
-
Nadie lo conoce, ¿tiene algún teléfono de
contacto o algo más?
Minuciosamente
le detallan su periplo y ve el apuro que van pasando, si los adultos tienen
miedo los niños son presa de pavor. Delante quince días y una posible estafa.
-
No se preocupen vamos a la urbanización que les
digo y buscamos el edificio IV, el problema es que está a veinte kilómetros.
-
Está bien vayamos allí.
Pone
en marcha el cuentakilómetros y conecta el aire acondicionado. Los niños piden
por comer. Una madre que comienza a balbucear les dice:
-
En veinte minutos estamos allí.
Dan
por buena la promesa. Los veinte minutos se hacen una hora por las curvas de la
carretera y el tráfico estival. El cansancio se acumula.
Un
cartel indica la urbanización buscada pero por ningún lado aparece el nombre de
Edificio IV. Preguntan pero allí son casas de dos o tres pisos.
El
conductor al observar el apuro que tienen les ofrece quedarse en un piso que
tiene un familiar cerca de la playa.
-
¿Cuánto nos costara?
-
Hago una llamada a ver si lo tiene vació y le
pregunto. Se separa del grupo y llama por su teléfono.
-
Voy a buscar un bar para comprar algo de comer
para los niños, dice la madre...
-
Bien, bien tomate tu también algo.
-
¿te traigo algo?
-
A mi se me han quitado las ganas de comer.
Los
niños comienzan a preguntar en busca de preguntas que no van a ser respondidas
y encima con el tono del nerviosismo de su madre.
-
Sino nos cobran mucho estamos cinco días y
volvemos a casa, ¿te parece? Pregunta un padre nervioso.
-
Parece como si todo se hubiese puesto para que
nuestras vacaciones se fueran a pique.
El
taxista vuelve con un no se preocupen que su alojamiento está asegurado.
-
¿Podemos verlo? Pregunta el cabeza de familia.
- Si
van a limpiarlo un poco y poner las sabanas y toallas.
-
¿Queda cerca de la playa?
- A
solo cinco minutos.
El
sol inicia su caída y hay poco donde elegir.
-
Bien han ido a por algo de comida para los
niños.
-
Cerca ha un restaurante de unos familiares míos,
que les pueden ofrecer una buena comida casera.
De
pronto empieza a notar que están en manos de este hombre que les facilita todo,
pero que nunca habla de dinero. Ya una vez en el coche camino a la ciudad.
-
¿Por cuánto nos va a salir todo esto?
-
No se preocupe que les va a salir por nada.
La
mirada de los padres refleja la incertidumbre que tienen.
-
Nosotros habíamos traído la estancia con la
comida.
Los
niños comienzan a ponerse más nerviosos, se juntan más a sus padres que
responden de una manera más irracional, lo cual hace que la atmósfera sea más
irrespirable. Al estar en ese estado notan que les sobran los hijos por ello al
comportamiento de ellos de acercamiento, en busca de seguridad, responde
irracionalmente con un empujón y un “ay deja de pegarte a mí”. Los niños lo
interpretan como un rechazo y por ello responden llorando lo cual agrava más
las cosas.
El
miedo deja paso al pavor y a la irracionalidad.
EL
ENCUENTRO DE MIGUEL
La
sombra de Miguel es alargada. Las primeras luces del día le han invitado a salir
a dar un paseo por el campo, entre encinas y pinos, como no podía ser en un
paisaje castellano.
Como
últimamente, se ha levantado lleno de dudas sobre las cosas que hace, sobre su
trabajo y su relación con Amaya. Está en
un periodo que nada le satisface por eso ha elegido ir a la casa de un amigo en
un pueblo poco habitado, solo, en búsqueda de la solución a sus problemas.
Mirando el despertar de los pájaros, el roció en las plantas y algún que otro
animalillo intenta descubrir respuesta a sus dudas. Pero quien ha salido con
tapones en los oídos, gafas oscuras, botas y un abrigo muy gordo, difícilmente
recibirá respuestas, por haber elegido aislamiento. Así ha salido Miguel, en
sentido figurado.
Más
adelante sentado en una roca, junto al camino, un anciano está sentado apoyado
sobre su bastón con su vista hacía donde el sol ha iniciado su salida.
Al
pasar frente a él, masculla un buen día.
-
Buenos días tenga usted, contesta el anciano.
-
Realmente hace una mañana muy agradable, haber
sino se tuerce por la tarde. Dice Miguel.
-
Mirando como vuelan las aves se puede decir que
todo el día será bueno.
-
Observando la naturaleza no hace falta
metereologos.
-
La naturaleza es una enciclopedia, solamente hay
que saber leerla.
-
Ya pero ¿como se entiende?
-
Con la observación y la experiencia. Responde el
anciano.
-
El problema es que nos falta tiempo para todo.
Dice Miguel.
-
Entonces rompamos las ataduras del tiempo.
-
Pero eso no puede ser. En el campo también hay
tiempo para sembrar y recoger.
-
Si es verdad pero no empleamos todo el día en
sembrar o recoger, se hace durante una parte del día. Si necesitamos de todo el
día es que estamos sembrando o recogiendo más de lo que necesitamos por tanto
eso nos va a traer otros problemas.
-
Pero todo nos lleva a hacer más y más.
-
Entonces no nos quejemos, es lo que hemos
elegido.
Miguel
se queda reflexionando y le empieza a gustar empezar a hablar con este hombre.
-
Me llamo Miguel, he venido a pasar un par de
días aquí.
-
Yo me llamo Luis y vivo en aquella casa junto a
la gran encina.
-
¿Salé a pasear temprano? Pregunta Miguel
-
Siempre que puedo me gusta recibir al sol
levantado, doy un pequeño paseo y luego me suelo sentar en esta roca para
descansar un poco. Los años hacen que los huesos necesiten descanso más a
menudo.
-
¿Vive solo?
-
Si señor, de momento me puedo valer por mi
mismo.
-
¿Qué edad tiene usted?
-
Los últimos que cumplí fueron ochenta y nueve.
-
Que suerte poder estar como usted.
-
¿Cuantos años tiene usted?
-
Treinta y nueve, pero de pensamientos a veces
creo tener noventa y nueve.
-
Eso tiene fácil solución.
-
Pues ya me dirá Luis, cual es el secreto.
-
No hay secreto. Cuando una tubería tiene mucha
presión habrá que liberarla para que no explote. No es verdad.
-
En el caso de una tubería es fácil pero en
nuestra cabeza, ¿Cómo se hace eso?
-
Muy sencillo nos dirigimos hacía un riachuelo o
río, nos sentamos frente a él y dejamos que los pensamientos que nos atormentan
se vayan con el agua. Una vez vacíos de esa negatividad regresamos como hombres
más ligeros de equipaje.
-
Fíjese Luis, necesito un arroyo, urgentemente.
-
Junto a los chopos pasa una buena cantidad de
agua, es un buen sitio para soltar.
-
Gracias Luis.
LA
TEORIA DE LOS PLANOS
Se
encuentran dos amigos en una cafetería, como suelen hacer cada cierto tiempo.
-
Me siento agredido Miguel, comenta Luis detrás
de la mesa de mármol blanco.
-
¿por quién? Es la pregunta de Miguel.
-
Siento que últimamente hay muchas personas que
se meten conmigo y eso me hace sentirme mal.
-
¿por qué, te afectan esas críticas?
-
En realidad esas personas me dan igual, pero
como son de diferentes aspectos y lugares, entonces si me afectan, por poder
ser un problema mío.
-
En realidad lo que manifiestas es que tu aspecto
de auto percepción, no es muy buena.
-
¿Porque dices esto? Pregunta enseguida Luis.
-
Por como reaccionas a las diferentes fases de la
vida.
-
¿Tú que harías? Miguel.
-
Todo depende de la importancia que demos a las
cosas. Mira Miguel si yo cojo este vaso que tengo frente a mí. Lo doy vueltas
en mis manos, choco mis nudillos sobre su superficie, lo llevo a mi nariz,
termino su contenido en mi boca. Para mí en este momento este vaso es lo más
importante del mundo. Lo que ocurre en Eritrea, en Corea o en mi familia, ahora
no tiene ninguna importancia. Lo más importante es este vaso, paso los dedos
por las estrías de la base, en fin estoy con este vaso. Entiendes Luis.
-
Claro que lo entiendo pero no se donde quieres
llegar con ese ejemplo, Miguel.
-
Pues que de nosotros depende la importancia que
demos de las diferentes cosas de la vida, una de ellas son las relaciones
humanas. Si cualquier comentario, agresión o cualquier pensamiento lo ponemos
delante de nosotros será lo más importante. Entiendes Luis.
-
Si pero viene el problema: ¿Cómo hacerlo?
Pregunta Luis, que toma el vaso de
cristal en sus manos.
-
Como ves, el vaso lo puedes colocar en
diferentes posiciones. Tú, eres el actor, la persona que lo coloca en uno u
otro sitio. Por ello depende lo que hagas con el pensamiento, la acción o el
objeto, lo que hará la importancia que tiene.
Luis
mueve la cabeza afirmativamente pero sus manos siguen un movimiento circular de
búsqueda
-
Suena fácil, pero ya sabes como somos…
-
Por ello te he dicho siempre que las cosas son
tan fáciles o difíciles como queramos que sean. Si aprendemos la teoría de los
planos nos será importante para minimizar tantas cosas que damos mucha
importancia y si se ponen en un plano secundario o terciario pierden la fuerza
que en un principio nos había parecido, que si se coloca en un plano principal.
Ahora como sientes tus agresiones. Miguel afirma con voz segura mientras sus
ojos se mantienen fijos en los de su interlocutor
-
Ahora, no les doy la importancia que tenían.
-
Luego lo has logrado.
-
Si la verdad que llevas razón en la importancia
que des a las cosas es lo que producen en nosotros.
-
Me alegro que lo hayas entendido.
-
Siempre que nos vemos te planteo dudas y siempre
tienes algún argumento para que lo vea de otra manera, realmente eres mi
terapeuta.
-
Ya sabes, que no tengo títulos, todo lo voy
aprendiendo con la relación de las diferentes personas que aparecen en mi vida.
Contesta Miguel.
El
camarero se acerca para retirar las consumiciones de la mesa de al lado y a la
vez los de su mesa. Toma su bayeta para pasar por encima de la superficie de
las mesas.
-
Ahora que se ha llevado los vasos ha
desaparecido el problema, bromea un Luis
que manifiesta una amplia sonrisa.
-
Es verdad, reafirma Miguel. Muchas gracias.
DUDAS
Margarita
apareció tras una oleada de gente que salía precipitada de la boca del subterráneo,
frente a la salida se encontraba Miguel, esperando su llegada.
Un
par de besos sella el encuentro de los dos amigos. Margarita comienza a hablar
atropelladamente, tiene muchas cosas que contar a su amigo.
-
Tenía muchas ganas de verte y mil preguntas.
-
Tranquila, tenemos toda la tarde, en cuanto a
las preguntas me suena a examen y yo no me he aprendido todo el guión.
Contesta, sonriendo Miguel.
-
Ya pero siempre que te he consultado algo que me
inquietaba, has sabido darme la respuesta que necesitaba.
-
Habrá sido casualidad.
-
Me da igual lo que haya sido el caso es que me
ha valido, reafirma Margarita.
-
Si me pones en un plan muy alto y en algún
momento descubres que no lo estoy en ese nivel, quedaras muy defraudada.
-
Yo nunca te pongo en un plano superior sino como
mi amigo Miguel que me ayuda cuando estoy aprendiendo a conducir.
-
Mira ese plano me gusta más.
-
¿Cuál? Pregunta Margarita.
-
El de amigo, maestro es el que ha llegado a un
plano superior y yo no lo estoy. Contesta Miguel.
-
Te parece que nos sentemos en aquel parque en el
banco que está a la sombra. Señalando con el brazo Margarita.
-
Donde mejor que con la compañía y el trino de
esos mirlos, me parece perfecto.
Comienzan
a andar hacía el lugar indicado, que aun no había empezado a recibir las
visitas de las abuelos que juegan en las proximidades: a la petanca o se
arremolinan en las dos mesas donde juegan cartas. Es temprano, pero ya se
agradece la sombra de los pinos.
-
Una vez te hable del dolor que provoca que
algunas personas te producen. ¿Te acuerdas? Pregunta Margarita.
-
Una vez me contaron una historia muy bonita que
me gustaría contártela, referente a lo que estuvimos hablando hace tiempo: dice
que cuando pensamos mal de alguien, es como si claváramos un clavo grande en
una puerta de madera. Si esto lo hacemos a lo largo de una semana, observamos
el resultado, luego aplicamos la resolución que es el perdón, entonces vamos
quitando uno a uno los clavos. Entonces vemos el destrozo que hemos ocasionado
a la puerta, es considerable. Esto nos dice que los pensamientos tienen una
acción energética, comparable a este ejemplo que nos dan. Por ello es
conveniente cuidar nuestros pensamientos, para luego no tenernos que lamentar
el estado de la puerta.
-
Si Miguel eso lo entiendo pero cuando es al
revés.
-
Margarita, nosotros no podemos controlar, ni
debemos, lo que otros piensan, por ello no somos responsables de las acciones
de los demás, ya tenemos bastante con las propias.
-
Pero a mi, me hace daño.
-
No lo dudo, es entonces cuando tienes que
aplicar la teoría de los planos. Miguel le explica en que consiste.
-
Miguel a veces estoy más sensible y las cosas me
afectan más, otras soy capaz de abstraerme. Se sincera Margarita.
-
Si cada vez que nuestro comportamiento
dependiera del estado del tiempo, seria un caos. Esto no ocurre así, por ello
el que las cosas sucedan de una manera u otra depende de nosotros.
-
Pero cuando hay pensamientos repetitivos que nos
aparecen una y otra vez, como deshacernos de ellos.
-
A esos pensamientos les hemos dado una
importancia suprema y es lógico que aparezcan. Pero como un líquido muy
concentrado si lo diluimos en agua perderá su concentración y su fuerza.
Tenemos que coger ese pensamiento y dirigirnos con él a la orilla de un río, a
ese pensamiento le ponemos el nombre de un objeto, entonces introducimos ese
objeto dentro del agua y vemos como la fuerza de la corriente se lo lleva. No
habremos quitado el problema pero si la intensidad que tenía sobre nosotros, ha
dejado de ser principal a secundario, terciario o cualquier otro plano.
Mientras, Miguel ha ido haciendo el movimiento del rió, con sus manos.
-
Cuando estoy contigo, descubro las cosas de otra
manera. Se sincera, Margarita.
-
No soy yo, sino tu capacidad de comprender las
cosas.
-
Pero porqué a veces soy tan cerrada.
-
Margarita no es un problema tuyo sino de todos
nosotros, que actuamos de una manera similar.
-
Es como, has oído hablar de los rincones
secretos donde se acude en búsqueda de uno mismo o de respuestas a cuestiones
que se plantean. Ahí hay una disposición nuestra para que fluya la solución.
Contesta Miguel.
-
Si eso si lo he oído que lo hacen algunas
personas, yo si te soy sincera creo que no tengo ese rincón secreto.
-
Busca en tus recuerdos y verás como hay algún
sitio donde has ido más de tres veces, tu sola.
-
Quizás, en la adolescencia, si me pasaba.
-
Ahora, Margarita, lo has cambiado por el dialogo
con otra u otras personas.
-
Si, puede ser. Estoy recordando. Margarita busca
en sus recuerdos.
-
Es igual, no te preocupes por encontrarlo, cualquier
cosa que ocurra o te suceda puedes manejarla a tu gusto, por ello, nada te hará
que te encuentres mal. Cuando estamos bien, podemos ayudar a cualquier persona
que lo necesite. Miguel muestra sus manos hacía arriba mientras sus ojos
brillan de una forma diferente.
-
Cuando crees que controlas algo, te sientes muy fuerte, segura de ti mismo.
-
Por eso, Margarita tienes que ensayar tanto,
hasta que lo sientas como una cualidad tuya. ¿Entiendes?
-
Claro que si, voy a llevarlo a la practica.
-
Adelante. Contesta Miguel.
RELACIONES HUMANAS.
Luis comenta:
- Dicen que las relaciones humanas son difíciles
- En realidad lo que las hace difíciles son las imposiciones
que todos queremos introducir en ellas.
Queremos introducir valores y metas que son propias, para llegar a
encontrarnos bien, pues eso quiere decir que estamos acertados en nuestra
relación, lo cual, como consecuencia nos hace estar bien. Si no logramos
introducir algo nuestro en la relación, nos sentimos extraños, por tanto, no
estamos bien y nos llega ha hacer afirmar que con la otra persona no
conseguimos estar bien, estar en sintonía. Responde Miguel al pensamiento en
voz alta de Luis.
- Si nos fijamos en las parejas, ya surgen problemas, como no
van a surgir entre personas que tienen poco o nada entre ellas.
- En realidad lo que ocurre es el tener una necesidad: de
sumar o de imponer. Me explicare, si en una relación, del tipo que sea yo voy
con las manos vacías es posible que recoja algo, si voy con el objetivo de
imponer, lo que recogeré son arañazos y erosiones. Miguel muestra sus manos, para
dar sentido a su ejemplo.
- No entiendo bien que quieres decirme. Interrumpe Miguel.
- Si yo ante una relación voy con la voluntad de sumar, voy a
encontrar algo que seguro que me será útil. Si por el contrario voy con la
voluntad de imponer mis criterios, mis gustos, mis… voy a encontrar mil y una
cosas que me separaran de la relación, del tipo que sea, me da igual.
- ¿Pero tu crees que todo el mundo lleva o una o otra
disposición?
- Inconscientemente si, por ello seguimos en la línea que
hemos elegido para no encontrarnos mal.
- Claro Luis, pero controlamos ese inconsciente.
- Muy fácil, con la disposición que llevemos. Imagina ir a un
club de amigos para tu ocio. Tú llevas unas ideas preconcebidas de lo que
puedes encontrar y lo que quieres encontrar, al llegar depende la disposición
de las personas que haya al llegar lo que nos hará que nos pongamos a la
defensiva o por el contrario atacaremos porque lo hay no nos place. Si voy con
la voluntad de encontrar amigos para compartir el ocio, hay muchas posibilidades
que todo lo que encuentre me será bueno, a eso llamo “sumar”. Por el contrario
si voy lleno de recelos, miedos por lo que me pueda encontrar, me molestara
hasta la forma en que me han abierto la puerta, esta la llamo “imponer”.
Te he puesto, prosigue Miguel, un ejemplo pero lo podemos
extrapolar a cualquier otro tipo de relación, por eso te digo que el problema
no esta en la relación sino en nuestra disposición.
-
Te entiendo, Luis, pero me sigue pareciendo
difícil controlar el inconsciente.
-
El inconsciente no se puede controlar porque
funciona de una manera innata ante cualquier situación, pero si yo voy a
caminar por un camino empedrado durante unos cuantos kilómetros, no voy a
elegir unos zapatos de tacón, sino un calzado más cómodo, lo mismo nos dice que
si sabemos por donde vamos, el inconsciente tendrá menos lugar para actuar.
-
Te entiendo, Luis, quieres decir que si sabemos
la hoja de ruta hay menos lugar a la improvisación.
-
Lo has explicado mejor que yo. Contesta un Luis
que muestra una amplia sonrisa. Lo que encontremos es lo que nuestra cabeza, o
nuestros pensamientos, han colocado, un reflejo de nuestro interior.
-
Cuando te escucho lo entiendo de una manera
natural, pero al encontrarme a solas me parece que es como si hubiera visto una
película, no consigo colocar los personajes y la acción. Dice Miguel.
-
Como siempre te he dicho es cuestión de
entrenamiento, contra más veces entrenes, será más fácil hacer el ejercicio
como nosotros queremos, no improvisando ni lo que salga.
-
Luis voy a entrenar.
-
Adelante Miguel.
REPRESENTACIÓN
Junto
a la parada de autobús, hay un corrillo de gente con ropas de colores con gran
bullicio. La gente que esta pasando junto a ellos se detiene para conocer el
motivo de esta actividad. La curiosidad es un arma de poder y por ello a la
menor ocasión se practica.
Unos
jóvenes han decidido disfrazarse y comenzar una obra de teatro, con la calle
como local y con el público alrededor de ellos, cantan canciones jocosas que
transmiten con sus ruidosas palabras y con el ritmo que provocan dos personas
con sendos platillos.
Es
sábado por la tarde y parece que la prisa no tiene lugar entre los espectadores,
parece que pueden interrumpir el paseo a ninguna parte y ver la acción que se
desarrolla.
Hay
preguntas a las personas que contemplan la escena, para involucrarles.
Los
platillos siguen marcando un ritmo que se interrumpe en múltiples ocasiones.
Los
cercanos árboles sirven para ocultarse y servir de telón para que la atención
se fije en el grupo principal, que va cambiando cada cierto tiempo, lo cual da
mucha actividad pero en la que es fácil perderse.
Las
ropas de la vestimenta son de colores muy vivos que dan un colorido mayor a las
escenas.
Como
se van incorporando nuevos espectadores la obra se ensancha con nuevos diálogos
o algunos refrescados que dan mayor recuerdo a las personas que observan desde
el principio.
Padres
que han sacado a pasear a sus hijos se unen al corro que va ensanchándose.
Hay
una especie de narrador que con camisa y pantalones morados va marcando los
tiempos de las acciones y el dialogo con los espectadores, cosa que consigue
con su micrófono inalámbrico y el continuo choque de platillos.
Dos
altavoces escondidos tras dos telas, pintadas en forma de rocas, posibilitan
que los monólogos o diálogos sean perfectamente escuchados por los paseantes.
Las
continuas idas y venidas de los actores contrastan con el narrador, el único
que no sale de la zona central.
Algunos
coches se detienen para interesarse por el tumulto lo que ocasiona la lentitud del
tráfico en la zona.
La
obra tiene mucho de improvisación y tras media hora de trepidante acción, los
actores dan por terminada la misma, ruegan la colaboración económica de los
presentes. Como si el encanto de la obra
se hubiera esfumado los presentes quieren volver a su monótono paseo o camino
del lugar de destino predeterminado. Los siete actores solicitan unas monedas
con sus gorras y es entonces cuando surgen nuevas acciones con los remisos a
colaborar. Uno de ellos esgrime la factura de los trajes comprados para
ayudarse en su solicitud de dinero. Otro lo hace con la factura de la comida,
donde figuran los siete menús. Otro enseña su cartilla del paro.
El
corro desaparece en diez minutos.
Los
actores se sientan en un banco, los que caben y el resto lo hace en el suelo,
cuentan las monedas y las recoge el locutor comenzando el conteo.
Los
altavoces son llevados a dos coches aparcados en la cercanía. Es el destino,
montan lo más rápido posible y ahora hay que ir a otro punto de la ciudad para
representar la obra. Lo harán en cuatro lugares que previamente han
seleccionado. Cuatro públicos diferentes pero parecidos resultados en todos los
lugares.
Al
final se contara el monto total de la recaudación y tras descontarse los gastos
que han tenido dividen entre siete la recaudación.
El
tiempo ha acompañado y la generosidad de los paseantes ha sido bastante buena,
lo cual hace que el balance haya sido positivo.
No
han tenido que dibujar una sonrisa en su cara pues ha salido espontánea en
todos ellos.
Hay
que localizar nuevos sitios de representación para el próximo sábado.
SEPARACIÓN
Mari
Carmen se presenta con ropa informal, despreocupada a la charla que Luis va a
dar. Hace muchas preguntas durante la presentación y luego espera para poder
preguntarle a solas.
-
Buenas tardes me llamo Mari Carmen podría
consultarte algo.
-
Adelante, dice Luis.
Se
toca el pelo, despeinada y con brillo mate. Comienza a describir a su marido y
en el periodo de separación en que se encuentran.
-
Por lo que me estas diciendo tu matrimonio no
funciona.
-
Pues, no, mi marido se baja a jugar la partida
con sus amigos y no salimos con nadie, siempre dice que no le apetece, no
quiere hacer nada.
-
Te repito que tu matrimonio no funciona. Repite
Luis.
-
Que quieres decirme que he estado con una venda,
todos estos años. Reflexiona, en voz alta Mari Carmen.
-
No es que yo te lo diga, es que tú, te lo estás
diciendo.
-
Si pero esto me hace sentir mal.
-
Claro buscamos la justificación de cualquier
cosa, sino nos encontraríamos mal. Imagina que sientes que has perdido un buen
número de años junto a alguien que tenias pocas cosas en común, salvo esos tres
hijos que tenéis y que ahora los quiere utilizar como arma arrojadiza. Contesta
Luis mirando a esos ojos que quieren escapar una y otra vez de su mirada.
-
Cuando decidimos separarnos, sentimos que
estábamos en un callejón sin salida, vimos la posibilidad de la separación.
-
Mari Carmen, creo que habéis tomado la decisión,
pero no sois conscientes, que durante mucho tiempo no erais pareja, sino un
matrimonio que sigue. Pero sin comprender que no erais lo que en principio os
unió.
-
Parece mentira pero es verdad que no he sido
consciente de no funcionar como pareja. No se si me entiendes, Luis.
-
Perfectamente, según vas hablando eres conoces
una realidad que tratabas de ocultar. Nadie, ni siquiera tú debías conocer este
secreto.
-
Pero sigo sin entender porque lo hacía.
-
Te contare un ejemplo, si tu tienes una herida
pequeña, pones una tirita o un aposito con lo cual evitaras que se vuelva a
abrir o te produzca dolor. Así, hacemos nosotros, con las situaciones que nos
han herido. Lo ocultamos y pensamos que seguimos igual, pero la realidad es que
debajo tenemos una herida más o menos abierta. Comenta Luis.
-
Si el ejemplo lo veo claro pero, la pregunta es
si ocurre lo mismo con nuestros pensamientos.
-
Igualmente Mari Carmen, si estás continuamente
pensando en alguna situación pasada es como si tocaras la herida, con lo cual
la cicatrización se hará más difícil e incluso se puede infectar. Por ello es
importante lo que pensemos. Porque esa
situación puede llevarnos a desembocar en una ulcera, en lugar de una
restitución de los tejidos de nuestra mente, igual que una herida de nuestra
piel.
-
Pero, ahora, mi marido opone a los hijos contra mí.
-
Ese es el principio, prepárate a recibir basura,
Mari Carmen.
-
Si pero es muy fácil decir que no actúes, pero
que hago entonces Luis.
-
Si tú sacas basura que tienes acumulada en tu
inconsciente más la que estás recibiendo no crees que va oler mucho más.
-
Pero me esta agrediendo oponiendo a mis hijas
contra mi.
-
¿Cuando es la última vez que te pusiste
arreglada? Pregunta Luis.
Mari
Carmen baja la vista y observa su ropa informal, por fin contesta:
-
Hace mucho tiempo.
-
Por ello ya tienes una buena razón para hacerlo,
sino quieres basura usa limpieza tanto mental como física. Tu pelo esta de
desaliñado, cuídate, para que al verte reflejada en el espejo te empieces a
sentir maravillosa. Si yo me encuentro limpio no voy a aceptar la basura. Es
una manera de pensar que puedes utilizar.
-
Ahora me empiezo a sentir mal por venir de esta
manera.
-
Has actuado como te encontrabas, ahora es el
momento del cambio, al fin y al cabo una separación es un cambio. Sino quieres
el camino de la basura no entres en él.
-
Gracias Luis me has ayudado mucho.
-
Adelante Mari Carmen lo vas a lograr.
CARMEN
Y SU GABINETE
Frente
a la mesa una mujer gruesa, nariz indefinida y dos rosetones en sus mejillas.
Ropa floreada pero de color azul oscuro.
En
la puerta de entrada un cartel que pone: “Gabinete de cartomanancia”, la siempre consulta: “al que ocurrirá”, como
siempre, una interpelación al miedo del que puede ocurrir, en ese cercano
futuro.
Dicen
que estamos en época de crisis, pero en que época no ha habido crisis. Ahora la
palabra se multiplica en todos los medios: escritos, hablados o visualizados,
la palabra llena nuestros oídos y somos cajas de resonancia para otros.
Carmen
está al frente de este gabinete, lo ha abierto hace ocho meses, esta situado en
un edificio comercial que precisamente la palabra ha realizado múltiples cierres
de establecimientos, y ahora, se abren como despachos para diferentes
actividades.
Carmen
arriesgo sus pocos ahorros en convertir la antigua tienda de ropa de niños en
dos salas, una de sala de espera y otra en gabinete en forma de ele,
aprovechando el amplio ventanal que se disminuye, para dar una forma de
intimidad, por medio de cortinas azules con dibujos de estrellas, sol y luna,
para hacerlo más etéreo. Unas estanterías de madera sirven para acoger
diferentes tipos de cajas de velas con diferentes colores, tres barajas de
tarot y diferentes figuras con diferente significado, en la mesa camilla, a
juego con las cortinas, una bola de
cristal en el lado de la derecha. Tres sillas de madera de enea y un cojín
florido terminan con un par de estantes. Sobre la otra pared se colocan más
figuras y tres libros de tarot, perdidas sus formas originales por las veces
que ha sido abierto de una manera excesiva a la tradicional. En la antesala
cuatro sillas plegables y una mesa baja donde se amontonan revistas llamadas
del corazón. Unas macetas con plantas que reciben la luz a través de los
cristales que están en la parte de arriba. Una cadena de música para intentar
aislar las conversaciones de dentro con los que esperan, pues las paredes son
simples tableros de madera que no aíslan acústicamente.
El
presupuesto de Carmen se termino antes de empezar y tuvo que pedir prestado a
su hermana, fue difícil convencerla, pero al final la sangre pudo más que la
razón.
Siempre
tuvo sus diferencias en torno a la profesión que eligió, su madre también se
escondió de su camino, pero en el fondo reconocen una especie de poder en la
hermana e hija.
El
padre había fallecido un par de años antes y no se entero del destino de la
vidente.
Carmen
utiliza mucho el teléfono móvil y por ello carece de fijo. Muchas dudas quieren
ser resueltas con un una llamada pero, ella, ha aprendido a desviarlas a su
consulta, es aquí, donde sufre una transformación que pasa de ser una mujer
vulgar, a persona de consulta, con cierto poder. Sus ropajes le dan ese aspecto
vulgar, de esa persona que duda al cambio. Sus opiniones son respetadas y
llevadas a pies juntillas. Las personas que acuden a ella le dan un poder que
sabe utilizar, con más o menos éxito, pero con la capacidad de unir lo que le
relatan, con la intuición que le pueden dar las cartas o su descubrimiento del
lenguaje corporal de los que acuden a ella.
Muchas
veces es fácil adivinar lo que uno quiere oír, unido con vaguedades que siempre
se pueden utilizar de manera provechosa ante cualquier situación, para
justificar un error de predicción.
Carmen
recibe consultas que giran en torno del amor, dinero y trabajo. Aunque la salud
también llega, sobre todo a las personas de más edad. A veces su trabajo puede
ser rutinario, pero son los interlocutores, los que cambian los matices.
A
veces coloca un pañuelo en su cabeza para evocar a las míticas brujas, pero le
queda bastante estrambótico, lo que hace que se lo ponga, en pocas ocasiones.
Sus aciertos la llevan a tener un aluvión de consultas, que la quitan su hora
de comida, o su mirada a través del ventanal en búsqueda de la vida exterior,
los últimos días del mes hacen más
difícil gastar lo poco que se tiene. A primeros de mes todo cambia y se olvidan
los apuros y se busca la consulta del que va a venir. Como siempre la
inseguridad y los miedos que atenazan a las personas.
Carmen
aprendió de ello y por ello busco: “sino puedes con tu enemigo únete a él” se metió en la oscuridad de la videncia, con
la intención de superarla y sacar provecho de ello.
La
puerta de la oscuridad la abrió y curiosamente empezó a ocurrirle cosas
extrañas.
Carmen
tuvo que aprender la empatía con toda persona que le viene a consultar, para
que ese continuo examen, que cada persona le somete, le sea favorable.
Personas
airadas por no haber encontrado esa empatía hay muchas, no a todo el mundo se
puede caer bien, pero si es importante que sea a la mayoría de las personas con
las que se sientan bien con la consultante.
Carmen
ha aprendido deprisa en fijar los ojos en la persona que tiene enfrente para
entender ese dialogo no-verbal que nos
dice más que cualquier palabra, pues está se puede manipular.
Carmen
se ha sentido de ser una secundona a una persona que le vienen a consultar
personas de muchas escalas sociales, ella es la protagonista donde recibe un
poder que le da cada persona que le viene a consultar. Lo cual da un giro a su
personalidad muy grande, tanto como los kilos que ha cogido, desde hace tres
años. Como protección a solo ella lo conoce. Curiosamente ha tenido un
alejamiento de su marido, que nunca ha aprobado el camino tomado por Carmen. Su
trabajo en la empresa municipal de autobuses le da la seguridad de su vida,
muy consolidada y perfectamente
estratificada, por ello la distancia aumenta día a día.
Carmen
ya inicio los pasos de otra vida fuera de la del matrimonio. Cada vez pasa más
tiempo en su gabinete, donde ha instalado una provisional cocina para comer
allí, con ello ha conseguido tener menos tiempo para ella, pero lo siente como
una liberación. Hasta compro un sofá cama, ya
utilizado en un par de discusiones con su marido.
ESTANQUE
Junto
al estanque colocaron en el parque, esa desagradecida acumulación de agua, del
que surge un chorro de agua, con finalidad de oxigenarla, pero que se ha
convertido en lugar de encuentro de todo aquello que puede flotar y por
supuesto, de lo que no flota, pero como no se ve, es menos agradecido a la
vista que la vista alcanza.
La
culpa se echa al ayuntamiento por no limpiarlo, pero algo que no se ensucia no
necesita ser limpiado. La fuente, el otro día, se lleno de espuma, el
espectáculo era dantesco, lo que da limpieza en las casas, se convierte en
contaminación en el estanque.
Curiosamente,
la basura llama a la basura, es decir que como una cosa está sucia un poco más,
no molesta.
Todo
tiene su historia y la de este parque ha sido un solar que se ha mantenido
alejado de las constructoras al figurar como zona verde.
Nadie
había comenzado a construirle como tal, hasta que un grupo de vecinos quisieron
plantar árboles. Les fueron donados quinientos, de los mismos pero se plantaron
de forma anacrónica sin obedecer a ningún criterio. Cada grupo de vecinos con
unas azadas cavaron el hoyo para instalar al árbol, donde les pareció.
Afortunadamente
había bocas de riego que fueron utilizadas para regar durante los tres primeros
meses. Tras reuniones y colectas populares se compraron bancos y algunos juegos
para niños como toboganes. Es entonces cuando la noticia salto a los periódicos
y cuando el ayuntamiento tomo cartas en el asunto. Planeo un proyecto de parque
con estanque incluida, esto hacía que la mayoría de los árboles perdería su
ubicación.
Comenzaron
a entrar las escavadoras y a modificar el solar. Se traía material que por la
noche se destruía. Esto origino que se vallara el solar y se pusiera
vigilancia. Con lo cual hizo que el nuevo parque empezara a ser rechazado y una
expresión de ese rechazo se manifiesta contra la zona que más superficie ocupa:
el estanque. Desgraciadamente los jardineros se desesperan de recoger basura.
MUJER DELGADA
Elisa
es una mujer excesivamente delgada, su excesivo coqueteo con el mundo de las
drogas, la llevo a un deterioro físico y mental, claramente manifiesto en la
vida que lleva. Primero fue el abandono del trabajo, era incapaz de
concentrarse en lo que hacía, un exceso de nerviosismo, la llevo a solicitar la
baja en el mismo. Segundo fue la ruptura con su pareja, que le puso la maleta
en la calle y cambio la cerradura de la puerta de entrada.
La
familia mira hacía otro lado con los continuos desplantes y sus ganas de
independencia.
La
calle la acogió como lugar de residencia y la mendicidad como forma de trabajo.
El
hambre desapareció en su forma de necesidad física, lo que hace que su
deterioro sea mayor, las monedas que le entrega la gente son empleadas para
comprar cualquier cosa que pueda ayudarla en superar su síndrome de
abstinencia.
Con
la ayuda de unos cartones y unos plásticos ha confeccionado su casa, donde pasa
la mayoría del tiempo, debido a su profunda debilidad. Su olor corporal va en
aumento, pierde la necesidad de beber y la postración es su postura habitual.
Vecinos cercanos a su emplazamiento temen por su vida, pues nunca la ven comer.
Los
pómulos y unas negras ojeras hacen que los pequeños ojos, que en su tiempo fueran
vivarachos, dan un aspecto cadavérico.
Quien
ha tratado de hablar con ella le ha resultado difícil, su voz baja, de razonamiento
inconexo, la han aislado aun más.
El
otoño ha llegado y con el los primeros fríos. El cuerpo de Elisa no los ha
podido afrontar, una manta la envuelve como una mortaja. Hasta pasados unos
días, nadie se ha dado cuenta que el cementerio se había trasladado hacía el
paraíso de cartones y plásticos.
Elisa
cerró sus ojos para no abrirlos más.
RUMOR
Joan
se levanto temprano, como cualquier día, conecto la emisora de radio que da
información nacional e internacional, las noticias como siempre, eran de lo más
triste, donde se muestra lo más depravado del ser humano: Las miserias.
Joan
se dio cuenta que esto era el día a día, las noticias negativas. Entonces
comenzó a idear un plan para cambiar esta dinámica.
Las
noticias corren a una gran velocidad y no entienden de fronteras, ni de lenguas.
No tiene a nadie que puede secundarle en su plan, siempre es una ventaja y una
desventaja.
Tras
pensar en como, llega a la conclusión que hay que difundir un rumor.
¿Cómo? A través de Internet, llamadas a radios y
cartas a periódicos, hablar con quien se ponga a tiro y contarle el mensaje.
¿Cuál? Dentro de un mes se producirá un cambio a
nivel mundial, donde dejaremos de entender el mundo tal como lo entendemos
actualmente, por supuesto el cambio será a mejor.
¿Cuándo?
La fecha será el veintiuno de diciembre de este año, es decir dentro de
cuarenta y cinco días.
¿Quién?
Baso sus predicciones en torno a civilizaciones antiguas, ya desaparecidas.
Inicio
su proyecto y aprovecho cualquier medio de difusión para divulgar la noticia,
incluso puso fotocopias en tablones de anuncios. Todo su ocio lo ocupo en su
proyecto: “como puede influir un rumor en la conciencia de la gente”.
Los
rumores tienen gran importancia y si se repiten en varios sitios, se convierten
en una verdad incuestionable. Él lo ha dicho en tal sitio y en tal otro y
además en, son facetas importantes de lo que consideramos verdades.
Como
es un rumor curioso y de alguna manera, inquietante. Empieza a calar en la
sociedad. El uso de Internet lo hace saltar fronteras y se inician las
búsquedas en los diferentes buscadores al respecto.
A
falta de veinte días la noticia salta a los periódicos con entrevistas a
diferentes personalidades para que hablen del tema.
La
parte más difícil ya se había realizado ahora solo la dinámica lo impulsara en
su crecimiento. La espera hacía el día fijado se llega a hacer curiosa por el
comportamiento de muchas personas que han creído a pies juntos la noticia.
Joan
se siente satisfecho del rumor del que es autor, pero que nunca será reconocido
como autor, esto le deja un mal sabor de boca por no poder ser reconocido como
creador de la misma noticia...
Por
fin llega el día 20 de diciembre, tras su jornada laboral va a comprobar en los
diferentes periódicos si hay algún comentario más, conecta la radio y la
televisión. Se siente nervioso y espera la llegada de las doce de la noche.
Ha
cenado tranquilamente y aguarda la llegada del nuevo día, como si fuera la del
tradicional treinta y uno de diciembre de cada año. Sabe que un buen número de
personas este esperando el que ocurrirá.
Faltan
cinco minutos y nota movimientos involuntarios en pies y brazos.
Las
señales horarias de la radio indican la llegada del nuevo día…
Es
increíble como él, comienza a sentir lo mismo que muchas personas que se
interesaron por la noticia, ha creído su rumor y lo espera como una noticia de
cambio, lo que le llena de intranquilidad.
Se
asoma a la ventana, pero es un día más ¿o no?
Joan
se ha llenado de un sarpullido que le comienza a hacer una comezón
inaguantable. El blanco de sus ojos toma un color amarillento. Su boca comienza
a tener un sabor amargo.
¿Qué
me está pasando? Pregunta Joan frente al espejo, mientras la radio sigue
emitiendo su programa normal.
Un
fuerte sonido, como de una gran explosión enmudece los pocos sonidos
exteriores.
LA
BICICLETA LEVITADORA.
Javier
es un gran estudioso de la mecánica, su sueño consiste en hacer una bicicleta
que se mueva con el mínimo de energía producida por el movimiento de los
pedales, aprovechando la gravitación terrestre, no como un perjuicio sino como
una ayuda.
Estudiando
la ley de los contrarios, encontró que si se opone una resistencia igual a la
ley de la gravedad se conseguiría un efecto de levitación en torno a los cinco
centímetros del suelo lo cual evita que exista fricción con el suelo, la
energía suficiente para que pueda iniciarse, se consigue dando a los pedales,
de esta manera activa la fuerza contraria a la de la gravedad.
Javier
llevo en secreto todo este modelo hasta que no estuviera patentado. Muchas
personas se podrían beneficiar de un vehículo sin residuos y saludable.
Paso
muchas horas estudiando como podía llevar a cabo la ley de los contrarios y
poder utilizarla en su vehículo. Por otro lado era consciente que de su
evolución podía cambiar el curso de la historia pues los coches, camiones y
autobuses podrían hacerlo de la misma manera. Pero él no era tan pretencioso.
Había tenido una ilusión en una noche que no hallaba el sueño y de esa idea fue
madurando un proyecto.
Sabía
que la industria petrolera se le echaría encima comprándole su patente para que
durmiera en el limbo de los proyectos no realizables, a pesar de todo el quería
disponer de un modelo y utilizarlo para su propio disfrute, evidentemente habrá
diferencia con una bicicleta
convencional, pues tendrá que llevar unas planchas para poder llevar el
magnetismo que le permita suspenderse sobre el suelo. Vio que los trenes que
utilizan un sistema de imanes para suspender el ferrocarril ya lo habían
conseguido, la diferencia es que se mueven por un campo electromagnético y
aquí, se utiliza el campo magnético terrestre.
Javier
estaba entusiasmado sin llegar a comprender el verdadero papel de su proyecto.
Con
sus ahorros alquilo un pequeño local para realizar su sueño. Los materiales
eran otro obstáculo, pero Internet le ayudo para conseguirlos. La imaginación y
la improvisación le ayudaban a resolver todas las trabas que aparecían.
De
su idea primera de un bicicleta, fue cambiando hasta parecerse más una moto por
la envergadura de las placas necesarias para conseguir la levitación, el sillín
se modifico por uno más cómodo. También había que pensar en el peso que se
podría transportar, no es lo mismo una persona de sesenta kilos con otra de
cien kilos más lo que se puede transportar.
Javier
fijo el peso total en ciento cincuenta kilogramos. Calculo la energía necesaria para conseguir
el deslizamiento sobre el suelo, obtenida a partir de la producción del girar de
los pedales y tras mucho imaginar como lo podría hacer, hallo la solución.
Una
vez ideado el prototipo se informo de cómo registrarlo.
Nada
más registrarlo comenzaron a lloverle ofertas. Con esto contaba. Pero el sabía
que quería quedarse con su prototipo pues el proyecto se compraría, no para
producirlo, sino para que durmiera en una estantería, le daba rabia que toda su
ilusión se quedara por un puñado de billetes o un numero en una cuenta corriente.
Sintió que debía esperar a que una empresa lo llevara a la practica, aunque
recibiera muchos ceros menos. Su idea de ayudar al planeta en aportar unos
vehículos que no necesitaran de la combustión sino de las propias fuerzas de la
naturaleza, le apasionaba, cada vez era mayor el compromiso de esta idea, le
haría falta la ayuda de otras personas que le ayudaran a aligerar el vehículo,
estilizarle pero la idea inicial era la importante y esa había surgido de su
cabeza, esto le hacía sentirse orgulloso y que no se podía romper este sueño
por la idea de unos números en su cuenta corriente.
Javier
sentía con más intensidad las bocanadas de aire, el color de las cosas que le
rodeaban.
Javier
se sintió libre
MIRADA
Se
encontraba dando un paseo por el campo cuando vio un pequeño conejo que apenas
avanzaba. Al llegar frente a él, tomo la
postura de agazaparse y cerrar los ojos. A Juan le vino a la cabeza, la misma
sensación de impotencia que tenía muchas veces, ante circunstancias que le
desbordaban. Le observo durante algunos segundos más y comprendió que no debía
ser una fuente de estrés ante aquel gazapo pardo.
Las
cotorras hacían sus gritos que hacían llamar la atención a quien por allí
pasara.
Al
ser temprano, los ardores solares no se manifestaban pero si las gotas del
frescor nocturno sobre las cañas secas de algunas herbáceas que dan un olor tan
característico a los campos de castilla.
Juan
abandonó el camino para poder deleitarse de este aroma matinal. Algunos cuervos
levantaban el vuelo, mientras las confiadas urracas siguen en su búsqueda de
alimento.
Descubrió
los ojos de una persona, que descansaba apoyado en un árbol, y que desde que
había dado la curva se fijo en el caminante. Al pasar junto a él, saludo:
-
Buenos días
Pero
no hubo respuesta, los ojos seguían fijos en Juan. Se sintió profundamente
despreciado, pero siguió su camino, no había dado veinte pasos cuando volvió su
cabeza, los ojos del extraño seguían fijos en él. Visiblemente azarado quería
dar respuesta a algo que no la tenía. Por la hora que era, tenía que tornar a
su casa, pero no quería pasar donde estaba semejante sujeto, así que tocaba dar
un rodeo por la colina que se encontraba a la izquierda. Según subía su cabeza
continuaba dando vueltas sobre aquel que no solo saluda sino que además fija la
vista sobre él, lo cual intimida más, al sobrepasar la frontera de las
distancias de protección de cada uno.
Juan
ya no se fija en los árboles o en los animalillos que por allí merodean. Su
cabeza tiene nueva tarea.
-
¿Por qué voy a cambiar mi camino? Abandona la
subida para volver sobre sus pasos. A unos trescientos metros divisa al
extraño. Eleva su cabeza hacía quien le ha despreciado. Los ojos vuelven a
centrarse en la imagen de Juan. Al llegar junto a él pregunta:
-
¿quiere usted algo? Nuevamente los ojos se
quedan mirándose mutuamente pero no hay respuesta.
-
Que hago hablando con una roca. Habla subiendo
su tono, Juan.
Nadie
baja los ojos pero Juan tiene que seguir su camino, al abandonar el cruce de
miradas se siente perdedor pero no por ello sigue retando oralmente al hombre
sentado.
-
Será subnormal, el pobre. Ha aprovechado para
insultar y no terminar del todo con una derrota. Continúa su camino pero vuelve
a mirar a su adversario, lógicamente, en su cabeza. El hombre sigue mirando
fijamente. Juan vuelve hacerlo un par de veces más, mientras maldice de la
presencia del mirón.
El
calor comienza a apretar, igual que en la cabeza de Juan, del que no termina la
imagen del hombre sentado de irse, sino, todo lo contrario, como fuente de
odio. El problema es claro alguien que no había saludado y fijado su vista
llegando a las esferas que Juan considera, su intimidad.
Una
vez llegado a las calles de la ciudad, sigue sin observar lo que le rodea,
incluso se ha saltado un semáforo en rojo que le ha hecho correr para no ser
atropellado.
Quizás
una simple mirada ha supuesto una agresión en toda regla. Juan ha interpretado
de esa manera, el encuentro con el extraño.
Quizás
es una salida a la presión que ha generado una sociedad enferma, pues genera
situaciones donde una mirada es un ataque.
Como
Juan otras personas funcionan con el mismo patrón de comportamiento, algo no
funciona.
EL
REPORTAJE SOBRE LA GUERRA CIVIL
Hace
unas horas Antonio vio un reportaje sobre la guerra civil española, se puso a
reflexionar sobre aquellos combatientes con rostros serios, de incógnito, sobre
que les puede ocurrir dentro de unos minutos.
Curiosamente
quien se pusiera delante de ellos era un enemigo al que había que eliminar. Sin
pensar en la decisión de la vida y la muerte que poseen todas las personas,
todo el mundo que tiene cada una de las personas que aparece delante suyo, por
tanto rival al que se debe matar, con la justificación que sino lo hará él.
Por
mucha justificación que tenga una guerra, ¿Cuál es el derecho de disponer de la
vida de otras personas? Antonio, seguía reflexionando sobre el tema, pero no
encontraba justificación, salvo la general de los suyos, de defensa de no se
sabe que grado tan importante.
Antonio
se siente mal, al pensar que el valor o causa, colectivo. Está por encima de
los valores personales, como es el del respeto a la vida. Curioso como se puede
cambiar tanto como estar en una estación de metro y producirse un incendio y
ver el comportamiento colectivo, donde había personas tranquilas se transforman
en otros seres, donde el objetivo es salir de la estación sea como sea.
Antonio
sigue sin comprender como un arma de fuego puede llegar a ser usada por una
causa general, sin importar quien está enfrente.
La
cara de Antonio se vuelve pesimista y sus facciones son más rígidas.
Quizás
preguntara a otros amigos para saber su opinión sobre un tema como este y así
saber cuanto de opinión general tiene él mismo, o ser un ser más raro, quizás
asocial.
Antonio,
ahora anda más despacio, imaginándose el frente de batalla y las personas que
vienen de frente son sus enemigos, ¿Como actuaría ante ellos? o ¿ellos con él?
La
pregunta está sin respuesta.
RESIDENCIA
¿Como
hablar de un asunto, sin lograr herir a la persona con quién se va a ver?
Está
cuestión estaba en la cabeza de Vicente cuando iba camino a la casa de su
madre, en realidad ya son dos días los que lleva dando vueltas al mismo. El
sueño ha sido poco conciliable, pues la importancia que para él tiene, es tan
grande que ocupa toda su vida.
Su
madre ronda los ochenta años y es de esas personas que no rectifican, lo que
ella piensa, es una verdad, sin más arco de color.
Vicente
ha heredado alguna de sus características maternas pero también algo de la
flexibilidad de un padre muerto hace cinco años. Sabe que la edad endurece las posturas y nos
vuelve más inflexibles, por creer que la experiencia es un grado supremo en la
vida.
Vicente
sabe que algunas veces esto es verdad, pero también limitante para otros
aspectos.
Hoy
tiene que decir a su madre que tiene que ir a una residencia, sabe la respuesta
colérica, que va a recibir, pero ya no puede seguir viviendo sola.
Vicente
tiene dos hermanas pero viven en otros países, lo que ha hecho su ocupación
sobre su madre, lo que le ha llevado reprimendas y solemnes enfados. La gota
que colmo el vaso fue el incendio que hubo en la cocina, por dejarse una sartén
al fuego y olvidarse de ella hasta que las llamas alertaron a los vecinos.
Como
cualquier persona, autoritaria, no admite sus errores y la culpa siempre es de
los demás. Pero ya Vicente tiene que tomar una decisión, con el siguiente
sentimiento de culpa, pues conoce que no se adaptara a normas que prescriban
otros y será como enterrarla en vida, al menos ese es el sentimiento que él
tiene.
Según
se va acercando a la casa de su madre va temblando, su mano ha cogido un cierto
tic. ¿Cómo enfrentarse a su madre?
La
llave difícilmente se introduce en la cerradura.
LA
PRISA
-
Miguel si sigues yendo tan deprisa, te meterás
en una cadena de la que difícilmente podrás salir.
-
Ya, Luis, pero sin darte cuenta estas ahí
metido. La pregunta es como salir de ella.
-
Yo te propongo que vayas a cualquier jardín y
observes una flor, te acercas poco a poco a ella y observas todos sus detalles,
olor, color y hasta sabor, en algunas especies. Obsérvala detenidamente,
sabiendo la grandeza que ha puesto la naturaleza en ella, tomate tú tiempo y
luego, si quieres, sigue corriendo. Esta pausa en tu loca carrera te hará
observar que no eres único, que la vida esta llena de cosas maravillosas, pero
sin embargo no tenemos tiempo, para poder observarlas. Que triste las
limitaciones que nos ponemos con la excusa, de que siempre existe algo, más
importante. Esto justifica, todas nuestras acciones.
-
La verdad es que si hacemos eso, tenemos la
impresión de que estamos despreciando el tiempo. Cumbre de nuestra vida,
comenta Miguel.
-
Ya lo se, pero nosotros y solo nosotros podemos
romper ese circulo que nos aprisiona y marca nuestra vida. Afirma Luis.
-
Como siempre dices, hay que probarlo. Hoy a media tarde voy a hacer tu experimento
y te contare que ocurre.
-
No te creas nada, llevado a la práctica y si te
vale, genial, puedes recomendárselo a otras personas, porque lo importante es
compartir todo aquello que nos hace crecer.
-
Gracias Luis, siempre me ayudas con tus
consejos.
-
Gracias a ti por ayudarme a comprender esta vida
en la que estamos inmersos. Una amplia sonrisa aparece en la cara de Luis,
mientras comparte sus pensamientos con Miguel. Muchas veces las pequeñas cosas,
los pequeños consejos, llegan más que las grandes enciclopedias, llenas de
información o como las grandes conferencias.
REFLEXIONES
-
Siempre es significativo que las personas
optemos por las opciones fáciles, las que no nos crean complicaciones. Comenta
Luis.
-
Es cosa de ser cómodos. Responde Miguel.
-
Pero la comodidad no es sinónimo de bienestar,
el no hacer lo interpretamos como relajación. Si reflexionamos nos damos cuenta
que esa no-acción nos da muchos problemas posteriores, como consecuencia
tendremos que utilizar más energía que a su vez nos generara más cansancio
-
Nuestra cultura está basada en la comodidad.
-
Pero no tenemos que aceptarla a cualquier
precio. Aquí entramos en la sociedad consumista, que nos dice que con dinero
podemos hacer cualquier cosa, incluida la felicidad, como si fuera un bien
adquirible con dinero. Responde Luis moviendo las manos.
-
Lo que me he dado cuenta de que las cosas duran
cada vez menos.
-
Mira Miguel, los valores van cambiando como la
ciencia misma. Lo que hoy es una verdad indiscutible mañana deja de serlo. La
física quántica ha demostrado que lo que durante siglos hemos pensado que lo
más importante es lo material, por lo que se han regido, muchas civilizaciones
deja su paso a algo que no se puede tocar, estoy hablando de la energía, del
pensamiento. Nuestros palacios se convierten en algo que son electrones en
movimiento dejamos la materia pura y dura, por algo más fluctuante, no te
resulta curioso.
-
La verdad es que cuanto menos da que pensar. Es
como si todo nuestro pensamiento se tambaleara y no tuviera unas bases
sólidas. Esto conlleva un vació en
nuestras mentes.
-
Efectivamente ese es precisamente lo que le
ocurre a muchas personas que se han perdido con la cultura del no tener y por
tanto una frustración. Como consecuencia de ello se ha buscado la compensación,
con drogas, alcohol, trabajo, sexo etc. Que les lleva a un hundimiento físico y
psicológico cada vez mayor. Los jóvenes cada vez, ven menos salidas y las que
hay no les convencen, la población más adulta sufre los desencantos de una vida
que se presenta maravillosa pero que a ellos no les llega. Empantanados en
pagar hipotecas o bienes de consumo que solo satisfacen, un tiempo muy pequeño,
como a un niño, un juguete nuevo.
-
Curioso Luis, pero estoy viendo los valores de
nuestras sociedades y me doy cuenta del laberinto del mismo. Precisamente se
junta con la gran crisis mundial realizada por el capitalismo.
-
Efectivamente los cimientos se tambalean y es
momento de realizar cambios.
-
Pero tú crees que esos cambios, cimentados en siglos
de consistencia, pueden producirse.
-
No solo lo creo sino que estamos viendo los
inicios del mismo, queramos o no el cambio se va a producir y esto se producirá
en todos los niveles de todas las sociedades.
-
Eso me suena como tantos agoreros que hemos oído
del fin del mundo.
-
Miguel acabas de reflexionar que es verdad que
hay muchas cosas que dejan de ser como estábamos viendo.
-
Si Luis, pero me resisto a creer ese cambio que
comentas.
-
He analizado las conductas de las personas en la
sociedad, los pilares que sostienen a nuestras civilizaciones y de acuerdo a
pensamientos de otras personas he conseguido ver la vida de otra manera. No es
pesimista pero si abogada a un cambio.
Miguel
baja su cabeza y sujeta su cabeza con sus brazos apoyados en la mesa.
-
Siempre ante cualquier cambio tenemos nuestras
dudas, que a su vez nos genera miedo, como consecuencia tenemos por resultado
estrés, nuestra cabeza comienza a saturarse y actuamos como cuando colocamos
una olla a presión al fuego.
-
Si Luis pero tienes que reconocer que si sabemos
la fecha de nuestra vida esto genera miedo.
-
Hace mucho leí, “vive cada día como si fuera el
último de tu vida”, si hiciéramos caso a ese dicho viviríamos la vida más
plenamente. Sin embargo nos dejamos ir. Y solo tememos el que sea verdad.
Porque vivimos morimos es una ley natural, que no queremos aceptar. Como si nos
fuera mal asumirla.
-
Llevas razón, a veces cuando vemos esta
maravillosa tierra nos sentimos muy pequeños y ese sentimiento, quizás, nos
haga comportarnos de esa manera.
-
Pero si sentimos que somos parte de ese
engranaje que es el cosmos, la cosa cambia. Me recuerda el cuento sobre cual es
el órgano más importante del cuerpo humano. Imposible determinar la supremacía
de uno sobre otro, porque sin la ayuda del órgano, aunque sea el más pequeño,
sería imposible la perfecta armonía, que representa nuestro cuerpo. A algunas personas,
se les extirpa una parte de su cuerpo y la vida sigue, por un proceso de
adaptación, pero la armonía se pierde. Nosotros formamos parte del cosmos y somos
una parte importante aunque seamos como un grano de arena en la inmensidad del
desierto.
-
El problema es cuando nos sentimos grano de
arena.
-
Quizás el ejemplo no sea el mejor, pero ahora
piensa en un reloj antiguo cada pieza esta interrelacionada con el resto de
piezas si una esta deteriorada, el conjunto no funciona.
-
Si creo que este ejemplo es mejor.
-
Todos y cada uno de nosotros somos importantes
para la configuración general.
-
Pero si falta alguno, no pasa nada.
-
Evidentemente no, pero pregúntale al pastor que
ha perdido una oveja. Buscara por encontrarla y no se encontrara bien hasta que
de con ella.
Están
sentados en una mesa de un parque, con una temperatura agradable, uno frente a
otro, donde pueden observar las posiciones corporales y el énfasis que muestran,
en sus palabras.
Junto
a ellos unos niños juegan con la arena, ayudados de palas y cubos, mientras sus
padres están sentados en otro banco, hablando de problemas de trabajo.
Un
cachorro de perro juguetea con la correa que le tiene sujeto.
La tarde esta terminando
y el sol en el horizonte toma su tono nara