domingo, 22 de octubre de 2017

CUENTOS IV




CUENTOS PENSANTES
    


FRANCISCO SANCHEZ PELAEZ




















INDICE               
ESPEJO
PAG 3
PODER
     5
CONSUMO
     9
CRISTIAN
    11
PREOCUPACIÓN
    15
AZAR
    18
SI ENTRAS HORMIGA, SALES OSO
    20
NUEVO TRABAJO
    23
COLLAR DE TURQUESAS
    32
RECLAMACIÓN
    34
HOSPITAL
    36
FIN DE SEMANA
    37
RUPTURA
    41
UN DÍA
    44
CONCIENCIA GRUPAL
    45
VACACIONES
    47
EL ENCUENTRO DE MIGUEL
    50
LA TEORIA DE LOS PLANOS
    52
DUDAS
    54
RELACIONES HUMANAS
    57
REPRESENTACIÓN
    59
SEPARACIÓN
    61
CARMEN Y SU GABINETE
    63
EL ESTANQUE
    66
LA MUJER DELGADA
    67
EL RUMOR
    68
LA BICICLETA LEVITADORA
    70
LA MIRADA
    72
REPORTAJE SOBRE LA GUERRA CIVIL
    74
RESIDENCIA
    75
LA PRISA
    76
REFLEXIONES
 


A MODO DE INTRODUCCIÓN
Cuando me decidí a escribir está cuarta entrega de cuentos, sabía que tenía que continuar escribiendo. Cuando dejas de escribir es como si te callaras y en un mundo donde necesitamos la comunicación, el callar es negativo.
La escritura es una liberación donde dices y por supuesto, te dices, muchas cosas que una vez releídas te dicen algo más. Es como cuando miras un cuadro o escuchas una música, puede ser algo fugaz o algo reflexionante, por supuesto que a mí, me gusta más la segunda manera.
A lo mejor quien lee estas letras que componen palabras, y a su vez frases, y a su vez cuentos, y a su vez sentimientos, y…
Mi objetivo en la escritura es compartir, si algo puedo ayudar a alguien ese también forma parte del mismo. Por ello cuando he buscado el titulo de la reunión de cuentos, lo llame: “Cuentos pensantes”. Siempre con la idea  del positivismo que refleja nuestra elección ante la vida y por supuesto un punto personal, de ver la vida.




















 ESPEJO

A lo lejos, junto a la valla que circunda la casona, la carretera llega hasta la puerta metálica, que termina en un camino de arena con piedrecillas grises. El candado que debió existir, no esta. La puerta se abre con un crujido semejante a un anquilosamiento por parte del tiempo donde las bisagras no vieron el aceite. La valla es de piedra rodeada con líquenes y helechos, dos filas de alambre de espino coronan la cabeza de la valla, recogiendo restos que ha transportado el viento, como plásticos, que la han dado un nuevo cuerpo, haciéndola más alta.
Camino, solo, hacía el edificio, en su tiempo fue un balneario. Una fila de árboles escoltan el camino con su sombra para los días de calor, hoy aparecen desnudos de hojas pero con la visita de algunos pájaros que con su piar amenizan el camino. Según me voy aproximando observo la falta de cristales en algunas ventanas. Siempre me dio rabia el ver edificios que se dejan perder y más cuando son grandes, útiles para tantas cosas. La puerta de entrada está semiabierta, en un intento de invitar a pasar. Así lo hago un montón de basura me impide abrirla entera, pero si lo suficiente, para poder pasar, una pila de cajas de madera, plástico y cartón son la causa. El suelo aparece lleno de restos, tanto de hojas que han pasado por las ventanas rotas como de cosas olvidadas o inútiles.
En frente, una escalera, con falta de algunos escalones, mostrando los primitivos ladrillos, la barandilla, milagrosamente subsiste.
Huele a humedad, el viento da el sonido que le falta a una casa abandonada.
En el primer piso, algunas paredes han desaparecido, las que quedan en pie están desconchadas o llenas de pintadas de quien tenía la necesidad de que todo el mundo sepa que ha estado allí en algún momento, en otras aparecen frases. Un pasillo largo abre habitaciones a cada lado. Ninguna puerta queda, han sido utilizadas en las diferentes hogueras acaecidas.
Los techos que no están tiznados aparecen pintadas. Restos de velas han sido la fuente de iluminación y de lapicero.
Justo al final, del pasillo, una cortina de plástico dando forma a una puerta que debió existir.  Mis pasos se encaminan hacía allí.
En frente una ventana acristalada por más plástico, a la derecha un gran espejo roto en varios extremos, muy rayado y la imagen reflejada de una mujer vestida de negro sentada frente a él.
-      Buenos días, es mi saludo, sintiéndome invasor de un hogar.
-      Hola, es la respuesta de alguien que no ha cambiado la posición de su mirada.
-      Perdóneme, pensé que no había nadie, es mi alegación a mi intromisión.
-      Aquí, puede venir quien quiera, es su respuesta.
Está sentada encima de unas laminas de goma espuma que en su tiempo debieron de ser de algún sofá, a su lado una manta de franjas amarillas, marrones y rojas.  El espejo está apoyado en la pared por la zona más recta.
Descubro una mujer de facciones duras, de mentón prominente con un anorak que le llega a las rodillas, un pantalón de chándal de forro polar también negro, dejan ver unos botines con carencias de piel, es su vestuario. Su posición no ha cambiado en ningún momento.
-      ¿vive usted aquí?, pregunto.
-      Si, desde hace dos años.
-      Dos años es mucho, para vivir en estás condiciones.
-      ¿Cuáles?
La pregunta me deja dubitativo.
-      Bueno, vivir en un edificio destartalado.
-      Cuando llueve, tengo techo, cuando tengo frió me sirve de resguardo.
-      ¿se necesita algo más?
-      Seguramente no, pero cuando uno esta acostumbrado a poseer.
Por fin cambia la posición de la cabeza hacía mi.
-      Cuando uno tiene muchas cosas, estás hacen que no te puedas mover. Yo lo que tengo es: esta ropa y la que tengo en esa bolsa.
-      Pero aquí tiene cierta inseguridad.
-      Quien nada tiene, nada tiene que perder.
-      Pero usted tuvo que vivir de otra manera.
-      Precisamente porque tuve otra vida estoy en está.
-      Me permite que presente, me llamo Pablo.
El rostro afilado empieza a tener una transformación, comienza una dulcificación que lo empieza a hacer agradable.
-      Yo me llamo Pilar, extiende su mano hacía mi.
Una mano huesuda se acerca hasta mi mano, no dudo en estrecharla y notar el calor de la misma.
-      Realmente no esperaba encontrar a nadie, pero también es verdad que no soy de por aquí, salí a pasear y me encontré este edificio y algo me dijo que debía entrar.
-      Solamente grupos de chavales suelen venir, saben de mi existencia y se suelen quedar en la parte de abajo, toman botellas de alcohol, cantan, cuentan historias, vomitan y hasta algunos lloran, después se van.
-      Pilar te puedo preguntar en que empleas tu tiempo.
-      Mira esté es mi compañero de él aprendo todo. Me señala el espejo.
-      Pero la imagen es siempre la misma.
-      ¿Tú crees que todos los días son iguales?
-      Los días no son iguales pera la imagen que aparece en un espejo es siempre la misma. Contesto seguro.
-      Pablo una cosa que he aprendido es que lo que aparece en un espejo es tu interior. Si tu quieres aprender de ti, nada que mejor que un espejo, porque lo que esta dentro esta fuera. Te lo diré de otra manera para que lo entiendas todos los defectos que observas en los demás, son los que tú tienes.
-      Quieres decir que si yo veo que alguien esta haciendo algo malo, es
algo que a mi me molesta.
-      Lo que te molesta de los demás es algo que a ti te molesta, y mucho.
Me siento frente a ella en una lámina de goma espuma.
-      Mejor ponte junto a mí, frente al espejo para que puedas entenderlo.
Así lo hago, mi reflejo es polvoriento y matizado por múltiples rayas.
-      Yo intento verme para descubrir mi interior, te puedo decir que no es una tarea fácil. Pero es mi camino de interiorizar. Contesta Pilar.
-      Quizás hayas cogido el más difícil.
-      No lo dudo pero es el que he elegido.
Se hizo el silencio. Nuestras miradas fijas en el espejo.




 PODER

Juan va al encuentro de Jaime, hace bastante tiempo que no hablan y por ello han decidido juntarse en la casa de Jaime.  Tiene un apartamento con una habitación, la otra es un salón que también hace las funciones de cocina y habitación de invitados. Tiene una ventana grande y hasta la puerta posee una ventana con su persiana, aunque el cristal es traslucido da la suficiente claridad para los días nublados.
Como no es la primera vez, cada uno trae los componentes de la comida, postre y un vino para acompañar las viandas.
-      Llevo dos semanas pensando sobre el poder, dice Juan, cuando han terminado la comida y han cogido el sofá para hablar tranquilamente.
-                  Pero el poder político te refieres.
-             En general la necesidad que tiene el ser humano de tener poder.
-                  Así expresado suena raro, contesta Jaime.
-                  Pienso que cualquier persona necesita compararse para sentirse importante, quizás sea debido a que nos sentimos muy pequeños y comparándonos somos capaces de sentirnos fuertes. Comenta Juan.
-                  Pero dame algún ejemplo donde pueda ver lo que estás diciendo.
-                  Cualquier relación humana lleva un concepto de diferenciación y si yo veo que alguien hace las cosas peor, me siento bien porque yo las hago mejor, es como un pequeño triunfo, suficiente para encontrarme a gusto. Al cabo del día sumo mis triunfos y hago que mi vida sea importante.
-                  ¿Pero tú crees que eso ocurre en todas las personas? Cuestiona Jaime.
-                  Incluso cuando tú y yo hablamos y ponemos nuestro punto de vista sobre las cosas. Actúa nuestro inconsciente buscando ese triunfo que al fin y al cabo es poder.
-                  A esto te estás refiriendo cuando hablas de poder, levantándose a poner el agua a calentar para poner una infusión.
-                  Te apetece la de siempre o una nueva que compre el otro día.
-                  Venga probemos ese brebaje nuevo.
Toma el agua y pone una tetera metálica, de las que pita cuando el agua está caliente.  Saca un par de tazas y unas pinzas para preparar infusiones, que llevan el colador incorporado. Esto le da tiempo para la reflexión de Juan.
No tarda en silbar la tetera e indicar que hay que poner el agua caliente sobre las pinzas, en las tazas y comience el coloreado del agua con las hierbas seleccionadas. La comida ha sido abundante y hace falta una ayuda digestiva.
Aprovechando Juan ha ido por un CD de música nuevo, busca entre el montón de letras minúsculas la que ahora puede apetecer.
-                  Pero ¿no piensas, que no se puede englobar a todo el mundo? Mientras sirve la infusión, pregunta Jaime.
-                  Yo creo que quien hasta se siente maestro busca la diferenciación con el alumno para sentirse importante, vuelvo a llamarlo Poder. A lo mejor lo que falla es mi palabra, que yo lo llamo de esa manera. Las manos de Juan matizan sus palabras, abriéndose.
-                  Si procuramos diferenciarnos y hasta sentirnos seguros, pero yo no lo había interpretado como tú, en llamarlo Poder.
-                  Si a lo mejor se puede llamar triunfo, superioridad, pero yo creo que es Poder. El primer sorbo hace separar la taza de la boca, al notar su calor. Juan lleva la taza al plato.
-                  Siempre queremos imponer nuestro criterio, eso es verdad, pero nunca me había parado en pensar en lo que tú llamas Poder. Matiza Jaime...
Es como si los dos amigos hubieran encontrado una conexión común, empezando a surgir comparaciones que daban la razón a los pensamientos de Jaime.
-                  Sin embargo ha surgido un movimiento en América que se autodenominan “loser”, que traducido significa los perdedores, haciendo un alegato precisamente del Perder, la no necesidad de ganar, quizás esto nos haga reflexionar, sobre este mundo donde se quiere ganar o poseer. Comenta Juan.
-                  Si he oído hablar de ellos pero no se sino es algo anecdótico, una moda o si realmente existe.
-                  Lo mismo he llegado a pensar yo. Se  que hay personas que no tratan de imponer sus ideas pero es tan difícil controlarlo todo, que seguro que el inconsciente nos cuela alguna faceta de Poder.
-      Puede ser, al fin y al cabo somos humanos.
La infusión llega a su fin y el tiempo marcado para hablar se ha terminado. Así que quedan para dos semanas para seguir reflexionando sobre el Poder.


 CONSUMO

Pablo comenta mientras da vueltas por las calles: “Siempre he pensado que el consumo es como una gran boca que todo lo engulle. Vivimos en una sociedad que todo es producto para consumir y una vez realizado llega la frustración porque no nos ha llenado y necesitamos más y más”. “Todo lo llevamos a la faceta de consumo”.
Aurora afirma con su cabeza:
 – Cuando se habla de crisis de valores se está aludiendo a esto, precisamente.
 - Lo peor de todo es que se nos ha metido como un virus dentro de nosotros y respondemos de la misma manera. Comenta Pablo.
     - Pero como cualquier enfermedad se puede salir, responde Aurora.
- Quizás si, pero es como una conciencia que te envuelve, porque donde mires está.
- Si esto fuera así todas las culturas funcionarían de la misma manera, pero si te das cuenta, hay gente que no lo ve así. Reflexiona Aurora.
- Yo por más que le doy vueltas me vuelvo más y más pesimista.
- Razones ahí, pero Pablo, si otras personas han podido hacerlo, nosotros también.
- Tal vez me haya llenado de pesimismo pero veo que todo se ha construido para el consumo. Pablo dice su respuesta bajando la cabeza y viendo como la sombra se alarga con el crepúsculo.
- Te vuelvo a decir que es verdad pero por encima de este escaparate estamos nosotros nuestra voluntad.
- Pero nos olvidamos, Pablo sigue en su actitud negativa.
- Una vez aprendí, sonríe Aurora, que cuando nos despertamos tenemos dos opciones: Una estar triste y otra estar contento. La eterna dualidad de los dos caminos uno te hace sentir bien y el otro te hunde un poquito más. Pero siempre somos nosotros los que elegimos, la culpa no la tiene el tiempo atmosférico que hay afuera o el reloj que marca las horas, no hay culpa sino manera de sentir. Aurora comienza a brillarle los ojos.
- Si Aurora comprendo lo que dices pero eso es teorizar, en el día a día eso no se cumple, nos dejamos llevar. Afirma Pablo.
- Ahora imagina que vas a la estación de trenes y sacas un billete para Córdoba, te montas en tu tren y ¿donde crees que vas a llegar? A Cantabria, Valencia o ¿Dónde? El tren tendrá paradas intermedias, ¿probablemente?, pero donde si te llevará es a la ciudad de Córdoba.
Si nos dejamos llevar lógicamente es como ese tren que hayamos elegido.
Gesticula Aurora.
- Debemos fijarnos en quien consigue los objetivos, porque si ellos lo han podido hacer, nosotros también. Remata Aurora.
- Si está claro que te entiendo, pero lo que descubro es que cada vez que levanto una piedra me encuentro el consumo. Llámese alimentación, salud, cultura, viajes, ocio etc. Comenta Pablo.
- Una sociedad se va formando como una tela de araña, donde todo tiene relación con todo y aunque una cosa esta alejada de su núcleo, tiene la misma esencia.  Ahora es el como nos movemos en esa tela, podemos quedarnos quietos sin más, desde luego es la postura más cómoda o desplazarnos para encontrar nuevos espacios donde encontrarnos bien. Si te das cuenta en la tela de araña se forma entre varias cosas, pueden ser ramas, oquedades, etc. Pero siempre entre algo que la sostenga, más allá hay otra vida y esa es la que podemos buscar si la que tenemos no nos llena. Aurora contesta fijando su vista en los almendrados ojos de Pablo.














CRISTIAN

Cristian vive en un barrio de una zona industrial de una gran ciudad. El paro ha hecho mella en una gran parte de la población. El cierre de dos industrias ha dejado un pueblo con un montón de gente ociosa.
Siempre se lamenta uno por no tener tiempo y cuando se tiene no se sabe por donde empezar.
Cristian ha sido una de las últimas victimas, el no tiene la suerte de poder cobrar el seguro de desempleo, su edad no le ha permitido ni formase un currículo ni tener el suficiente tiempo cotizado para tener el colchón de unos meses pagados en busca de un nuevo empleo.
Las calles se llenan de personas que hablan de lo mismo, las caras tienen el mismo color que las ropas y los pensamientos.
Cristian tiene un problema añadido y es que se ha metido en la compra de un coche de segunda mano, con el correspondiente recibo del banco a final de cada mes, su familia esta a la última pregunta por ello no le pueden ayudar, así que el coche se tendrá que quedar el banco con él.
A veces se monta en él, pero sin arrancarle, para sentir el tener algo propio y que en poco tiempo dejara de ser suyo, lo mira con añoranza, pero el destino es claro. Esta tarde han quedado en el coche para reunirse, no hay dinero para ir a un bar.
En casa han elaborado un currículum para dar en cualquier sitio, pero a los sitios que llega ve el montón de gente que ha llegado antes que él.
A la hora de la comida comentara este dato para reafirmarse en su penuria, hace apenas cuatro meses cumplió los dieciocho años. Miles de sueños surcaban su cabeza, incluso miraba a las chicas de otra manera. Ahora el sueño esta roto y la incertidumbre marcan sus objetivos.
Su madre le recalca el error de haberse comprado el coche, no comprende lo importante que era para él, la obtención del mismo. Pero no puede defenderlo así que será un caramelo que no ha durado noventa días.
También se le sugiere que entregue en los centros comerciales, pero la ausencia de gente comprando le indican el futuro que tiene. Como una sombra oscura el cielo se hace eco de lo que hay en la tierra.
Se comienzan a hacer trueques, muchas tiendas tienen que cerrar, hasta escuelas no pueden afrontar los gastos y se comienza a ver a niños a todas horas en las calles.
La televisión y la radio emiten lo que más vende y por tanto la palabra crisis es la que marca el soniquete continuo.
Cristian comienza a notar la desconfianza de vecinos y de amigos. Hasta los confiados funcionarios del Estado comienzan a tener miedo, y si lo que pasa a sus vecinos les llega a ellos.
Lo que empezó como un rumor ha tenido cuerpo y se ha plantado delante de la vida de todos los habitantes, pero que difícil es adaptarse a los tiempos de no-poseer, cuando se está acostumbrado a derrochar.
Los cubos de basura ya no están llenos, los grandes embalajes han dado paso a pequeñas bolsas de basura.
Los bancos comienzan a tener colas, que llegan a la calle, de gente que quiere retirar su dinero, los bancos ya no son de fiar.
Las calles se convierten en peatonales no hay dinero para emplearlo en gasolina.
Los mercados comienzan a estar desabastecidos, los pocos que han resistido aparecen como si de racionamiento estuviera ocurriendo.
El coche de Cristian funciona casi las veinticuatro horas como lugar de reunión, la llegada del invierno esta pronta así hay que ir a un lugar de resguardo, una próxima farola es la que le dota de luz, para jugar a las cartas o leer alguna novela.
Hoy es el día que tienen que pasar la letra del coche, así que se dirige al banco para explicar su situación y entregar las llaves del coche.
Cuando habla con el director del banco, se hecha a reír. Explicándole que el banco no quiere coches, como hay un avalista, que en este caso es su madre, se lo descontaran de su cuenta. Al oír eso es como si Antón le hubiera caído una losa de piedra, si ya tiene dificultades su madre ahora se le suma la responsabilidad del pago del coche, inocentemente le consulta al director que puede hacer. La respuesta del buen hombre es que lo intente vender. Pero no son tiempos donde nadie compre nada.
Cuando esto lo oiga su madre se le echará encima diciendo frases como: “ya te lo había dicho yo”, “para que quieres un coche que solo son gastos” etc.
Va a ver a sus amigos, para ver si encuentra consuelo, pero ellos afirman lo mal que lo tiene, con lo cual se ve en un callejón sin salida y encima muy negro el panorama.
Su pensamiento es rápido “tengo que conseguir dinero, ya”. Manera de conseguirlo: “robando”.  Va analizando con todas las películas que su ocio le ha dado y surcan su cabeza, como solución de su problema.
No lo comparte con nadie mientras menos gente sepa de sus intenciones, menos riesgo de que le cojan. En media hora ha decidido que tiene que hacer, va a comprar un pasamontañas y cojera el cuchillo jamonero de su casa, el objetivo será una gasolinera, en el otro extremo de la ciudad para que no le puedan identificar.
Pensado y puesto en acción. Toma el autobús que le llevara hasta este lugar. En su cabeza solo el poder conseguir lo suficiente para poder pagar unas cuantas letras del coche. Al llegar da una vuelta observando las cámaras de seguridad y los puntos de salida, merodea por la zona donde tiene que desaparecer.
La noche está haciendo su paso y esto le puede ayudar en su huida, que la tiene que hacer corriendo. Sabe que va a ser filmado y que probablemente hay un timbre de alarma así que todo tiene que ser deprisa. Se coloca el pasamontañas y toma el cuchillo del mango pero sin sacarlo de la bolsa de plástico, abre la puerta y dos clientes esperan para pagar. “Denme todo el dinero y deprisa”, “vosotros también”. Ya el cuchillo es bien visible. Los clientes le dan con el dinero que van a pagar, “No me entienden quiero todo el dinero”, comienza a moverse muy nervioso, pero nadie quiere hacerle frente, sacan la cartera y entregan lo que tienen, la caja registradora apenas tiene ochenta euros, acerca el cuchillo al cuello del cajero y saca un sobre escondido debajo del cajón.
Se lo entrega y sale corriendo metiendo el dinero en la bolsa y tirando el cuchillo en una alcantarilla. En su loca carrera casi le atropella un coche que hace que el corazón doble sus latidos y una subida extra de adrenalina. De pronto comienza a oír una sirena de policía, es momento de andar para poder pasar desapercibido en la avenida ve la parada de autobús, hay varias personas, luego no puede tardar. El corazón no termina de estabilizarse. Para  suerte suya, aquí viene. Consigue un asiento en la última fila, escondiéndose, cuenta el dinero. Ochocientos cuarenta euros es el total, realmente no vale para nada pero tiene para dos letras del coche, a los dos meses ya se vera que hacer.
Cristian intenta quitar una mancha con otra sin darse cuenta que la mancha aparece mayor y más intensa.
Ya está realizado, frustrante es el resultado pero Cristian no digiere nada todo sigue en la boca. 
Ahora a temer consecuencias, lo primero ver las noticias. Cristian hoy no dormirá, mañana seguramente que tampoco.
Olvidara que su padre murió cuando apenas cinco años.
Olvidara a su madre los intentos que ha tenido para rehacer su vida.
Olvidara que las personas que conocía su madre no eran de su agrado.
Por la mañana ira al banco para meter ese dinero que le esta quemando el bolsillo y sus pensamientos.
El sueño se le ha olvidado parar en su cabeza y la noche pasa en blanco, bueno más que en blanco en un gris con muchos matices de negro.
Cristian busca en la ducha lo que no ha encontrado en las sabanas.

 


















PREOCUPACIÓN

-      Estoy preocupado, así comienza el dialogo de Pablo con su amigo Miguel.
-      ¿Por qué? es la respuesta de Miguel, algo se intuye, pero espera que Pablo lo defina más concretamente.
-      Mi relación con Maria ha llegado a un punto que no me llena.
-      ¿Pero has realizado algo para cambiarla?, pregunta Miguel
-      No creo que valga nada. Contesta Pablo alzando sus ojos marrones hacía el cielo.
-      Entonces ya has tomado una decisión.
-      No he tomado ninguna decisión pero te digo como me encuentro, no se si me entiendes.
-      Sí, Pablo, si. Pero piensa en un jardín. Sí el jardinero no atiende su trabajo durante un día, pocos cambios habrá. Sí la demora es de más días empezara a tener un aspecto más deplorable. Sí se mantiene por más tiempo se mezclaran malas hierbas con las que en principio se habían cultivado. Esto lo llevas a la similitud de tu vida con Maria y seguramente te dirá algo. Todo cambio se inicia con una acción.  Si estamos fijos, nos movemos difícilmente podrá existir un cambio. Contesta Miguel mirando los titubeos de la cara de su amigo Pablo.
-      Ya, Miguel pero ya he intentado muchas cosas.
-      Entonces, me estás sugiriendo que estás cansado.
-      Así es, contesta Pablo.
-      Entonces, ya no tienes dudas. ¿Por qué entonces, estás preocupado? Miguel quiere llevar a una definición de su preocupación.
-      Por un lado me da pena todo este tiempo de convivencia, pero por otro lado me encuentro vació. Pablo vuelve a alzar sus ojos para arriba.
-      Pablo el tiempo que lleváis viviendo no es de pena, si lo sientes así, es que pocas cosas te han dejado huella de tu vida con Maria.
-      No hemos vivido muchas cosas importantes.
-      Entonces porque no luchas por seguir haciéndolas. Sugiere Miguel.
-      Quizás he perdido la ilusión.
-      Pero la ilusión es una creación nuestra. ¿estás de acuerdo?
-      Si, claro, Miguel. Pero es una mezcla de cansancio y apatía.
-      Ahora, ya aparece cansancio y apatía.
-      Si, así es, contesta Pablo.
-      ¿Que crees que os ha llevado a este estado? Pregunta Miguel.
-      En realidad es la rutina.
-      Pero estas conmigo que el sol aparece por la mañana y se mete por la noche, no es esto tan rutinario como las horas del reloj.
-      Si, contesta Pablo.
-      El día es como un escenario de un teatro, depende lo que hagan los actores puede ser un tedio de obra o por el contrario algo maravilloso. Nosotros somos esos actores.
-      La teoría, Miguel me la se, pero al llevarlo a la practica no se como hacerlo.
-      Bueno ya hemos avanzado algo, ya sabemos que la obra de teatro, la hacemos nosotros, ahora creemos que no tenemos guión y por ello no sabemos que hacer. Ahora Pablo imagina que vas caminando y te salé un cachorro de perro muy juguetón, tu nunca has tenido perro y no sabes que hacer. El perro es un cachorro no sabe si temerte o jugar contigo. Él, como animal joven, está descubriendo el mundo, intenta jugar que es lo que sabe. Tú sin embargo ya tienes una edad, lleno de experiencias ¿que haces?  En tu guión no aparece que hacer pero en ese momento te dejas llevar o le esquivas o participas de su juego. Ninguno tiene guión. Tú quieres tener guión de todo.
-      No, no quiero tener guión de todo. Responde Pablo.
-      Te estoy hablando en sentido figurado, cuando un actor sale a escena sabe que ha de improvisar y disfrutar de su papel. Este día no se va a repetir nunca por ello es tan importante como haga su papel cada día.  No dejes que el otro haga todo el papel, participa haciendo obra.
-      Gracias, Miguel, pero ahora viene otra preocupación, ¿por qué lo estoy haciendo mal?
-      En realidad no lo estás haciendo mal, solamente te estás dejando llevar. Eso es una sensación desagradable porque crees dejar de llevar el timón de tu vida.
-      Es verdad Miguel, a veces me ha ocurrido eso, por ello me revuelvo.
-      Pero te revuelves contra ti, y tú no eres tu enemigo. Si empiezas a cambiar esta manera de verte harás grandes progresos. Hay que procurar identificarse con uno mismo, no somos dos personas donde una lo hace mal y la otra esta protegida en la sombra, de esta manera no sufrimos.  Es como cuando buscamos a alguien que es responsable de cualquier problema parece como respiráramos, pero además dirigimos nuestra ira contra él. Es una manera de liberar nuestra culpa, porque en el fondo somos como el que ha cometido la torpeza. Contesta Pablo entrelazando sus manos.
-      Me hablas de la eterna dualidad, ¿no es eso?
-      En realidad es un aspecto que llevamos todos los humanos. A los hijos pequeños se les pide continuamente que se responsabilicen de algo, pero ellos buscan cualquier circunstancia para eludir esa responsabilidad, eso se nos ha quedado grabado y lo seguimos haciendo en nuestra madurez, en algunos más que otros, pero sigue saliendo ese patrón de comportamiento.
-      Creo que me has ayudado a ver las cosas de otra manera, muchas gracias Miguel. Se dan un fuerte abrazo y se despiden.


















 AZAR

Un cubo cuadrado sin puntuación estaba en medio de la acera, tiene los cantos redondeados y es del tamaño de una mano. Parece que alguien lo ha tirado esperando un resultado que no le gustaba y por tanto le ha abandonado.
Al lado, un sobre también en blanco pero con unas instrucciones en su interior. El sol le da de plano, lo cual no le hace pasar desapercibido.
La primera persona que pasa es una chica joven que recoge el mismo y el sobre, da vueltas sobre sus seis caras, pero todas son blancas. Se observa alguna raya de haber sido lanzado esperando una respuesta o puntuación. Comienza a extraer el papel del interior del sobre.
Comienza con la frase: “manual de instrucciones”.
La chica no deja de poner caras raras. Precedido por una serie de números va explicando en juego. Al final del todo pone: “Sino quieres jugar déjalo para que otra persona puedan jugar”.
Esta muchacha ha quedado con su novio y no tiene ganas de participar, por ello vuelve a meter las instrucciones en el sobre y lo deja con el dado.
La siguiente persona es un señor que se ayuda con un bastón marrón. Como su cabeza va baja no tarda de ver  el dado y junto a él sobre, le da un golpe con el bastón, para luego hacerlo con el pie, ignora el sobre y sigue dando golpecillos de tal manera que gira pero las caras siempre son blancas. Lo tira al alcorque de un árbol y sigue su camino. Quizás era mucho esfuerzo agacharse.
Tras el paso de este anciano el dado y el sobre vuelven a aparecer juntos. Ahora es una mujer con el carrito donde lleva a su hijo. Su primer pensamiento es un juguete que ha perdido otro niño pero lo del sobre ya es más extraño. Toma el dado y el añadido. Gira el cubo hasta que se da cuenta que todas las caras son iguales, entonces saca el papel del envoltorio lee las instrucciones por encima, pero con la de cosas que tiene que hacer y leyendo tonterías. Retorna el papel y lo deja junto al cubo siguiendo la última instrucción.
El siguiente es el cartero de la zona, arrastrando su carro postal llega hasta el objeto más o menos hace lo mismo que las personas que le han antecedido, pero, por su profesión, toma el sobre y lee el manual, pero hace lo indicado por la última línea, dejándolo.
Los siguientes son un grupo de jóvenes que acaban de salir de su instituto. El que iba primero toma el cubo y se lo enseña a los demás con una frase “Mirar como mola” por supuesto pasa olímpicamente del sobre que estaba apoyado en un lateral, todos quieren cogerle, pero al descubrir que nada hay marcado pierde el interés, si ya no hay importancia en el grupo para el poseedor tampoco, así que el cubo es lanzado junto a un contenedor de escombro.
De nuevo el cubo vuelve a aparecer en la misma acera y con el sobre adosado.
La nueva encontradota es una mujer suramericana, mira hacía ambos lados y toma el olvido, pero introduce ambos objetos en su bolso y en casa vera que pone, tiene un cierto temor de haber hurtado algo por su comportamiento.
Al llegar a su casa se lo enseña a su marido, pero no esta para leer instrucciones. El cubo quedara sobre la televisión y el sobre en la basura con los restos de la comida.
Es el final de un dado que rodó varias veces pero a nadie le atrajo su azar.
Curiosamente solo se quedaron con el último punto de la hoja de instrucciones, lo que tiene más de dos cosas nos descoloca y su futuro será rodar o ponerse sobre el televisor. No hay tiempo para dedicárselo a extraños que siquiera  saben con que objeto lo han dejado. El azar se deja para cosas conocidas: lotería, quinielas, juegos constituidos como el bingo. Donde ya todo está realizado y solo podemos ganar dinero o perderlo.








SI ENTRAS HORMIGA SALES OSO.

Este es el anuncio que figura en unos cuantos periódicos y spot de radio en la gran ciudad. Figura una dirección y un teléfono para fijar cita. Todo lo que se anuncia crea una expectación y cierto debate.
También figura el precio 20 euros. Como no es una cantidad desorbitada un número de gente se da cita en el teléfono dicho, deseosos de probar algo nuevo.
El local esta en una zona céntrica y tiene dos salas: una donde está la recepción y donde se abona el importe y la otra que es una sala donde hay un sillón junto a una pared, unos cascos por donde se pone música e instrucciones y unas gafas que cubren la cara para evitar que entre la luz exterior. Se da cita para cada veinte minutos, quince dura la sesión y los otros cinco son de preparación y para despedir al cliente.
Un cartel con el letrero en letras de neon, servirá para conducir en la noche a la gente que busca el local. Tres personas con camisa, pantalón y zuecos verdes llevan una chapa con el emblema dispuestos a explicar y atender a los curiosos que se pueden interesar.
Como no es una cantidad excesiva un grupo de gente hace cola para que se les explique como se consigue el cambio.
Básicamente consiste a que una persona se siente en un sillón y mediante los cascos va sonando una música relajante y una voz, sugerente va dando unas frases, auto afirmativas. A los quince minutos se retiran las gafas que emiten unos destellos de lucecitas verdes y se le da las gracias por haber asistido, en la puerta de salida hay un letrero que pone “Y SE SALÉ OSO”. Tras haberlo probado la división de opiniones es clara, los que apoyan el sistema y los detractores que piensan que es un nuevo timo.
Pero nadie ha engañado a nadie, primero porque nadie es una hormiga ni nadie es un oso, sino sentimientos propios. Las frases son de autoestima.
Aquellos que expresan que su vida se ve de otra manera hasta los que lo ven como un pasa rato caro. Lo que está claro es que a nadie le deja indiferente, básicamente se ofrece un cambio a nuestra manera de ver las cosas.
La opinión ha pasado del: “mira que tontos van a perder dinero asistiendo para recibir unos consejitos” hasta un “¿será verdad?”.
La recepción se llena de personas que preguntan por problemas personales, las respuestas son las mismas ellos no son ni psicólogos ni psiquiatras solo ofrecen un servicio para que las personas lo aprovechen, pero no prometen nada a nadie. Alguien reclama aquello como una estafa, entonces contestan que si no es estafa la lotería donde te dicen que puedes ganar millones y tu lo que haces es perder dinero participando.
También les acusan de vender humo pero ellos no venden nada solo ofrecen la participación en unos minutos en unas reflexiones y que cada uno saque las ideas que quiera.
El proyecto llevaba tiempo pensando los inconvenientes, preguntas que podían surgir, aportando las posibles respuestas, las personas que trabajan son creadores del proyecto y por tanto plenamente concienciados de su utilidad. Dos hombres y una mujer han sido lo creadores de esta ilusión que lleva por nombre: “Entra hormiga y sal oso” como un lugar de transformación.
En las paredes hay símbolos pintados, pero sin llegar a ser abundantes, en la puerta de recepción esta el laberinto de la catedral de Chartres de Francia.  Algunas piedras también están diseminadas en la zona del sillón. Como los símbolos están distribuidos en forma de franja.
Alguna persona ya se ha interesado por el precio de ellos, pero la respuesta es que forma parte del proyecto.
También se les ha tildado de sectarios, pero la respuesta es simple no necesitan que nadie les siga, solo que prueben y si les útil, el objetivo se habrá cumplido.
La duda ante algo que ofrece la transformación es dura, se buscan todos los resquicios para abatirla. Pero si ya es difícil cualquier cambio por banal que sea, en nuestros hábitos diarios, como para lograr cambios más profundos.
El reto es complicado pero siempre posible, lo cual es un símbolo de esperanza, en un periodo donde los postulados más serios se caen como castillos de arena.
La pregunta, de algunas personas, de ¿necesitamos esto?  La respuesta es fácil. ¿Usted se siente hormiga, pequeña e insignificante? Si la respuesta es si: adelante, Si por el contrario la misma es no, no tendrá ninguna necesidad. Curiosamente algunos contestan que no pero a pesar de ello acceden a la sala. Es curioso como muchas personas entran en contradicción, quizás por la necesidad de protegerse.
Hoy se han cumplido los tres meses desde la apertura del centro. Los miembros del proyecto se reúnen para valorar.
Es día de optimismo y de hacer balance. De hormiga cada vez son menos y van cogiendo cuerpo de oso por ello las caras son alegres.
Se han planteado seguir tres meses más y luego cambiar de ciudad.
Los gastos mayores han sido en publicidad, la adecuación del local no ha sido cara excepto el luminoso que se podrá trasladar a otro sitio así como los útiles que componen la decoración.
Se sienten satisfechos, porque a pesar de llevar poco tiempo  han conocido a mucha gente que les anima para seguir. Con las críticas siempre han contado por ello el balance es optimista, esperan salir osos.
Encima de la recepción el nombre de: “se entra hormiga….”.


















NUEVO TRABAJO

Los altavoces indican la salida inminente del tren que está situado en el anden ocho, los últimos pasajeros corren para no perderlo, tres minutos más tarde el mismo comienza su marcha. Una pareja joven aparece corriendo, pero ya ha iniciado su recorrido.
Mutuos reproches y un ahora que hacemos. Se dirigen a la ventanilla de billetes y explican su caso: el metro ha tenido dos retrasos en las estaciones anteriores y es por lo que han perdido el tren.
El vendedor de billetes les ofrece uno que sale dentro de cinco horas.
-      ¿Pero no hay otro antes?
-      Mañana salen tres trenes pero hoy solo dos. Y el próximo es a las 15; 30.
-      Evidentemente hemos perdido nuestro dinero, refleja el chico con pesimismo.
-      Voy a intentar haceros un cambio sin cargo para vosotros. Se levanta de su silla y va a comentar con otra persona de la compañía que está sentada detrás. La cola empieza a hacerse más grande y las miradas hacía los causantes no son excesivamente buenas.
El funcionario vuelve a su ventanilla y les da los dos billetes para el siguiente tren.
-      Muchas gracias. La cola empieza a recriminar que sigan delante de la ventanilla retrasando su adquisición.
La pareja avanza fuera de la sala del billetaje y se dan un beso.
-      Todo no se ha perdido, pues llevan el justificante del cambio para poder presentarlo en la compañía donde tienen que presentarse para un trabajo.
Media hora antes de anunciarse la llegada del tren que tienen que tomar esperan sentados frente al panel donde indica en que vía lo hará.
Les ha dado tiempo para ir a tomar unos bocadillos en un bar próximo.
Son un manojo de nervios, van preparando las posibles preguntas y las respuestas que deben dar.
Los altavoces indican la salida de su tren, tienen que ir a la vía siete.
Han llamado para reflejar la incidencia pero conocen que da mala imagen el primer día llegar tarde. Tendrán que llegar y sino hay retraso, tomar un taxi y llegar antes del cierre de la empresa.
El viaje es todo un amasijo de nervios, toda su ilusión esta en este trabajo, con la suerte de ser para los dos, pues supone un cambio de localidad. Por fin el altavoz del ferrocarril indica la llegada a la localidad.
Solo llevan una maleta con ruedas para el fin de semana, una vez elegida la casa tendrán que volver para hacer la mudanza.
La ciudad parece pequeña, un castillo preside en una montaña, es la referencia y el control de la misma, enfrente un corredor de montañas hace que parezca un pasillo que hace que se abra de norte a sur.
La estación se sitúa en la falda del castillo. Nada más salir, un entramado de calles llevan a una general que tiene un gran bulevar y es por donde se desplaza el taxi, buscando la dirección solicitada.
Las manos se enlazan. Solo han tenido una entrevista y sucedió en su ciudad. Allí les dijeron las condiciones de trabajo y su salario. Pero no conocían la empresa ni donde estaba ubicada.
Una verja metálica, con el nombre impreso en la puerta. A la derecha una casa pequeña, en el centro una gran nave, en el lado izquierdo un aparcamiento con jardín y algunos árboles.
Detrás una casa con tres plantas donde vive la familia dueña del negocio.
Sacan la maleta, pagan la carrera y accionan el botón de llamada. Tras una espera corta una puerta se abre por control remoto.
De la nave sale un hombre con una reluciente corbata amarilla.
- Buenas tardes, soy José Luis Mayoral soy el dueño de esta empresa.
- Buenas tardes, somos Carlos y Ángeles. En primer lugar pedirle disculpas por la demora.
-      Eso ya me lo dijo por teléfono, espero que no vuelva a ocurrir. La persona que tenía que enseñarle sus cometidos ya tuvo que irse.
-      Una vez más le pido disculpas.
-      Mire Carlos, las empresas no avanzan con disculpas sino con acciones, ustedes han sido seleccionados para el cometido de una de ellas, espero que cumplan, por el bien de todos.
-      Puede contar con nosotros, responde Ángeles, que ha permanecido callada en un segundo plano.
-      Les enseñare su casa y mañana el encargado les enumerara sus funciones.
Se dirigen a la casa pequeña y un giro de llave muestra su contenido. Una habitación, dormitorio-salón-cocina con tres ventanas, en tres direcciones y un pequeño baño con un plato de ducha y la taza, sin lavabo ni más elementos. La cocina junto al fregadero y un espejo encima, para suplir la falta de lavabo en el baño. Todo sucio y destartalado.
-      Buscaremos una habitación en algún hostal mientras limpiamos está.
-      Me parece bien, pero ya sabe que será a su cargo.
-      Si no se preocupe. Pero nos gusta la limpieza.
-      Dos calles más allá hay un hostal, si quieren van a buscar habitación y pueden comenzar la limpieza.
-      Pero donde podremos comprar los útiles de limpieza. Pregunta Carlos, esperando que les de algo.
-      Junto al hostal hay un autoservicio que tienen de todo. Contesta José Luis todo cortante.
-      Las llaves de entrada nos la podía facilitar.
-      Claro, claro, bajando un poco la arrogancia. Las saca del bolsillo derecho de la chaqueta. Esta claro que le ha molestado la tardanza de los nuevos empleados, pero empieza a comprender que les ofrece una cuadra.
-      No se preocupen hoy vayan al hostal y conozcan un poco su nueva ciudad, lo hace en un tono conciliador.
-      Muy bien, muchas gracias. Contesta Ángeles.
-      Aquí a dos calles tienen el hostal se llama Santa Maria del Castillo como la patrona de nuestra ciudad.
Arrastran la maleta y comienzan a analizar la situación, a pesar de haber chocado con una roca la situación no se ha puesto demasiado tensa.  Al menos es la valoración que hace Ángeles.
-      Anda que la casa nos ofrece carreras.
-      Mañana veremos que hace falta y que nos ofrece la empresa, evidentemente muebles se pueden reducir al mínimo, tendremos que dar la mayoría de los que tenemos. Como esta es una zona de buen tiempo nos permitirá hacer mucha vida en la calle. No se si te has fijado que tras la casa y la valla hay un espacio con un árbol donde podremos comer, cenar y desayunar. Aseguro Carlos.
-      Tampoco nos tenemos que obsesionar por la casa, en sitios peores hemos estado.
Por fin ven el cartel que anuncia el hostal en el lado derecho. Entran por una puerta de cristales y tras seis escalones están en la recepción.
Explican su situación y hacen el paripe de mirar el libro de registro por si tienen peticiones, aunque la respuesta la sabe de antemano, claro que tiene. Les lleva al piso superior y abre la habitación 101, indica que los pagos son semanales y les pide un documento para hacer la ficha. El ventanal da al bulevar y tiene lo suficiente para los días que se van a quedar. Si quieren cenar, desayunos y comidas serán en el restaurante que tenemos debajo. Les haríamos un precio especial.
Ya han encontrado algo de amabilidad.
Ángeles y Carlos suelen discutir con frecuencia pero hay una cosa que esta por encima de ellos y es su relación a la que citan en situaciones extremas y es motivo de acabar con la obcecación.
Dan un paseo por el bulevar que se encuentra animado de gente, tiene algunas fuentes y pasillos llenos de bancos de hierro bajo árboles que suelen dar la bendita sombra en el verano y la desnudez de sus ramas cuando llega el invierno, el sol  tan preciado. En diez minutos han salido del pueblo, han llegado a las casas bajas con patio interior y que dejan el núcleo de la ciudad para servir de reserva para el ensanche de la misma. Observan lo fácil que es encontrarse con los servicios: mercados, centros sociales y ayuntamiento.
Van al supermercado para comprar la cena y el desayuno. Su presencia no pasa desapercibida. Aquí todo el mundo se conoce.
Van camino del hostal, llenos de ideas. Se sientan en uno de los bancos vacíos para hacer balance. No sabían donde venían y eso les asustaba un poco.
Mañana veremos como es el resto de los trabajadores y seguro que alguno nos echara una mano.
A las ocho menos cuarto de la mañana están en la puerta esperando que les abran. Tienen que esperar a que el primer grupo lo haga a las ocho menos cinco. Preguntan por el encargado y le contestan que suele llegar a las ocho en punto, se llama Ramiro, les apuntan.
A todo el que llega le preguntan si es el señor Ramiro, todos sonríen pero contestan que no. Uno interrumpe su marcha y hablar con la pareja. Se identifican como los nuevos trabajadores, soy Javier yo estoy en contabilidad, estrecha sus manos tras presentarse.
Ese del coche azul marino es el encargado, acciona el mando que abre la puerta de los coches, desde el interior del mismo.
-      Buenos días, Ramiro, estos señores te esperan.
-      Ya era hora. Contesta bajando la ventanilla.
-      Llevamos desde las ocho menos cuarto. Contesta Carlos.
-      No si lo digo porque yo llevo desde ayer, esperando, dice Ramiro.
-      Ya avisamos de la circunstancia por la que no pudimos llegar a la hora convenida. Pero llegamos a las seis.
-      Y esperan que les este esperando hasta las seis. Va subiendo su tono de voz, Ramiro. Voy a aparcar el coche y ahora vengo.
Aparece envuelto en una gabardina color crema y un sombrero verde.
-      Hola me llamo Ramiro Fuentes y soy el encargado de esta empresa, extiende la mano sin ningún sentimiento.
-      Me llamo Carlos, omite el apellido y mi mujer Ángeles.
-      Muy bien cuando fueron seleccionados se les indico que su mujer tendría las labores de limpieza y de trabajo en la mesa de montaje cuando haga falta. En cuanto a usted realizara la función de portero, vigilante y mantenimiento del recinto.
-      Si me acompañan les enseñare la empresa. Comenzamos por su futura casa. Saca las llaves de su bolsillo y abre la puerta. Ha estado un poco sucia desde que dejaron de utilizarla hace tres años, pero tiene lo necesario para poder vivir en ella. ¿Disponen de algún mueble?
-      Si tenemos algunos muebles y electrodomésticos, tendríamos que traerlos.
-      Bueno como ve la mudanza es pequeña, con poco se puede hacer, cuando quieran mandamos un camión para traerlo. Es el primer gesto que hace de cara para hacerles la vida más fácil. Usted, Ángeles vaya apuntando las cosas que necesita y nosotros las pedimos a una droguería industrial, que nos sirve cada mes. Por fin ha fijado la vista en Ángeles, hasta ahora la había ignorado.
La nave esta dividida en dos partes la primera es donde esta la cadena de montaje, arriba están las oficinas y detrás está el almacén, donde guardamos el genero necesario.
-      Aquí trabajan cuarenta personas, por lo tanto hay gran cantidad de trabajo aunque hay periodos en verano en que el trabajo baja mucho y es el periodo donde se dan las vacaciones, fuera de él resulta complicado tomárselas.
-      ¿Qué horario hay?
-      Bueno en su caso es relativo, porque viven aquí. Las oficinas abren a las ocho de la mañana y la cadena de producción a las ocho y media. Terminamos a las cinco de la tarde. En alguna ocasión, cuando tenemos exceso de trabajo, hacemos horas extras. La hora de comida es de dos a tres.
Según van hablando, grupos de personas entran en la nave, lo cual hace que se repita la formula del “buenos días”. A la derecha de la nave están los servicios y vestuarios, que es donde se dirigen. En la parte primera es el sector femenino y en la otra el de los hombres. Arriba se observan las cristaleras que dominan toda la zona de producción y es donde  están las oficinas. Que ya comienzan a tener el movimiento propio de la primera mañana.
-      Su trabajo, Ángeles, será la limpieza de esta parte y de las oficinas. Aprovechando la hora de la comida, usted la tendrá que hacer antes o después como prefiera. Todo el mundo va a comer a su casa o a un restaurante cercano, por lo tanto dispondrá de esa hora y media para hacer las labores generales y luego por zonas durante las horas de trabajo. Como le he dicho hay periodos que tenemos un exceso de trabajo, es entonces cuando la pediremos que nos ayude en las tareas manuales.
-      Vamos a ver las oficinas y le presentare a los que allí estén. Acompáñenme, lo dice mientras suben unas escaleras metálicas que dan a una puerta de cristal.  Un cartel con la palabra oficinas les franquea el paso. Al pasar hay dos zonas: una con dos despachos que dan a la zona de manipulado y otra con despachos formados por mamparas a media altura y dos servicios.
-      En su caso, Carlos, usted tendrá el mantenimiento y el control de vehículos. Vamos a ver el almacén.  Es casi el doble, muy bien estructurado y paletizado con estructuras metálicas y una carretilla eléctrica por medio, terminada en una puerta doble para entrada de camiones. Dentro del almacén había un cuarto, bajo unas escaleras, donde se encontraban los útiles de limpieza.
-      Ángeles, revise lo que haga falta para pedir esta misma mañana al proveedor. Tenga una libreta y vaya apuntando lo necesario tanto aquí como en su casa.
-      Veo que hay lo básico, pero daré una vuelta para ver los tipos de suelos. Contesta Ángeles. El almacén no es necesario pasar a menudo, solo una vez al mes.
Salé al patio con Carlos y le enseña la valla metálica rodeada con las arizonicas.
-      Debajo de la otra escalera que sube a la oficina hay otro cuarto donde se guardan las herramientas de jardinería. Vamos a verlo.
Carlos abre la puerta y ve una desbrozadota, un corta setos y una sopladora para acumular las hojas caídas. Unas garrafas con gasolina y latas de aceite, dispuestas en los diferentes estantes metálicos, un cepillo de raíces, palas, rastrillos y un capacho de goma para recoger la basura. A mano izquierda un banco con diferentes herramientas en la estanterías que se encuentran encima.
-      La ubicación de este cuarto es por estar más cerca de la puerta principal, justifica Ramiro.
Ángeles está tomando nota de los útiles necesarios. Ramiro ya le ha entregado una copia de las llaves de la casa y es donde van a mirar lo necesario. La suciedad acumulada es mucha, incluso la lavadora esta oxidada en muchas partes, busca una ubicación en la parte trasera para tender la ropa, pues no hay tendedero por ningún lado. Del mobiliario lo mejor es tirarlo todo y traer lo que ellos tienen pues es con diferencia mucho mejor. Así se lo va a decir a Ramiro, que sigue conversando con Carlos.
-      Don Ramiro he estado viendo lo que necesitamos y aquí lo tengo anotado.
-      Dejemos el don, con  Ramiro es suficiente. Veamos…
-      En cuanto al mobiliario de la casa esta en muy mal estado, sino le importa, traeremos nuestros muebles.
-      La verdad es que están deteriorados. Sacaremos los que no quieran y los llevaremos con el camión al basurero. ¿Les parece que este próximo fin de semana hagamos su mudanza? Pregunta Ramiro.
-      Cuanto antes dejemos el hostal mejor, pues nos es un quebranto económico.
-      Pues adelante, vayan sacando los muebles que no quieren y los dejan detrás de la casa.
Increíblemente el tono irritable de Ramiro se va suavizando, quizás haya creído encontrar un apoyo en una persona nueva.
Carlos a su casa donde Ángeles había colocado unas cuantas cosas. Pero ahora ya las sacan con más autoridad y las van apilando en el exterior. Va a por unas herramientas para poder desmontar un pasado, que no es el suyo.
A las doce de la mañana se hace un alto para tomar algo de comer, en grupos van saliendo al patio y alguno aprovecha para saludarles y darles la bienvenida, pero solo han sido dos personas, uno era el que se encontraron nada más llegar. Las novedades siempre crean inquietud y Carlos y Ángeles no van a ser menos. Ellos no tienen nada y les animan a salir a comprar algo en el supermercado próximo.  Así hacen, van a comprar unas manzanas y enseguida están de vuelta.
Ramiro ha observado la maniobra y en seguida se dirige a Carlos.
-      Carlos procura no abandonar tu puesto porque puede venir alguien y entonces ¿Quién le recibe?
-      Lleva razón perdone mi inexperiencia.
Ramiro observa esa sumisión que tanto le complace.
-      En su casa habrá observado que hay un interfono que comunica con las diferentes secciones. Le daré la abreviatura con las claves de cada lugar. Ramiro se muestra cada vez más importante, esto ocurre cada vez que viene un trabajador nuevo.
-      Si le parece voy desmontando los muebles.
-      Muy bien, a ver si a las cuatro podemos llevar la basura con esos trastos en el camión.
El fregadero-lavabo está muy deteriorado, Carlos duda en consultárselo a Ramiro, pero al final va a decírselo.
-      Cuando vayan a tirar la basura de paso compren un fregadero nuevo y que nos manden la factura.
Lo va diciendo con un tono de te doy, pero espero… Carlos lo ha notado, pero, al fin y al cabo, es la casa de la empresa no suya. Bastante que traerán sus muebles y electrodomésticos. Pues la nevera tiene costras como la lavadora. Así que el montón en el patio va creciendo. Los cables están superficiales y es momento de empotrarles.  Carlos es una persona que sabe hacer muchas cosas por haber pasado por mil y un trabajos a pesar de tener  treinta años. Ángela tiene un año menos, pero también ha tenido una experiencia similar.
Nueva pregunta a Ramiro.
-      Había que empotrar los cables.
-      Adelante, mira el material que hace falta y esta tarde lo podéis comprar. Te presentare a Ismael que es quien se ocupa del camión.
Vuelve con Ángela y miran los enchufes e interruptores que hacen falta así como su ubicación.
Ismael se acerca a la casa y se presenta, 
-      Hay herramientas para la albañilería y para pintar.
-      Algo hay en el cuarto de herramientas, vamos a ver. Hay herramientas pero las brochas están en un estado lamentable, comenta Ismael.
De repente empieza a moverse mucha gente en la oficina. Ramiro viene con la cara desencajada. Muy nervioso y extremadamente blanco. Esto es la ruina va comentando.
-¿Qué ocurre Ramiro?
- Tenemos que cerrar la empresa, nos ha llegado un embargo de un banco.
- Eso significa…
-Que te tienes que olvidar de todo, lo siento pero todos estamos en la calle. La gente se va concentrando en el patio y las caras son de no encajar el golpe recibido

 COLLAR DE TURQUESA

Comenzada la tarde, se abrió unos destellos de sol entre las nubes, la mañana había estado cubierta y amenazó lluvia, pero al final solo hubo ráfagas de aire que barrieron las otoñales hojas caídas.
En la amplia alameda, hoy no había nadie. Ni los juguetones niños, ni las personas que eligen la zona para dar su paseo.
En el centro, una fuente, ahora es utilizada como papelera. De papeles, plásticos y hojas. Justo a su lado un collar de piedra turquesa. Abandonada o dejada junto a la base. Pero, hoy, nadie tiene para atraer su atención.
Pablo aparece, por un lateral para atravesar, en diagonal el parque. Al pasar junto a la fuente unos destellos azul celeste le llevan hacia el collar. Mirada a un lado y a otro en busca de un dueño o de unos ojos delatores, pero nadie así que es muy fácil, lo lleva al bolsillo de su chaquetón según anda busca posibles personas a quien se lo pueda regalar. Pero sus pensamientos se detienen al comprobar que una luz azul celeste le sale de su bolsillo. Extrae el collar y no hay ninguna luz, sin embargo esta muy caliente, como si hubiera estado encendido. Según lo observa también dispara miradas en busca de testigos. Pero solo el aire y alguna farola que empieza a dar sentido a su cometido. Vuelve a introducir el collar al bolsillo pero esta vez con la mano para darle la oscuridad, se agradece el calor que desprende, pero su cabeza empieza a procesar todas las cosas que puede hacer: desde devolverlo a regalárselo a una  hermana o guardar para alguna mujer que nunca conoce, o al menos eso piensa él.
El calor pasa de la mano y comienza a licuar el cuerpo y sus ropas. Desaparece en una ráfaga de viento, todo menos la gargantilla turquesa.
Pablo ha pasado a un plano inmaterial. Ahora ubicada al lado de un banco,
Cristina viene cargada de bolsas que ha comprado en uno de los cuatro supermercados del pueblo, esto no es causa de que sus ojos se dirijan al collar y que haga la misma operación que Pablo, de miradas y disimulo.
El bolsillo también es su destino. La luz azul comienza a aparecer a través de la ranura de su abrigo. Deja las bolsas en el suelo y toma la joya. Nota su calor y la subida de intensidad de la misma. Una nueva desintegración sucede. Ahora se queda en una calle peatonal.
En la vuelta del collar aparecen unos números que van subiendo según el número de personas engullidas. Cuatrocientos treinta y tres. Curiosamente no corresponde a la misma época, como si el tiempo y el espacio no existieran.
En cuanto a la perdida de las personas es curioso porque siempre se dan mil y una justificaciones, con datos y racionamientos sobre su desaparición, pero todo es objeto de fabulación.
La noche ha llegado, con ella, una luna redonda blanca y pletorica. Que solo es cubierta por algún grupo de nubes. Mientras las hojas siguen rodando sin encontrar acomodo, nada más que atontamiento.























 RECLAMACIÓN

Las 15,10 de la tarde, el autobús ha arrancado dejando una humareda considerable por la puerta contraria un hombre corriendo, pero es tarde, ya inicia su salida por la puerta de la estación de autobuses.
El gesto del perdido es manifiesto de rabia y frustración por no haberle cogido. El nuevo transporte es por la mañana a las 8 y ya no hay más en todo el día. De su mano cuelga una bolsa de deporte. Los espectadores que esperan para otros destinos observan la escena con el mismo sentimiento que si fueran ellos.
Resignado va hacía la taquilla para ver si le pueden devolver el billete para mañana. La respuesta que recibe detrás del cristal de la ventanilla, es negativa.
Todavía con el sudor en su frente trata de explicarle la situación pero su interlocutor no tiene muchas ganas de escucharle.
-      A la compañía (de autobuses) no le importa sus circunstancias, así que lo siento. Si quiere un billete para mañana tendrá que abonar otro nuevo.
Le explica su situación económica, pero los oídos sordos y un movimiento de negación en su cabeza es su respuesta.
-      ¿Puede darme el libro de reclamaciones?
-      Yo le doy lo que quiera pero ya sabe la respuesta.
-      De acuerdo me puede dar el libro de reclamaciones.
-      Si enseguida.
 Comienza a buscar pero no lo encuentra. Por ello llama a la central y le comunican que por un error administrativo no lo tienen, la solución llegar a un acuerdo con el cliente. Pero ahora llega el problema como quedar como un felpudo ante alguien que le ha rogado el cambio. Quiere seguir en sus trece hasta donde pueda.
-      Lo siento pero el libro esta en la central por ello no se lo puedo ofrecer.
-      Muy bien, sabe que no puede negármelo por ello voy a poner una reclamación en la oficina de la  estación. Ya que todo esta perdido buscara una válvula de escape.

Según se da la vuelta, recapacita y hay que dejar de lado, todo el orgullo por el trabajo, pues puede tener problemas por no haber seguido las instrucciones que le habían indicado.
-      Señor, por favor (al fin una palabra amable) venga, mirare si le puedo cambiar el billete para mañana.
-      Hace un minuto mi propuesta fue esa ¿Qué ha cambiado?
-      Debe perdonarme porque estoy un poco nervioso por una situación que tengo encima, tratando de disculparse.
-      Está bien cámbiemelo. No quiere hacer leña del árbol caído. Sabe de alguna pensión económica por aquí.
-      Si en la calle barbería tiene una, en el numero dos.
-      ¿Por donde queda?
-      Nada más salir sube tres calles y tira a la derecha entonces cruza otras tres calles. Dígale que viene de parte de Dionisio así le hará un precio mejor.
-      Solo tengo veinticinco euros, ¿cree que será suficiente?
-      Espere, descuelga el teléfono y le pide que le haga un favor que es para un familiar.
-      Vaya que no le costara nada.
-      Y eso.
-      Es una mujer que me debe muchos favores y uno es esté.
-      Pues no sabe como darle las gracias. Me he quedado sin trabajo y estoy escaso de dinero.
De una situación espinosa se ha pasado a un estrechamiento de manos. Nada más despedirse vuelve a tomar el teléfono para llamar a la pensión y decirle que está persona podría ocuparse del negocio hostelero.
Al día siguiente torno para devolver el billete pues había aceptado el puesto de trabajo. Esta vez no hubo problemas para devolver el dinero.







 HOSPITAL

El hospital se llena de pasillos grises que contagian el ánimo de todas aquellas personas que por allí pasan o que allí trabajan. La mirada al reloj de pulsera también se convierte en norma. En un lugar que debía ser de calma, donde hay que recuperarse de una enfermedad o intervención quirúrgica, se convierte en todo lo contrario todo el mundo tiene prisa. Por ello cada persona quiere estar el mínimo tiempo en este lugar. La naturaleza esta ausente, son edificios sobrios y funcionales. Los patios se llenan de cemento o tragaluces del sótano, las luces fluorescentes están a lo largo de los techos escondidos tras celosías metálicas. El deambular de pacientes, visitantes de enfermos, médicos y enfermeras es constante. Todo el mundo cree saber donde va y con gran celeridad. Algunas sillas ofrecen el descanso o ayudan en la espera.
Pero las caras largas siguen siendo la tónica general. La climatización hace que el espacio sea más gratificante. El aire también esta controlado. Todo se quiere tener controlado como símbolo del avance de nuestro tiempo. Antiguamente, en los patios, había algún árbol entre los jardines y la gente tiraba los restos de las barras de pan para que las palomas dieran cuenta de ellos, pero estas aves dejaban todo lleno de excrementos así que se decidió espantarlas y la prohibición de alimentarlas, de paso se quitaron lo árboles que daban el toque de naturaleza. Hoy día este elemento se ha sustituido por monitores de televisión en todas las habitaciones, donde se puede descubrir la misma a través de algún documental o como fondo de alguna película o serie o anuncio de televisión donde se realza el tema de lo natural.
Las puertas se abren automáticamente pero igual ocurre cuando te marchas del edificio.
Sombrío sitio donde la esperanza se llena de prisa, la curación tiene que llegar ya, nuestra vida de prisas donde el problema es llenar el tiempo en que no se tiene nada que hacer, paradojas.




 FIN DE SEMANA

El profesor salía de su facultad, con su cartera rellena de fotocopias y algún que otro examen que tenía que corregir.
Hoy es viernes termina como tantos y su destino es ir con su mujer al campo a buscar lo que no encuentra en su vida actual, necesita cambiar de actividad. Han alquilado una casa rural a doscientos cincuenta kilómetros de su casa.
Les hablaron muy bien de la  zona y buscando encontraron este alojamiento.
Carmen trabaja en un banco y nada más dar las tres va a buscar a Antonio, su marido, en la universidad.  Ya tienen la maleta en el coche que dejaron hecha esta mañana temprano.
Coincidiendo con la llegada del buen tiempo muchos otros, han pensado como ellos, por ello tienen que sufrir la caravana de salida.
Los nervios afloran y comienzan a ponerse nerviosos.
-      Comenzamos bien una caravana de ida que presagia la de vuelta.
-      Si pensamos así, no salimos de casa, como siempre. Responde Carmen
-      De verdad,  creo que no merece la pena salir. Remacha Antonio.
No llevan ni treinta kilómetros y el atasco parece que no tiene solución, primera, segunda y freno, es la constante.
-      ¿A qué hora dijiste que llegaríamos?
-      Sobre las siete, contesta Carmen
-      Nos tocara llamar para decir que es más tarde.
Dos accidentes encadenados es la causa en el kilómetro cincuenta. Una vez superado el incidente, los coches, intentan recuperar el tiempo perdido. Son las siete de la tarde.
-      Ahora si que tienes que llamar para decirles lo que nos ha pasado.
-      No hay cobertura.
-      Mierda de teléfonos cuando los necesitas tienen alguna pega. Dice Antonio.
El sol comienza su descenso. Antonio comienza a dudar de la planificación de recorrido que ha realizado y echa la culpa a Carmen.
Cualquier cosa es motivo para discutir. La situación se pone muy tensa.

-      Ya te lo dije, haber ahora como damos con esta casa que no esta en ningún pueblo. Pero tú con tal de salir. Te da igual todo. Antonio casi esta gritando.
-      Si venimos hasta este sitio es para encontrar la tranquilidad que no tenemos por tanto es mala cosa que estemos enojados, vamos a poner algo de nuestra parte para lograrlo. Dice una Carmen conciliadora.
-      Ya sabes que no aguanto las caravanas, me ponen muy nervioso, no me puedo controlar, es superior a mis fuerzas.
-      Antonio creo que a nadie de los que van en estos coches les gusta estar atascados pero no por ello rompen su equilibrio interior.
-      Pareces un libro de autoayuda, sonríe Antonio.
-      Tengo que decirte que algo he aprendido de esa lectura.
La circulación se vuelve a colapsar sin motivo aparente. Nuevas miradas al coche que pasa en paralelo, que no se sabe porque siempre va más rápido que el carril contrario al que hemos elegido.
-      Intenta llamar a ver si tenemos cobertura, solicita el nervioso Antonio que no se ha desprendido de su gabardina de estrés.
Carmen toma el papel donde tiene las anotaciones del lugar de destino y marca los números de la casa de referencia. Por fin hay respuesta al otro lado de la línea inalámbrica. Indica el kilómetro por el que acaban de pasar. Le dice que quedan dos salidas, tomamos la segunda por un puente que atraviesa la carretera y a unos dos kilómetros en una rotonda tomamos la segunda salida. A unos cuatrocientos metros estará en la puerta de la casa esperándonos.
-      Bueno parece posible nuestra llegada, no me lo voy a creer.
-      Todo llega, si las cosas fueran todas fáciles no disfrutaríamos de nada, seria como un bien de consumo, nada valorado.
-      Carmen te veo muy filosófica.
-      Quizás esto aprendiendo a hacerlo de otra manera.
-      Mira yo ya llevo muchos años con mi manera de pensar y no es momento de cambiar. Asevera Antonio.
-      Esta es la segunda salida, gira a la izquierda.
-      Espero que no nos equivoquemos.
-      Me lo ha dicho muy seguro, lo habrá que tenido que haber dicho a otros que hayan venido otras veces. Carmen lo dice en un tono pausado.
-      ¿A cuanto ha dicho que estaba la rotonda que teníamos que coger?
-      A dos kilómetros.
El silencio se hace en búsqueda de espera. La rotonda aparece.
-      Ahora tenemos que tomar la segunda salida.
A unos cuatrocientos metros a la derecha aparece una casa encalada, con macetas en las ventanas. La noche hace tiempo que hizo su aparición.
Bajo una luz sobre la puerta de entrada un hombre apoyado en la pared espera la llegada de sus clientes. Al distinguir los faros del coche se reincorpora para ir a su encuentro.
-      Sentimos la demora pero ya le he indicado de las circunstancias adversas. Dice Carmen a modo de saludo.
-      El tráfico no depende de nosotros. Contesta Jesús. Extendiendo la mano a modo de saludo. Ya que han sufrido las inclemencias de los coches aquí podrán disfrutar del sonido del silencio y de los pájaros. Pasen, por favor.
Les va enseñando la instancia y se detiene a enseñarles el funcionamiento del calentador y el aire acondicionado por si lo necesitan.
-      Tengo que pedirles disculpas pues el televisor esta averiado, espero que mañana ya este reparado.
-      Gracias por tenerle estropeado. Dice Carmen con una sonrisa en la boca.
-      Bueno cualquier cosa que necesiten tienen mi teléfono no duden en llamarme.
-      Muchas gracias, contesta Carmen mientras va a cerrar la puerta.
-      Así que sin televisor y encima te alegras, mañana hay partido de fútbol y me gustaría verlo.
-      Este fin de semana será diferente, haremos cosas que no hacemos habitualmente.
-      Como piragüismo y escalada. Contesta Antonio irónico.
-      No hace falta esos deportes para hacer cosas diferentes.
-      Muy bien, dime tu plan de actuación, para ser un poco participe.
-      Bien te explico, llevamos una vida regida por nuestros trabajos y obligaciones, donde no tenemos tiempo de hablar de sentir otro ritmo.
-      El ritmo de la vida es el que todos estamos envueltos. Contesta Antonio
-      Pero si es verdad que podemos salir de él. Gesticula Carmen.
-      Es posible pero durante unos minutos nada más.
Se han sentado frente a la chimenea que tiene unos troncos preparados para ser encendida, pero esta apagada. La temperatura es muy agradable. A Antonio se le hace raro estar sentado en un tresillo sin tener la televisión encendida. Carmen se había ocupado para que no hubiera televisión el primer día. La mirada de Antonio va continuamente donde debería estar.
La conversación entre el profesor y la empleada de banca, convertida por un día en profesora, sigue hasta que mirada la hora se dan cuenta que no han cenado.
Ambos siguen la conversación mientras preparan las viandas que traían preparadas. Antonio descorcha una botella de vino que le regalaron por Navidades. Carmen pone en la mesa una vela de color verde que va a ser su iluminación mientras cenan.
La cena se llena de propósitos.
-      Al final, Carmen, todo es, lo que te decía, unos minutos.
-      Pero no te das cuenta que si tenemos la hoja de ruta es difícil perderse.
-      Eso, es teoría.
-      Pongámoslo en práctica.
La mañana llego radiante invitando a salir. Carmen había vista que un embalse estaba a un par de kilómetros. Así tomaron un camino que les llevaría a ese paraje. Habían tomado un desayuno consistente e invitaba a bajarlo.

 
  



 RUPTURA

Venancio es un hombre que ronda los sesenta años, rostro surcado y piel con cierta deshidratación. Es el marido de Mariana, deseosa de aprender y con pocas reticencias para hacer cambios.
Venancio de carácter hosco ha dirigido la vida de su matrimonio a su antojo. Sin pensar que una pareja es cuestión de dos. Su educación y conveniencia le han obligado a ser así, como en secreto, ha contado al marido de unos amigos tras tomar unos cubatas.
Un día Mariana descubre que este sin sentir se puede acabar, tras asistir a una charla informativa sobre psicología aplicada a la vida, descubre que puede renunciar a algo que estaba tan establecido como una vieja catedral, su matrimonio.
-      Venancio, hoy he estado en una charla sobre psicología.
-      No tenías otra cosa que hacer, que ir a oír a charlatanes.
-      Si tenía que haber planchado.
-      Entonces, para que pierdes el tiempo. Venancio no despega la vista del periódico que esta leyendo. Esto Termina de crispar a Mariana.
-      Pues he descubierto que me he olvidado mucho de mi.
-      Lo que te has olvidado es de las cosas que tienes que hacer. Responde secamente Venancio.
-      La semana que viene cumpliré cincuenta y ocho años, y no pienso despreciar ni un solo de los días que me quedan de vida.
-      Vaya, ahora quieres recuperar el tiempo perdido. Que graciosa me estás resultando hoy.
-      Contigo me siento sometida, subyugada, anodina. Solloza Mariana.
-      Vaya palabras raras que utilizas.
-      Sabes lo que es impotencia, esa ha sido mi vida contigo.
-      Para el carro que ya te estás pasando, creo que me debes un respeto que no me estás dando.
-      Venancio ¿cuando me has respetado tú a mí?
-      Que tonterías estás diciendo, te he tratado como una reina, pregúntale a quien quieras.
-      Cuando alguna vez te he planteado algo has actuado como una pared de frontón y ya he dicho basta.
-      Pero en que sitio has estado que te han lavado la cabeza.
-      Da igual, es una decisión que he tomado. Quiero que recojas tus cosas y te marches de está casa.
-      Eh, eh, ya si que te has pasado. Mientras eleva la voz por fin deja el periódico sobre la mesa.
-      No voy a callar, lo he realizado durante treinta y ocho años, ya es tiempo de parar, tampoco soporto que me grites.
-      Qué me dices de todo lo que te he dado. Venancio apunta con su dedo acusador.
-      Esta casa me la dio mi madre por ello es mía y tu ya sabes el camino.
Una cara tornada a roja y unas venas del cuello hinchadas dan un carácter tétrico a Venancio.
-      Donde quieres que me vaya si todo lo que tengo está aquí.
-      Estaba aquí. Corrige Mariana. Hay muchas pensiones que pueden recogerte hasta que alquiles un piso. Venancio no te hablo desde el rencor, que por supuesto le tengo, sino que he visto que cada segundo de mi vida es lo  más importante que poseo, por ello me sobra la convivencia contigo. Mariana habla pausada pero con la seguridad que le da su decisión tomada. Yo no quiero que tu cambies, es tu problema, pero si me importa y mucho mi vida.
-      ¿Qué, te has enamorado de un psicólogo? Pregunta rabiando Venancio.
-      Precisamente un hombre no me hace falta en mi vida en estos momentos. Así que guarda tus enfermizos celos. Si quieres te ayudo a hacer la maleta, pero no aguanto más tiempo contigo.
Mariano por fin aparece abatido, acaba de asimilar la situación que le está poniendo Mariana.
-      Reflexiona un poco, estás muy alterada, dice Venancio.
-      Si te das cuenta estoy tranquila, no grito, como haces tú.
-      Como me voy a ir ahora. Enfatiza Venancio.
-      Pues por la puerta, con o sin maleta.
-      Pero, mujer, no me puedes hacer esto a mi. Implora destacando un papel que nunca ha sabido hacer por estar fuera de su forma de ser.
-      Venancio, nunca me has pedido perdón por nada, ni por la cosa más insignificante. Ahora me tengo que apenar de Venancio. Estás equivocado por una vez en mi vida me encuentro fuerte y segura de mi misma.
Venancio no ha movido ni un pie tras haberse levantado. Se encuentra paralizado, la situación ha desbordado a un hombre que siempre ha creído que movía los hilos. Por su parte Mariana sigue segura manejando la situación, un papel que nunca ha tenido por miedo, sumisión o no se sabe qué.
-      Coges la maleta o sales como estás a la calle.
-      Pero mujer vamos a sentarnos y lo hablamos, Venancio intenta conseguir reconducir la situación.
-      Ahora dices de lo hablamos cuando antes esto no ha ocurrido.
-      Ya me estás hartando, no me da la gana de salir de mi casa.
-      Muy bien voy a llamar a la policía, dirigiéndose hacía el teléfono.
-      No te atreverás a meter a esos en mi casa.
-      Dos nuevos errores: primero mira como marco y segundo esta no es tu casa. Venancio estás fuera de sitio a si que te vas por las buenas o por las malas.
-      Te has vuelto loca o que.
-      Alguien hablo de la locura de la razón, así estoy ahora. Venancio te doy cinco minutos o pulso el teléfono de la policía.
Venancio se da cuenta que esta perdido y no quiere tener un enfrentamiento con los agentes pues le afectaría a su trabajo.  Pensamientos se apilan en una cabeza que tarda en procesar las cosas.
Mueve sus pasos hacía la habitación pues su ex mujer no parece cambiar su actitud. Una gran humillación le acaba de caer, y se refleja en una cabeza gacha y unos hombros caídos.
Por fin una sonrisa de triunfo se fija en la cara de Mariana. Mientras sigue con su vista los movimientos de Venancio.
Baja la maleta del alto del armario, pero no sabe como empezar, él nunca se ha ocupado de la ropa.  Mariana le echa una mano, para doblar las camisas y los pantalones.
-      Cuando hayas alquilado un piso podrás regresar por el resto.
Toma los zapatos y comienza a vestirse sin entender nada.


UN DÍA.

Al entrar en casa se encuentra cartas que se han metido por debajo de la puerta. El teléfono sonando, a la vez comienza a vibrar su teléfono móvil.  Su adrenalina comienza a subirle a la cabeza.
Mientras recoge la correspondencia, toma el teléfono fijo. Alguien le llama desde la escalera.
- Un momento por favor.
Observa que numero quiere hablar con su celular. Su bolsa de viaje ha quedado junto a la puerta de entrada, es hacía allí donde se dirige para ver quien le reclama. No hay nadie. El móvil ha dejado de vibrar y como numero solo la palabra teléfono oculto. Termina la conversación y comienza a abrir los sobres multicolores, facturas y más facturas.
Conecta su ordenador a la línea en busca de mensajes, más de lo mismo, correos spam y ofertas de viaje maravillosas.
Se derrota en una butaca para que la adrenalina deje la señal de alarma que se había encendido.
-      ¿Por qué llevamos una vida tan ajetreada? Mira al espejo en busca de respuesta, pero ninguna voz sale del marco, solo el crujido de una silla en el piso de arriba es la única respuesta.
Tiene una necesidad imperiosa de beber agua, es como si se hubiera encendido la calefacción y se hubieran resecado todas las articulaciones.
Toma un vaso y lo llena, con la misma facilidad lo vacía en su boca.
Busca la emisora que suele oír en su casa y cierra los ojos. Son las nueve de la noche. Por un lado le gustaría quedarse a descansar en casa pero también le gustaría salir a tomar algo con sus amigos. Las dos cosas son incompatibles y la pereza hace que se quede dormido. A las doce siente que estaría mejor en su cama y hacía allí encamina sus pasos.
Se desnuda y se mete entre las sabanas, vuelve a coger su sueño y solo la luz de la mañana le hace volver. Se levanta para tomar una ducha y prepara el desayuno, Ha dormido doce horas pero le han parecido pocas.
El teléfono no ha vuelto a sonar, ni el timbre de la puerta.



CONCIENCIA GRUPAL

Miguel ha estado apoyado en la pared durante una hora. Ha sido en la espera de un autobús que parece que nunca llega.
Modifica su postura para subir el peldaño que le alojan en un vientre lleno de otras personas que también les ha tocado esperar. Las conversaciones giran a la rotura del autobús anterior, comentarios de todo tipo que van alimentando un cuerpo que no existía, y, sin embargo ahora tiene forma. Cada vez se va uniendo a la crítica sobre la impuntualidad de la empresa que ofrece el servicio de transporte.
Miguel es de los ausentes, no entra en esa energía, que cada vez es más, calurosa. Esperan la mínima oposición para cargar como si de un caballo desbocado se tratara. Pero solo hay unanimidad, pero tiene que salir la ira frente a alguien y hay un miembro de la empresa que es el conductor. Por ello comienzan las frases provocadoras. El conductor permanece en silencio.
Tanto hinchar el globo, Miguel salta. Y se encara con el último que lanzo la frase injuriante.
-      Pero no se dan cuenta que este hombre no tiene culpa de que el anterior vehículo se haya estropeado.
Ya existe un elemento para dirigir la ira.
-      Usted no sabe que esta situación se repite cada dos por tres.
-      Y ¿qué solucionan gritando a este hombre? Pregunta Miguel.
-      Para que lo diga en su empresa, que estamos hartos. Responde una airada mujer, teñida de rubio platino.
-      Pero a nadie le gusta que le griten y por ello creo que a este señor tampoco le apetece. Él está cumpliendo con su trabajo, bastante tiene con la circulación. Lo mejor es que si tienen algún problema vayan a rellenar los impresos de reclamación, en las oficinas de la empresa. Dice Miguel en un tono normal sin gritar, pero las respuestas son con gritos y como vienen de mucha gente se forma un gallinero difícil de entender nada.
Nuevas quejas se añaden a la de los retrasos y ya la culpa la tiene el gobierno. La bola de nieve comenzó a rodar y ahora tiene un considerable tamaño. Curiosamente se hace un vació físico en torno a Miguel, para manifestar que no es parte del grupo.
La gente va bajándose en las diferentes paradas. El odio de grupo se va disipando y aparecen asientos vacíos que pronto son ocupados.
Las últimas personas descienden en la penúltima parada.
El conductor se fija que queda la persona que rompió las hostilidades.
-      Quiero darle las gracias por su actitud, tengo que decirle que me estaban poniendo nervioso y cuando se va conduciendo no es nada bueno porque se pueden cometer errores.
-      Cuando hablamos a nivel de grupo nos volvemos irracionales, porque, ya nuestra conciencia, es la real: la del grupo. Y en nombre de la generalidad se cometen muchos errores...
La parada llega y la conversación tiene que terminar, se dan un apretón de manos y Miguel le devuelve una amplia sonrisa.
Mientras desciende le dice: “nos veremos”.
Miguel ha reflexionado muchas veces sobre el tema de las conciencias grupales y como los individuos cambian su forma de ser, por una grupal que siempre, en teoría, es más acertada que la individual, que se ve muy pequeña con referencia a la sociedad, por tanto es más difícil estar equivocados un gran numero de personas. Quizás está actitud empiece a alejar a Miguel de la sociedad, pero esto es otra respuesta irracional por convertir en enemigos a quien son compañeros de existencia.













VACACIONES

La familia ha tomado sus vacaciones con las siguientes trabas, que ahora, en estos tiempos, lo son: Han tenido que dejar el coche para reparar para una avería imprevista e importante. Han tomado el autobús de línea, llenos de maletas en concreto cuatro, una para cada miembro de la familia. Con tantas cosas han olvidado el elemento imprescindible de la comunicación actual, el teléfono móvil.  Escasas veces han salido de su casa y desde la llegada de los hijos todavía han sido menos. Así que hoy se sale con dos inseguridades: coche y móvil.
Tras descubrir el segundo olvido la pareja se empieza a poner nerviosos.
La llegada a la estación de autobuses de destino, llega llena de cansancio y de intentar serenar a unos niños que lo que quieren es jugar y no permanecer en un asiento viendo el paisaje a través del cristal. Han sido nueve horas llenas de incertidumbre pues es un lugar en que ninguno han estado, han contratado el viaje en una agencia que ayer cerraron por vacaciones. Las explicaciones que han recibido han sido bastante escasas. Por ello llega a una cierta incertidumbre.
- Como preguntando se llega a Roma no hay problema. Esto ocurre cuando se sabe a quien se pregunta, cosa que no ocurre en la llegada. Solo saben que su destino, esta a dos kilómetros de la estación y que la urbanización se llama: “Villa Rosa”.
Las caras de extrañeza de los cuestionados es palpable, los padres comienzan a ponerse mas nerviosos, los viajes al cuarto de baño se multiplican.
      Bueno pues se coge un taxi y ya está, el padre cree haber encontrado la solución.  El primer taxi que consiguen ver libre les abre las puertas y el maletero para meter las maletas.
      ¿Dónde vamos?
      A la urbanización “Villa Rosa”
      No he oído en mi vida esa urbanización, contesta el taxista. No será “Mar Rosa”.
      No los datos que tenemos es urbanización “Villa Rosa” a dos kilómetros de la estación de autobuses. Al llegar allí preguntar por el edificio IV y en recepción nos darán el apartamento.
      Pues llevo quince años en el oficio y creo que conozco un poco la zona, pero voy a preguntar en el bar por si alguien lo conoce.
Deja a la familia en el coche y se dirige al establecimiento. Tras pasar unos cinco minutos sale con la cara arrugada, la misma que puso cuando le preguntaron por la dirección.
-      Nadie lo conoce, ¿tiene algún teléfono de contacto o algo más?
Minuciosamente le detallan su periplo y ve el apuro que van pasando, si los adultos tienen miedo los niños son presa de pavor. Delante quince días y una posible estafa.
-      No se preocupen vamos a la urbanización que les digo y buscamos el edificio IV, el problema es que está a veinte kilómetros.
-      Está bien vayamos allí.
Pone en marcha el cuentakilómetros y conecta el aire acondicionado. Los niños piden por comer. Una madre que comienza a balbucear les dice:
-      En veinte minutos estamos allí.
Dan por buena la promesa. Los veinte minutos se hacen una hora por las curvas de la carretera y el tráfico estival. El cansancio se acumula.
Un cartel indica la urbanización buscada pero por ningún lado aparece el nombre de Edificio IV. Preguntan pero allí son casas de dos o tres pisos.
El conductor al observar el apuro que tienen les ofrece quedarse en un piso que tiene un familiar cerca de la playa.
-      ¿Cuánto nos costara?
-      Hago una llamada a ver si lo tiene vació y le pregunto. Se separa del grupo y llama por su teléfono.
-      Voy a buscar un bar para comprar algo de comer para los niños, dice la  madre...
-      Bien, bien tomate tu también algo.
-      ¿te traigo algo?
-      A mi se me han quitado las ganas de comer.
Los niños comienzan a preguntar en busca de preguntas que no van a ser respondidas y encima con el tono del nerviosismo de su madre.
-      Sino nos cobran mucho estamos cinco días y volvemos a casa, ¿te parece? Pregunta un padre nervioso.
-      Parece como si todo se hubiese puesto para que nuestras vacaciones se fueran a pique.
El taxista vuelve con un no se preocupen que su alojamiento está asegurado.
- ¿Podemos verlo? Pregunta el cabeza de familia.
- Si van a limpiarlo un poco y poner las sabanas y toallas.
- ¿Queda cerca de la playa?
- A solo cinco minutos.
El sol inicia su caída y hay poco donde elegir.
-      Bien han ido a por algo de comida para los niños.
-      Cerca ha un restaurante de unos familiares míos, que les pueden ofrecer una buena comida casera.
De pronto empieza a notar que están en manos de este hombre que les facilita todo, pero que nunca habla de dinero. Ya una vez en el coche camino a la ciudad.
-      ¿Por cuánto nos va a salir todo esto?
-      No se preocupe que les va a salir por nada.
La mirada de los padres refleja la incertidumbre que tienen.
-      Nosotros habíamos traído la estancia con la comida.
Los niños comienzan a ponerse más nerviosos, se juntan más a sus padres que responden de una manera más irracional, lo cual hace que la atmósfera sea más irrespirable. Al estar en ese estado notan que les sobran los hijos por ello al comportamiento de ellos de acercamiento, en busca de seguridad, responde irracionalmente con un empujón y un “ay deja de pegarte a mí”. Los niños lo interpretan como un rechazo y por ello responden llorando lo cual agrava más las cosas.
El miedo deja paso al pavor y a la irracionalidad.











EL ENCUENTRO DE MIGUEL

La sombra de Miguel es alargada. Las primeras luces del día le han invitado a salir a dar un paseo por el campo, entre encinas y pinos, como no podía ser en un paisaje castellano.
Como últimamente, se ha levantado lleno de dudas sobre las cosas que hace, sobre su trabajo y su relación con Amaya.  Está en un periodo que nada le satisface por eso ha elegido ir a la casa de un amigo en un pueblo poco habitado, solo, en búsqueda de la solución a sus problemas. Mirando el despertar de los pájaros, el roció en las plantas y algún que otro animalillo intenta descubrir respuesta a sus dudas. Pero quien ha salido con tapones en los oídos, gafas oscuras, botas y un abrigo muy gordo, difícilmente recibirá respuestas, por haber elegido aislamiento. Así ha salido Miguel, en sentido figurado.
Más adelante sentado en una roca, junto al camino, un anciano está sentado apoyado sobre su bastón con su vista hacía donde el sol ha iniciado su salida.
Al pasar frente a él, masculla un buen día.
-      Buenos días tenga usted, contesta el anciano.
-      Realmente hace una mañana muy agradable, haber sino se tuerce por la tarde. Dice Miguel.
-      Mirando como vuelan las aves se puede decir que todo el día será bueno.
-      Observando la naturaleza no hace falta metereologos.
-      La naturaleza es una enciclopedia, solamente hay que saber leerla.
-      Ya pero ¿como se entiende?
-      Con la observación y la experiencia. Responde el anciano.
-      El problema es que nos falta tiempo para todo. Dice Miguel.
-      Entonces rompamos las ataduras del tiempo.
-      Pero eso no puede ser. En el campo también hay tiempo para sembrar y recoger.
-      Si es verdad pero no empleamos todo el día en sembrar o recoger, se hace durante una parte del día. Si necesitamos de todo el día es que estamos sembrando o recogiendo más de lo que necesitamos por tanto eso nos va a traer otros problemas.
-      Pero todo nos lleva a hacer más y más.
-      Entonces no nos quejemos, es lo que hemos elegido.
Miguel se queda reflexionando y le empieza a gustar empezar a hablar con este hombre.
-      Me llamo Miguel, he venido a pasar un par de días aquí.
-      Yo me llamo Luis y vivo en aquella casa junto a la gran encina.
-      ¿Salé a pasear temprano? Pregunta Miguel
-      Siempre que puedo me gusta recibir al sol levantado, doy un pequeño paseo y luego me suelo sentar en esta roca para descansar un poco. Los años hacen que los huesos necesiten descanso más a menudo.
-      ¿Vive solo?
-      Si señor, de momento me puedo valer por mi mismo.
-      ¿Qué edad tiene usted?
-      Los últimos que cumplí fueron ochenta y nueve.
-      Que suerte poder estar como usted.
-      ¿Cuantos años tiene usted?
-      Treinta y nueve, pero de pensamientos a veces creo tener noventa y nueve.
-      Eso tiene fácil solución.
-      Pues ya me dirá Luis, cual es el secreto.
-      No hay secreto. Cuando una tubería tiene mucha presión habrá que liberarla para que no explote. No es verdad.
-      En el caso de una tubería es fácil pero en nuestra cabeza, ¿Cómo se hace eso?
-      Muy sencillo nos dirigimos hacía un riachuelo o río, nos sentamos frente a él y dejamos que los pensamientos que nos atormentan se vayan con el agua. Una vez vacíos de esa negatividad regresamos como hombres más ligeros de equipaje.
-      Fíjese Luis, necesito un arroyo, urgentemente.
-      Junto a los chopos pasa una buena cantidad de agua, es un buen sitio para soltar.
-      Gracias Luis.

LA TEORIA DE LOS PLANOS

Se encuentran dos amigos en una cafetería, como suelen hacer cada cierto tiempo.
-      Me siento agredido Miguel, comenta Luis detrás de la mesa de mármol blanco.
-      ¿por quién? Es la pregunta de Miguel.
-      Siento que últimamente hay muchas personas que se meten conmigo y eso me hace sentirme mal.
-      ¿por qué, te afectan esas críticas?
-      En realidad esas personas me dan igual, pero como son de diferentes aspectos y lugares, entonces si me afectan, por poder ser un problema mío.
-      En realidad lo que manifiestas es que tu aspecto de auto percepción, no es muy buena.
-      ¿Porque dices esto? Pregunta enseguida Luis.
-      Por como reaccionas a las diferentes fases de la vida.
-      ¿Tú que harías? Miguel.
-      Todo depende de la importancia que demos a las cosas. Mira Miguel si yo cojo este vaso que tengo frente a mí. Lo doy vueltas en mis manos, choco mis nudillos sobre su superficie, lo llevo a mi nariz, termino su contenido en mi boca. Para mí en este momento este vaso es lo más importante del mundo. Lo que ocurre en Eritrea, en Corea o en mi familia, ahora no tiene ninguna importancia. Lo más importante es este vaso, paso los dedos por las estrías de la base, en fin estoy con este vaso. Entiendes Luis.
-      Claro que lo entiendo pero no se donde quieres llegar con ese ejemplo, Miguel.
-      Pues que de nosotros depende la importancia que demos de las diferentes cosas de la vida, una de ellas son las relaciones humanas. Si cualquier comentario, agresión o cualquier pensamiento lo ponemos delante de nosotros será lo más importante. Entiendes Luis.
-      Si pero viene el problema: ¿Cómo hacerlo? Pregunta  Luis, que toma el vaso de cristal en sus manos.
-      Como ves, el vaso lo puedes colocar en diferentes posiciones. Tú, eres el actor, la persona que lo coloca en uno u otro sitio. Por ello depende lo que hagas con el pensamiento, la acción o el objeto, lo que hará la importancia que tiene.
Luis mueve la cabeza afirmativamente pero sus manos siguen un movimiento circular de búsqueda
-      Suena fácil, pero ya sabes como somos…
-      Por ello te he dicho siempre que las cosas son tan fáciles o difíciles como queramos que sean. Si aprendemos la teoría de los planos nos será importante para minimizar tantas cosas que damos mucha importancia y si se ponen en un plano secundario o terciario pierden la fuerza que en un principio nos había parecido, que si se coloca en un plano principal. Ahora como sientes tus agresiones. Miguel afirma con voz segura mientras sus ojos se mantienen fijos en los de su interlocutor
-      Ahora, no les doy la importancia que tenían.
-      Luego lo has logrado.
-      Si la verdad que llevas razón en la importancia que des a las cosas es lo que producen en nosotros.
-      Me alegro que lo hayas entendido.
-      Siempre que nos vemos te planteo dudas y siempre tienes algún argumento para que lo vea de otra manera, realmente eres mi terapeuta.
-      Ya sabes, que no tengo títulos, todo lo voy aprendiendo con la relación de las diferentes personas que aparecen en mi vida. Contesta Miguel.
El camarero se acerca para retirar las consumiciones de la mesa de al lado y a la vez los de su mesa. Toma su bayeta para pasar por encima de la superficie de las mesas.
-      Ahora que se ha llevado los vasos ha desaparecido el problema, bromea  un Luis que manifiesta una amplia sonrisa.
-      Es verdad, reafirma Miguel. Muchas gracias.




 DUDAS

Margarita apareció tras una oleada de gente que salía precipitada de la boca del subterráneo, frente a la salida se encontraba Miguel, esperando su llegada.
Un par de besos sella el encuentro de los dos amigos. Margarita comienza a hablar atropelladamente, tiene muchas cosas que contar a su amigo.
-      Tenía muchas ganas de verte y mil preguntas.
-      Tranquila, tenemos toda la tarde, en cuanto a las preguntas me suena a examen y yo no me he aprendido todo el guión. Contesta, sonriendo Miguel.
-      Ya pero siempre que te he consultado algo que me inquietaba, has sabido darme la respuesta que necesitaba.
-      Habrá sido casualidad.
-      Me da igual lo que haya sido el caso es que me ha valido, reafirma Margarita.
-      Si me pones en un plan muy alto y en algún momento descubres que no lo estoy en ese nivel, quedaras muy defraudada.
-      Yo nunca te pongo en un plano superior sino como mi amigo Miguel que me ayuda cuando estoy aprendiendo a conducir.
-      Mira ese plano me gusta más.
-      ¿Cuál? Pregunta Margarita.
-      El de amigo, maestro es el que ha llegado a un plano superior y yo no lo estoy. Contesta Miguel.
-      Te parece que nos sentemos en aquel parque en el banco que está a la sombra. Señalando con el brazo Margarita.
-      Donde mejor que con la compañía y el trino de esos mirlos, me parece perfecto.
Comienzan a andar hacía el lugar indicado, que aun no había empezado a recibir las visitas de las abuelos que juegan en las proximidades: a la petanca o se arremolinan en las dos mesas donde juegan cartas. Es temprano, pero ya se agradece la sombra de los pinos.
-      Una vez te hable del dolor que provoca que algunas personas te producen. ¿Te acuerdas? Pregunta Margarita.
-      Una vez me contaron una historia muy bonita que me gustaría contártela, referente a lo que estuvimos hablando hace tiempo: dice que cuando pensamos mal de alguien, es como si claváramos un clavo grande en una puerta de madera. Si esto lo hacemos a lo largo de una semana, observamos el resultado, luego aplicamos la resolución que es el perdón, entonces vamos quitando uno a uno los clavos. Entonces vemos el destrozo que hemos ocasionado a la puerta, es considerable. Esto nos dice que los pensamientos tienen una acción energética, comparable a este ejemplo que nos dan. Por ello es conveniente cuidar nuestros pensamientos, para luego no tenernos que lamentar el estado de la puerta.
-      Si Miguel eso lo entiendo pero cuando es al revés.
-      Margarita, nosotros no podemos controlar, ni debemos, lo que otros piensan, por ello no somos responsables de las acciones de los demás, ya tenemos bastante con las propias.
-      Pero a mi, me hace daño.
-      No lo dudo, es entonces cuando tienes que aplicar la teoría de los planos. Miguel le explica en que consiste.
-      Miguel a veces estoy más sensible y las cosas me afectan más, otras soy capaz de abstraerme. Se sincera Margarita.
-      Si cada vez que nuestro comportamiento dependiera del estado del tiempo, seria un caos. Esto no ocurre así, por ello el que las cosas sucedan de una manera u otra depende de nosotros.
-      Pero cuando hay pensamientos repetitivos que nos aparecen una y otra vez, como deshacernos de ellos.
-      A esos pensamientos les hemos dado una importancia suprema y es lógico que aparezcan. Pero como un líquido muy concentrado si lo diluimos en agua perderá su concentración y su fuerza. Tenemos que coger ese pensamiento y dirigirnos con él a la orilla de un río, a ese pensamiento le ponemos el nombre de un objeto, entonces introducimos ese objeto dentro del agua y vemos como la fuerza de la corriente se lo lleva. No habremos quitado el problema pero si la intensidad que tenía sobre nosotros, ha dejado de ser principal a secundario, terciario o cualquier otro plano. Mientras, Miguel ha ido haciendo el movimiento del rió, con sus manos.
-      Cuando estoy contigo, descubro las cosas de otra manera. Se sincera, Margarita.
-      No soy yo, sino tu capacidad de comprender las cosas.
-      Pero porqué a veces soy tan cerrada.
-      Margarita no es un problema tuyo sino de todos nosotros, que actuamos de una manera similar.
-      Es como, has oído hablar de los rincones secretos donde se acude en búsqueda de uno mismo o de respuestas a cuestiones que se plantean. Ahí hay una disposición nuestra para que fluya la solución. Contesta Miguel.
-      Si eso si lo he oído que lo hacen algunas personas, yo si te soy sincera creo que no tengo ese rincón secreto.
-      Busca en tus recuerdos y verás como hay algún sitio donde has ido más de tres veces, tu sola.
-      Quizás, en la adolescencia, si me pasaba.
-      Ahora, Margarita, lo has cambiado por el dialogo con otra u otras personas.
-      Si, puede ser. Estoy recordando. Margarita busca en sus recuerdos.
-      Es igual, no te preocupes por encontrarlo, cualquier cosa que ocurra o te suceda puedes manejarla a tu gusto, por ello, nada te hará que te encuentres mal. Cuando estamos bien, podemos ayudar a cualquier persona que lo necesite. Miguel muestra sus manos hacía arriba mientras sus ojos brillan de una forma diferente.
-      Cuando crees que controlas algo,  te sientes muy fuerte, segura de ti mismo.
-      Por eso, Margarita tienes que ensayar tanto, hasta que lo sientas como una cualidad tuya. ¿Entiendes?
-      Claro que si, voy a llevarlo a la practica.
-      Adelante. Contesta Miguel.






 RELACIONES HUMANAS.

Luis comenta:
- Dicen que las relaciones humanas son difíciles
- En realidad lo que las hace difíciles son las imposiciones que todos queremos introducir en ellas.  Queremos introducir valores y metas que son propias, para llegar a encontrarnos bien, pues eso quiere decir que estamos acertados en nuestra relación, lo cual, como consecuencia nos hace estar bien. Si no logramos introducir algo nuestro en la relación, nos sentimos extraños, por tanto, no estamos bien y nos llega ha hacer afirmar que con la otra persona no conseguimos estar bien, estar en sintonía. Responde Miguel al pensamiento en voz alta de Luis.
- Si nos fijamos en las parejas, ya surgen problemas, como no van a surgir entre personas que tienen poco o nada entre ellas.
- En realidad lo que ocurre es el tener una necesidad: de sumar o de imponer. Me explicare, si en una relación, del tipo que sea yo voy con las manos vacías es posible que recoja algo, si voy con el objetivo de imponer, lo que recogeré son arañazos y erosiones. Miguel muestra sus manos, para dar sentido a su ejemplo.
- No entiendo bien que quieres decirme. Interrumpe Miguel.
- Si yo ante una relación voy con la voluntad de sumar, voy a encontrar algo que seguro que me será útil. Si por el contrario voy con la voluntad de imponer mis criterios, mis gustos, mis… voy a encontrar mil y una cosas que me separaran de la relación, del tipo que sea, me da igual.
- ¿Pero tu crees que todo el mundo lleva o una o otra disposición?
- Inconscientemente si, por ello seguimos en la línea que hemos elegido para no encontrarnos mal.
- Claro Luis, pero controlamos ese inconsciente.
- Muy fácil, con la disposición que llevemos. Imagina ir a un club de amigos para tu ocio. Tú llevas unas ideas preconcebidas de lo que puedes encontrar y lo que quieres encontrar, al llegar depende la disposición de las personas que haya al llegar lo que nos hará que nos pongamos a la defensiva o por el contrario atacaremos porque lo hay no nos place. Si voy con la voluntad de encontrar amigos para compartir el ocio, hay muchas posibilidades que todo lo que encuentre me será bueno, a eso llamo “sumar”. Por el contrario si voy lleno de recelos, miedos por lo que me pueda encontrar, me molestara hasta la forma en que me han abierto la puerta, esta la llamo “imponer”.
Te he puesto, prosigue Miguel, un ejemplo pero lo podemos extrapolar a cualquier otro tipo de relación, por eso te digo que el problema no esta en la relación sino en nuestra disposición.
-      Te entiendo, Luis, pero me sigue pareciendo difícil controlar el inconsciente.
-      El inconsciente no se puede controlar porque funciona de una manera innata ante cualquier situación, pero si yo voy a caminar por un camino empedrado durante unos cuantos kilómetros, no voy a elegir unos zapatos de tacón, sino un calzado más cómodo, lo mismo nos dice que si sabemos por donde vamos, el inconsciente tendrá menos lugar para actuar.
-      Te entiendo, Luis, quieres decir que si sabemos la hoja de ruta hay menos lugar a la improvisación.
-      Lo has explicado mejor que yo. Contesta un Luis que muestra una amplia sonrisa. Lo que encontremos es lo que nuestra cabeza, o nuestros pensamientos, han colocado, un reflejo de nuestro interior.
-      Cuando te escucho lo entiendo de una manera natural, pero al encontrarme a solas me parece que es como si hubiera visto una película, no consigo colocar los personajes y la acción. Dice Miguel.
-      Como siempre te he dicho es cuestión de entrenamiento, contra más veces entrenes, será más fácil hacer el ejercicio como nosotros queremos, no improvisando ni lo que salga.
-      Luis voy a entrenar.
-      Adelante Miguel.






REPRESENTACIÓN

Junto a la parada de autobús, hay un corrillo de gente con ropas de colores con gran bullicio. La gente que esta pasando junto a ellos se detiene para conocer el motivo de esta actividad. La curiosidad es un arma de poder y por ello a la menor ocasión se practica.
Unos jóvenes han decidido disfrazarse y comenzar una obra de teatro, con la calle como local y con el público alrededor de ellos, cantan canciones jocosas que transmiten con sus ruidosas palabras y con el ritmo que provocan dos personas con sendos platillos.
Es sábado por la tarde y parece que la prisa no tiene lugar entre los espectadores, parece que pueden interrumpir el paseo a ninguna parte y ver la acción que se desarrolla.
Hay preguntas a las personas que contemplan la escena, para involucrarles.
Los platillos siguen marcando un ritmo que se interrumpe en múltiples ocasiones.
Los cercanos árboles sirven para ocultarse y servir de telón para que la atención se fije en el grupo principal, que va cambiando cada cierto tiempo, lo cual da mucha actividad pero en la que es fácil perderse.
Las ropas de la vestimenta son de colores muy vivos que dan un colorido mayor a las escenas.
Como se van incorporando nuevos espectadores la obra se ensancha con nuevos diálogos o algunos refrescados que dan mayor recuerdo a las personas que observan desde el principio.
Padres que han sacado a pasear a sus hijos se unen al corro que va ensanchándose.
Hay una especie de narrador que con camisa y pantalones morados va marcando los tiempos de las acciones y el dialogo con los espectadores, cosa que consigue con su micrófono inalámbrico y el continuo choque de platillos.
Dos altavoces escondidos tras dos telas, pintadas en forma de rocas, posibilitan que los monólogos o diálogos sean perfectamente escuchados por los paseantes.
Las continuas idas y venidas de los actores contrastan con el narrador, el único que no sale de la zona central.
Algunos coches se detienen para interesarse por el tumulto lo que ocasiona la lentitud del tráfico en la zona.
La obra tiene mucho de improvisación y tras media hora de trepidante acción, los actores dan por terminada la misma, ruegan la colaboración económica de los presentes.  Como si el encanto de la obra se hubiera esfumado los presentes quieren volver a su monótono paseo o camino del lugar de destino predeterminado. Los siete actores solicitan unas monedas con sus gorras y es entonces cuando surgen nuevas acciones con los remisos a colaborar. Uno de ellos esgrime la factura de los trajes comprados para ayudarse en su solicitud de dinero. Otro lo hace con la factura de la comida, donde figuran los siete menús. Otro enseña su cartilla del paro.
El corro desaparece en diez minutos.
Los actores se sientan en un banco, los que caben y el resto lo hace en el suelo, cuentan las monedas y las recoge el locutor comenzando el conteo.
Los altavoces son llevados a dos coches aparcados en la cercanía. Es el destino, montan lo más rápido posible y ahora hay que ir a otro punto de la ciudad para representar la obra. Lo harán en cuatro lugares que previamente han seleccionado. Cuatro públicos diferentes pero parecidos resultados en todos los lugares.
Al final se contara el monto total de la recaudación y tras descontarse los gastos que han tenido dividen entre siete la recaudación.
El tiempo ha acompañado y la generosidad de los paseantes ha sido bastante buena, lo cual hace que el balance haya sido positivo.
No han tenido que dibujar una sonrisa en su cara pues ha salido espontánea en todos ellos.
Hay que localizar nuevos sitios de representación para el próximo sábado.





SEPARACIÓN

Mari Carmen se presenta con ropa informal, despreocupada a la charla que Luis va a dar. Hace muchas preguntas durante la presentación y luego espera para poder preguntarle a solas.
-      Buenas tardes me llamo Mari Carmen podría consultarte algo.
-      Adelante, dice Luis.
Se toca el pelo, despeinada y con brillo mate. Comienza a describir a su marido y en el periodo de separación en que se encuentran.
-      Por lo que me estas diciendo tu matrimonio no funciona.
-      Pues, no, mi marido se baja a jugar la partida con sus amigos y no salimos con nadie, siempre dice que no le apetece, no quiere hacer nada.
-      Te repito que tu matrimonio no funciona. Repite Luis.
-      Que quieres decirme que he estado con una venda, todos estos años. Reflexiona, en voz alta Mari Carmen.
-      No es que yo te lo diga, es que tú, te lo estás diciendo.
-      Si pero esto me hace sentir mal.
-      Claro buscamos la justificación de cualquier cosa, sino nos encontraríamos mal. Imagina que sientes que has perdido un buen número de años junto a alguien que tenias pocas cosas en común, salvo esos tres hijos que tenéis y que ahora los quiere utilizar como arma arrojadiza. Contesta Luis mirando a esos ojos que quieren escapar una y otra vez de su mirada.
-      Cuando decidimos separarnos, sentimos que estábamos en un callejón sin salida, vimos la posibilidad de la separación.
-      Mari Carmen, creo que habéis tomado la decisión, pero no sois conscientes, que durante mucho tiempo no erais pareja, sino un matrimonio que sigue. Pero sin comprender que no erais lo que en principio os unió.
-      Parece mentira pero es verdad que no he sido consciente de no funcionar como pareja. No se si me entiendes, Luis.
-      Perfectamente, según vas hablando eres conoces una realidad que tratabas de ocultar. Nadie, ni siquiera tú debías conocer este secreto.
-      Pero sigo sin entender porque lo hacía.
-      Te contare un ejemplo, si tu tienes una herida pequeña, pones una tirita o un aposito con lo cual evitaras que se vuelva a abrir o te produzca dolor. Así, hacemos nosotros, con las situaciones que nos han herido. Lo ocultamos y pensamos que seguimos igual, pero la realidad es que debajo tenemos una herida más o menos abierta. Comenta Luis.
-      Si el ejemplo lo veo claro pero, la pregunta es si ocurre lo mismo con nuestros pensamientos.
-      Igualmente Mari Carmen, si estás continuamente pensando en alguna situación pasada es como si tocaras la herida, con lo cual la cicatrización se hará más difícil e incluso se puede infectar. Por ello es importante lo que pensemos.  Porque esa situación puede llevarnos a desembocar en una ulcera, en lugar de una restitución de los tejidos de nuestra mente, igual que una herida de nuestra piel.
-      Pero, ahora, mi marido opone a los hijos contra mí.
-      Ese es el principio, prepárate a recibir basura, Mari Carmen.
-      Si pero es muy fácil decir que no actúes, pero que hago entonces Luis.
-      Si tú sacas basura que tienes acumulada en tu inconsciente más la que estás recibiendo no crees que va oler mucho más.
-      Pero me esta agrediendo oponiendo a mis hijas contra mi.
-      ¿Cuando es la última vez que te pusiste arreglada? Pregunta Luis.
Mari Carmen baja la vista y observa su ropa informal, por fin contesta:
-      Hace mucho tiempo.
-      Por ello ya tienes una buena razón para hacerlo, sino quieres basura usa limpieza tanto mental como física. Tu pelo esta de desaliñado, cuídate, para que al verte reflejada en el espejo te empieces a sentir maravillosa. Si yo me encuentro limpio no voy a aceptar la basura. Es una manera de pensar que puedes utilizar.
-      Ahora me empiezo a sentir mal por venir de esta manera.
-      Has actuado como te encontrabas, ahora es el momento del cambio, al fin y al cabo una separación es un cambio. Sino quieres el camino de la basura no entres en él.
-      Gracias Luis me has ayudado mucho.
-      Adelante Mari Carmen lo vas a lograr.


CARMEN Y SU GABINETE

Frente a la mesa una mujer gruesa, nariz indefinida y dos rosetones en sus mejillas. Ropa floreada pero de color azul oscuro.
En la puerta de entrada un cartel que pone: “Gabinete de cartomanancia”,  la siempre consulta: “al que ocurrirá”, como siempre, una interpelación al miedo del que puede ocurrir, en ese cercano futuro.
Dicen que estamos en época de crisis, pero en que época no ha habido crisis. Ahora la palabra se multiplica en todos los medios: escritos, hablados o visualizados, la palabra llena nuestros oídos y somos cajas de resonancia para otros.
Carmen está al frente de este gabinete, lo ha abierto hace ocho meses, esta situado en un edificio comercial que precisamente la palabra ha realizado múltiples cierres de establecimientos, y ahora, se abren como despachos para diferentes actividades.
Carmen arriesgo sus pocos ahorros en convertir la antigua tienda de ropa de niños en dos salas, una de sala de espera y otra en gabinete en forma de ele, aprovechando el amplio ventanal que se disminuye, para dar una forma de intimidad, por medio de cortinas azules con dibujos de estrellas, sol y luna, para hacerlo más etéreo. Unas estanterías de madera sirven para acoger diferentes tipos de cajas de velas con diferentes colores, tres barajas de tarot y diferentes figuras con diferente significado, en la mesa camilla, a juego con las cortinas, una  bola de cristal en el lado de la derecha. Tres sillas de madera de enea y un cojín florido terminan con un par de estantes. Sobre la otra pared se colocan más figuras y tres libros de tarot, perdidas sus formas originales por las veces que ha sido abierto de una manera excesiva a la tradicional. En la antesala cuatro sillas plegables y una mesa baja donde se amontonan revistas llamadas del corazón. Unas macetas con plantas que reciben la luz a través de los cristales que están en la parte de arriba. Una cadena de música para intentar aislar las conversaciones de dentro con los que esperan, pues las paredes son simples tableros de madera que no aíslan acústicamente.
El presupuesto de Carmen se termino antes de empezar y tuvo que pedir prestado a su hermana, fue difícil convencerla, pero al final la sangre pudo más que la razón.
Siempre tuvo sus diferencias en torno a la profesión que eligió, su madre también se escondió de su camino, pero en el fondo reconocen una especie de poder en la hermana e hija.
El padre había fallecido un par de años antes y no se entero del destino de la vidente.
Carmen utiliza mucho el teléfono móvil y por ello carece de fijo. Muchas dudas quieren ser resueltas con un una llamada pero, ella, ha aprendido a desviarlas a su consulta, es aquí, donde sufre una transformación que pasa de ser una mujer vulgar, a persona de consulta, con cierto poder. Sus ropajes le dan ese aspecto vulgar, de esa persona que duda al cambio. Sus opiniones son respetadas y llevadas a pies juntillas. Las personas que acuden a ella le dan un poder que sabe utilizar, con más o menos éxito, pero con la capacidad de unir lo que le relatan, con la intuición que le pueden dar las cartas o su descubrimiento del lenguaje corporal de los que acuden a ella.
Muchas veces es fácil adivinar lo que uno quiere oír, unido con vaguedades que siempre se pueden utilizar de manera provechosa ante cualquier situación, para justificar un error de predicción.
Carmen recibe consultas que giran en torno del amor, dinero y trabajo. Aunque la salud también llega, sobre todo a las personas de más edad. A veces su trabajo puede ser rutinario, pero son los interlocutores, los que cambian los matices.
A veces coloca un pañuelo en su cabeza para evocar a las míticas brujas, pero le queda bastante estrambótico, lo que hace que se lo ponga, en pocas ocasiones. Sus aciertos la llevan a tener un aluvión de consultas, que la quitan su hora de comida, o su mirada a través del ventanal en búsqueda de la vida exterior, los últimos días del mes  hacen más difícil gastar lo poco que se tiene. A primeros de mes todo cambia y se olvidan los apuros y se busca la consulta del que va a venir. Como siempre la inseguridad y los miedos que atenazan a las personas.
Carmen aprendió de ello y por ello busco: “sino puedes con tu enemigo únete a él”  se metió en la oscuridad de la videncia, con la intención de superarla y sacar provecho de ello.
La puerta de la oscuridad la abrió y curiosamente empezó a ocurrirle cosas extrañas.
Carmen tuvo que aprender la empatía con toda persona que le viene a consultar, para que ese continuo examen, que cada persona le somete, le sea favorable.
Personas airadas por no haber encontrado esa empatía hay muchas, no a todo el mundo se puede caer bien, pero si es importante que sea a la mayoría de las personas con las que se sientan bien con la consultante.
Carmen ha aprendido deprisa en fijar los ojos en la persona que tiene enfrente para entender ese dialogo no-verbal  que nos dice más que cualquier palabra, pues está se puede manipular.
Carmen se ha sentido de ser una secundona a una persona que le vienen a consultar personas de muchas escalas sociales, ella es la protagonista donde recibe un poder que le da cada persona que le viene a consultar. Lo cual da un giro a su personalidad muy grande, tanto como los kilos que ha cogido, desde hace tres años. Como protección a solo ella lo conoce. Curiosamente ha tenido un alejamiento de su marido, que nunca ha aprobado el camino tomado por Carmen. Su trabajo en la empresa municipal de autobuses le da la seguridad de su vida, muy  consolidada y perfectamente estratificada, por ello la distancia aumenta día a día.
Carmen ya inicio los pasos de otra vida fuera de la del matrimonio. Cada vez pasa más tiempo en su gabinete, donde ha instalado una provisional cocina para comer allí, con ello ha conseguido tener menos tiempo para ella, pero lo siente como una liberación. Hasta compro un sofá cama, ya  utilizado en un par de discusiones con su marido.







 ESTANQUE

Junto al estanque colocaron en el parque, esa desagradecida acumulación de agua, del que surge un chorro de agua, con finalidad de oxigenarla, pero que se ha convertido en lugar de encuentro de todo aquello que puede flotar y por supuesto, de lo que no flota, pero como no se ve, es menos agradecido a la vista que la vista alcanza.
La culpa se echa al ayuntamiento por no limpiarlo, pero algo que no se ensucia no necesita ser limpiado. La fuente, el otro día, se lleno de espuma, el espectáculo era dantesco, lo que da limpieza en las casas, se convierte en contaminación en el estanque.
Curiosamente, la basura llama a la basura, es decir que como una cosa está sucia un poco más, no molesta.
Todo tiene su historia y la de este parque ha sido un solar que se ha mantenido alejado de las constructoras al figurar como zona verde.
Nadie había comenzado a construirle como tal, hasta que un grupo de vecinos quisieron plantar árboles. Les fueron donados quinientos, de los mismos pero se plantaron de forma anacrónica sin obedecer a ningún criterio. Cada grupo de vecinos con unas azadas cavaron el hoyo para instalar al árbol, donde les pareció. 
Afortunadamente había bocas de riego que fueron utilizadas para regar durante los tres primeros meses. Tras reuniones y colectas populares se compraron bancos y algunos juegos para niños como toboganes. Es entonces cuando la noticia salto a los periódicos y cuando el ayuntamiento tomo cartas en el asunto. Planeo un proyecto de parque con estanque incluida, esto hacía que la mayoría de los árboles perdería su ubicación.
Comenzaron a entrar las escavadoras y a modificar el solar. Se traía material que por la noche se destruía. Esto origino que se vallara el solar y se pusiera vigilancia. Con lo cual hizo que el nuevo parque empezara a ser rechazado y una expresión de ese rechazo se manifiesta contra la zona que más superficie ocupa: el estanque. Desgraciadamente los jardineros se desesperan de recoger basura.



 MUJER DELGADA

Elisa es una mujer excesivamente delgada, su excesivo coqueteo con el mundo de las drogas, la llevo a un deterioro físico y mental, claramente manifiesto en la vida que lleva. Primero fue el abandono del trabajo, era incapaz de concentrarse en lo que hacía, un exceso de nerviosismo, la llevo a solicitar la baja en el mismo. Segundo fue la ruptura con su pareja, que le puso la maleta en la calle y cambio la cerradura de la puerta de entrada.
La familia mira hacía otro lado con los continuos desplantes y sus ganas de independencia.
La calle la acogió como lugar de residencia y la mendicidad como forma de trabajo.
El hambre desapareció en su forma de necesidad física, lo que hace que su deterioro sea mayor, las monedas que le entrega la gente son empleadas para comprar cualquier cosa que pueda ayudarla en superar su síndrome de abstinencia.
Con la ayuda de unos cartones y unos plásticos ha confeccionado su casa, donde pasa la mayoría del tiempo, debido a su profunda debilidad. Su olor corporal va en aumento, pierde la necesidad de beber y la postración es su postura habitual. Vecinos cercanos a su emplazamiento temen por su vida, pues nunca la ven comer.
Los pómulos y unas negras ojeras hacen que los pequeños ojos, que en su tiempo fueran vivarachos, dan un aspecto cadavérico.
Quien ha tratado de hablar con ella le ha resultado difícil, su voz baja, de razonamiento inconexo, la han aislado aun más.
El otoño ha llegado y con el los primeros fríos. El cuerpo de Elisa no los ha podido afrontar, una manta la envuelve como una mortaja. Hasta pasados unos días, nadie se ha dado cuenta que el cementerio se había trasladado hacía el paraíso de cartones y plásticos.
Elisa cerró sus ojos para no abrirlos más.





 RUMOR

Joan se levanto temprano, como cualquier día, conecto la emisora de radio que da información nacional e internacional, las noticias como siempre, eran de lo más triste, donde se muestra lo más depravado del ser humano: Las miserias.
Joan se dio cuenta que esto era el día a día, las noticias negativas. Entonces comenzó a idear un plan para cambiar esta dinámica.
Las noticias corren a una gran velocidad y no entienden de fronteras, ni de lenguas. No tiene a nadie que puede secundarle en su plan, siempre es una ventaja y una desventaja.
Tras pensar en como, llega a la conclusión que hay que difundir un rumor.
¿Cómo?  A través de Internet, llamadas a radios y cartas a periódicos, hablar con quien se ponga a tiro y contarle el mensaje.
¿Cuál?  Dentro de un mes se producirá un cambio a nivel mundial, donde dejaremos de entender el mundo tal como lo entendemos actualmente, por supuesto el cambio será a mejor.
¿Cuándo? La fecha será el veintiuno de diciembre de este año, es decir dentro de cuarenta y cinco días.
¿Quién? Baso sus predicciones en torno a civilizaciones antiguas, ya desaparecidas.
Inicio su proyecto y aprovecho cualquier medio de difusión para divulgar la noticia, incluso puso fotocopias en tablones de anuncios. Todo su ocio lo ocupo en su proyecto: “como puede influir un rumor en la conciencia de la gente”.
Los rumores tienen gran importancia y si se repiten en varios sitios, se convierten en una verdad incuestionable. Él lo ha dicho en tal sitio y en tal otro y además en, son facetas importantes de lo que consideramos verdades.
Como es un rumor curioso y de alguna manera, inquietante. Empieza a calar en la sociedad. El uso de Internet lo hace saltar fronteras y se inician las búsquedas en los diferentes buscadores al respecto.
A falta de veinte días la noticia salta a los periódicos con entrevistas a diferentes personalidades para que hablen del tema.
La parte más difícil ya se había realizado ahora solo la dinámica lo impulsara en su crecimiento. La espera hacía el día fijado se llega a hacer curiosa por el comportamiento de muchas personas que han creído a pies juntos la noticia.
Joan se siente satisfecho del rumor del que es autor, pero que nunca será reconocido como autor, esto le deja un mal sabor de boca por no poder ser reconocido como creador de la misma noticia...
Por fin llega el día 20 de diciembre, tras su jornada laboral va a comprobar en los diferentes periódicos si hay algún comentario más, conecta la radio y la televisión. Se siente nervioso y espera la llegada de las doce de la noche.
Ha cenado tranquilamente y aguarda la llegada del nuevo día, como si fuera la del tradicional treinta y uno de diciembre de cada año. Sabe que un buen número de personas este esperando el que ocurrirá.
Faltan cinco minutos y nota movimientos involuntarios en pies y brazos.
Las señales horarias de la radio indican la llegada del nuevo día…
Es increíble como él, comienza a sentir lo mismo que muchas personas que se interesaron por la noticia, ha creído su rumor y lo espera como una noticia de cambio, lo que le llena de intranquilidad.
Se asoma a la ventana, pero es un día más ¿o no?
Joan se ha llenado de un sarpullido que le comienza a hacer una comezón inaguantable. El blanco de sus ojos toma un color amarillento. Su boca comienza a tener un sabor amargo.
¿Qué me está pasando? Pregunta Joan frente al espejo, mientras la radio sigue emitiendo su programa normal.
Un fuerte sonido, como de una gran explosión enmudece los pocos sonidos exteriores.








LA BICICLETA LEVITADORA.

Javier es un gran estudioso de la mecánica, su sueño consiste en hacer una bicicleta que se mueva con el mínimo de energía producida por el movimiento de los pedales, aprovechando la gravitación terrestre, no como un perjuicio sino como una ayuda.
Estudiando la ley de los contrarios, encontró que si se opone una resistencia igual a la ley de la gravedad se conseguiría un efecto de levitación en torno a los cinco centímetros del suelo lo cual evita que exista fricción con el suelo, la energía suficiente para que pueda iniciarse, se consigue dando a los pedales, de esta manera activa la fuerza contraria a la de la gravedad.
Javier llevo en secreto todo este modelo hasta que no estuviera patentado. Muchas personas se podrían beneficiar de un vehículo sin residuos y saludable.
Paso muchas horas estudiando como podía llevar a cabo la ley de los contrarios y poder utilizarla en su vehículo. Por otro lado era consciente que de su evolución podía cambiar el curso de la historia pues los coches, camiones y autobuses podrían hacerlo de la misma manera. Pero él no era tan pretencioso. Había tenido una ilusión en una noche que no hallaba el sueño y de esa idea fue madurando un proyecto.
Sabía que la industria petrolera se le echaría encima comprándole su patente para que durmiera en el limbo de los proyectos no realizables, a pesar de todo el quería disponer de un modelo y utilizarlo para su propio disfrute, evidentemente habrá diferencia  con una bicicleta convencional, pues tendrá que llevar unas planchas para poder llevar el magnetismo que le permita suspenderse sobre el suelo. Vio que los trenes que utilizan un sistema de imanes para suspender el ferrocarril ya lo habían conseguido, la diferencia es que se mueven por un campo electromagnético y aquí, se utiliza el campo magnético terrestre.
Javier estaba entusiasmado sin llegar a comprender el verdadero papel de su proyecto.
Con sus ahorros alquilo un pequeño local para realizar su sueño. Los materiales eran otro obstáculo, pero Internet le ayudo para conseguirlos. La imaginación y la improvisación le ayudaban a resolver todas las trabas que aparecían.
De su idea primera de un bicicleta, fue cambiando hasta parecerse más una moto por la envergadura de las placas necesarias para conseguir la levitación, el sillín se modifico por uno más cómodo. También había que pensar en el peso que se podría transportar, no es lo mismo una persona de sesenta kilos con otra de cien kilos más lo que se puede transportar.
Javier fijo el peso total en ciento cincuenta kilogramos.  Calculo la energía necesaria para conseguir el deslizamiento sobre el suelo, obtenida a partir de la producción del girar de los pedales y tras mucho imaginar como lo podría hacer, hallo la solución.
Una vez ideado el prototipo se informo de cómo registrarlo.
Nada más registrarlo comenzaron a lloverle ofertas. Con esto contaba. Pero el sabía que quería quedarse con su prototipo pues el proyecto se compraría, no para producirlo, sino para que durmiera en una estantería, le daba rabia que toda su ilusión se quedara por un puñado de billetes o un numero en una cuenta corriente. Sintió que debía esperar a que una empresa lo llevara a la practica, aunque recibiera muchos ceros menos. Su idea de ayudar al planeta en aportar unos vehículos que no necesitaran de la combustión sino de las propias fuerzas de la naturaleza, le apasionaba, cada vez era mayor el compromiso de esta idea, le haría falta la ayuda de otras personas que le ayudaran a aligerar el vehículo, estilizarle pero la idea inicial era la importante y esa había surgido de su cabeza, esto le hacía sentirse orgulloso y que no se podía romper este sueño por la idea de unos números en su cuenta corriente.
Javier sentía con más intensidad las bocanadas de aire, el color de las cosas que le rodeaban.
Javier se sintió libre







 MIRADA

Se encontraba dando un paseo por el campo cuando vio un pequeño conejo que apenas avanzaba.  Al llegar frente a él, tomo la postura de agazaparse y cerrar los ojos. A Juan le vino a la cabeza, la misma sensación de impotencia que tenía muchas veces, ante circunstancias que le desbordaban. Le observo durante algunos segundos más y comprendió que no debía ser una fuente de estrés ante aquel gazapo pardo.
Las cotorras hacían sus gritos que hacían llamar la atención a quien por allí pasara.
Al ser temprano, los ardores solares no se manifestaban pero si las gotas del frescor nocturno sobre las cañas secas de algunas herbáceas que dan un olor tan característico a los campos de castilla.
Juan abandonó el camino para poder deleitarse de este aroma matinal. Algunos cuervos levantaban el vuelo, mientras las confiadas urracas siguen en su búsqueda de alimento.
Descubrió los ojos de una persona, que descansaba apoyado en un árbol, y que desde que había dado la curva se fijo en el caminante. Al pasar junto a él, saludo:
-      Buenos días
Pero no hubo respuesta, los ojos seguían fijos en Juan. Se sintió profundamente despreciado, pero siguió su camino, no había dado veinte pasos cuando volvió su cabeza, los ojos del extraño seguían fijos en él. Visiblemente azarado quería dar respuesta a algo que no la tenía. Por la hora que era, tenía que tornar a su casa, pero no quería pasar donde estaba semejante sujeto, así que tocaba dar un rodeo por la colina que se encontraba a la izquierda. Según subía su cabeza continuaba dando vueltas sobre aquel que no solo saluda sino que además fija la vista sobre él, lo cual intimida más, al sobrepasar la frontera de las distancias de protección de cada uno.
Juan ya no se fija en los árboles o en los animalillos que por allí merodean. Su cabeza tiene nueva tarea.
-      ¿Por qué voy a cambiar mi camino? Abandona la subida para volver sobre sus pasos. A unos trescientos metros divisa al extraño. Eleva su cabeza hacía quien le ha despreciado. Los ojos vuelven a centrarse en la imagen de Juan. Al llegar junto a él pregunta:
-      ¿quiere usted algo? Nuevamente los ojos se quedan mirándose mutuamente pero no hay respuesta.
-      Que hago hablando con una roca. Habla subiendo su tono, Juan.
Nadie baja los ojos pero Juan tiene que seguir su camino, al abandonar el cruce de miradas se siente perdedor pero no por ello sigue retando oralmente al hombre sentado.
-      Será subnormal, el pobre. Ha aprovechado para insultar y no terminar del todo con una derrota. Continúa su camino pero vuelve a mirar a su adversario, lógicamente, en su cabeza. El hombre sigue mirando fijamente. Juan vuelve hacerlo un par de veces más, mientras maldice de la presencia del mirón.
El calor comienza a apretar, igual que en la cabeza de Juan, del que no termina la imagen del hombre sentado de irse, sino, todo lo contrario, como fuente de odio. El problema es claro alguien que no había saludado y fijado su vista llegando a las esferas que Juan considera, su intimidad.
Una vez llegado a las calles de la ciudad, sigue sin observar lo que le rodea, incluso se ha saltado un semáforo en rojo que le ha hecho correr para no ser atropellado.
Quizás una simple mirada ha supuesto una agresión en toda regla. Juan ha interpretado de esa manera, el encuentro con el extraño.
Quizás es una salida a la presión que ha generado una sociedad enferma, pues genera situaciones donde una mirada es un ataque.
Como Juan otras personas funcionan con el mismo patrón de comportamiento, algo no funciona.










EL REPORTAJE SOBRE LA GUERRA CIVIL

Hace unas horas Antonio vio un reportaje sobre la guerra civil española, se puso a reflexionar sobre aquellos combatientes con rostros serios, de incógnito, sobre que les puede ocurrir dentro de unos minutos.
Curiosamente quien se pusiera delante de ellos era un enemigo al que había que eliminar. Sin pensar en la decisión de la vida y la muerte que poseen todas las personas, todo el mundo que tiene cada una de las personas que aparece delante suyo, por tanto rival al que se debe matar, con la justificación que sino lo hará él.
Por mucha justificación que tenga una guerra, ¿Cuál es el derecho de disponer de la vida de otras personas? Antonio, seguía reflexionando sobre el tema, pero no encontraba justificación, salvo la general de los suyos, de defensa de no se sabe que grado tan importante.
Antonio se siente mal, al pensar que el valor o causa, colectivo. Está por encima de los valores personales, como es el del respeto a la vida. Curioso como se puede cambiar tanto como estar en una estación de metro y producirse un incendio y ver el comportamiento colectivo, donde había personas tranquilas se transforman en otros seres, donde el objetivo es salir de la estación sea como sea.
Antonio sigue sin comprender como un arma de fuego puede llegar a ser usada por una causa general, sin importar quien está enfrente.
La cara de Antonio se vuelve pesimista y sus facciones son más rígidas.
Quizás preguntara a otros amigos para saber su opinión sobre un tema como este y así saber cuanto de opinión general tiene él mismo, o ser un ser más raro, quizás asocial.
Antonio, ahora anda más despacio, imaginándose el frente de batalla y las personas que vienen de frente son sus enemigos, ¿Como actuaría ante ellos? o ¿ellos con él?
La pregunta está sin respuesta.




RESIDENCIA

¿Como hablar de un asunto, sin lograr herir a la persona con quién se va a ver?
Está cuestión estaba en la cabeza de Vicente cuando iba camino a la casa de su madre, en realidad ya son dos días los que lleva dando vueltas al mismo. El sueño ha sido poco conciliable, pues la importancia que para él tiene, es tan grande que ocupa toda su vida.
Su madre ronda los ochenta años y es de esas personas que no rectifican, lo que ella piensa, es una verdad, sin más arco de color.
Vicente ha heredado alguna de sus características maternas pero también algo de la flexibilidad de un padre muerto hace cinco años.  Sabe que la edad endurece las posturas y nos vuelve más inflexibles, por creer que la experiencia es un grado supremo en la vida.
Vicente sabe que algunas veces esto es verdad, pero también limitante para otros aspectos.
Hoy tiene que decir a su madre que tiene que ir a una residencia, sabe la respuesta colérica, que va a recibir, pero ya no puede seguir viviendo sola.
Vicente tiene dos hermanas pero viven en otros países, lo que ha hecho su ocupación sobre su madre, lo que le ha llevado reprimendas y solemnes enfados. La gota que colmo el vaso fue el incendio que hubo en la cocina, por dejarse una sartén al fuego y olvidarse de ella hasta que las llamas alertaron a los vecinos.
Como cualquier persona, autoritaria, no admite sus errores y la culpa siempre es de los demás. Pero ya Vicente tiene que tomar una decisión, con el siguiente sentimiento de culpa, pues conoce que no se adaptara a normas que prescriban otros y será como enterrarla en vida, al menos ese es el sentimiento que él tiene.
Según se va acercando a la casa de su madre va temblando, su mano ha cogido un cierto tic. ¿Cómo enfrentarse a su madre?
La llave difícilmente se introduce en la cerradura.



LA PRISA

-      Miguel si sigues yendo tan deprisa, te meterás en una cadena de la que difícilmente podrás salir.
-      Ya, Luis, pero sin darte cuenta estas ahí metido. La pregunta es como salir de ella.
-      Yo te propongo que vayas a cualquier jardín y observes una flor, te acercas poco a poco a ella y observas todos sus detalles, olor, color y hasta sabor, en algunas especies. Obsérvala detenidamente, sabiendo la grandeza que ha puesto la naturaleza en ella, tomate tú tiempo y luego, si quieres, sigue corriendo. Esta pausa en tu loca carrera te hará observar que no eres único, que la vida esta llena de cosas maravillosas, pero sin embargo no tenemos tiempo, para poder observarlas. Que triste las limitaciones que nos ponemos con la excusa, de que siempre existe algo, más importante. Esto justifica, todas nuestras acciones.
-      La verdad es que si hacemos eso, tenemos la impresión de que estamos despreciando el tiempo. Cumbre de nuestra vida, comenta Miguel. 
-      Ya lo se, pero nosotros y solo nosotros podemos romper ese circulo que nos aprisiona y marca nuestra vida. Afirma Luis.
-      Como siempre dices, hay que probarlo.   Hoy a media tarde voy a hacer tu experimento y te contare que ocurre.
-      No te creas nada, llevado a la práctica y si te vale, genial, puedes recomendárselo a otras personas, porque lo importante es compartir todo aquello que nos hace crecer.
-      Gracias Luis, siempre me ayudas con tus consejos.
-      Gracias a ti por ayudarme a comprender esta vida en la que estamos inmersos. Una amplia sonrisa aparece en la cara de Luis, mientras comparte sus pensamientos con Miguel. Muchas veces las pequeñas cosas, los pequeños consejos, llegan más que las grandes enciclopedias, llenas de información o como las grandes conferencias.





REFLEXIONES

-      Siempre es significativo que las personas optemos por las opciones fáciles, las que no nos crean complicaciones. Comenta Luis.
-      Es cosa de ser cómodos. Responde Miguel.
-      Pero la comodidad no es sinónimo de bienestar, el no hacer lo interpretamos como relajación. Si reflexionamos nos damos cuenta que esa no-acción nos da muchos problemas posteriores, como consecuencia tendremos que utilizar más energía que a su vez nos generara más cansancio
-      Nuestra cultura está basada en la comodidad.
-      Pero no tenemos que aceptarla a cualquier precio. Aquí entramos en la sociedad consumista, que nos dice que con dinero podemos hacer cualquier cosa, incluida la felicidad, como si fuera un bien adquirible con dinero. Responde Luis moviendo las manos.
-      Lo que me he dado cuenta de que las cosas duran cada vez menos.
-      Mira Miguel, los valores van cambiando como la ciencia misma. Lo que hoy es una verdad indiscutible mañana deja de serlo. La física quántica ha demostrado que lo que durante siglos hemos pensado que lo más importante es lo material, por lo que se han regido, muchas civilizaciones deja su paso a algo que no se puede tocar, estoy hablando de la energía, del pensamiento. Nuestros palacios se convierten en algo que son electrones en movimiento dejamos la materia pura y dura, por algo más fluctuante, no te resulta curioso.
-      La verdad es que cuanto menos da que pensar. Es como si todo nuestro pensamiento se tambaleara y no tuviera unas bases sólidas.  Esto conlleva un vació en nuestras mentes.
-      Efectivamente ese es precisamente lo que le ocurre a muchas personas que se han perdido con la cultura del no tener y por tanto una frustración. Como consecuencia de ello se ha buscado la compensación, con drogas, alcohol, trabajo, sexo etc. Que les lleva a un hundimiento físico y psicológico cada vez mayor. Los jóvenes cada vez, ven menos salidas y las que hay no les convencen, la población más adulta sufre los desencantos de una vida que se presenta maravillosa pero que a ellos no les llega. Empantanados en pagar hipotecas o bienes de consumo que solo satisfacen, un tiempo muy pequeño, como  a un niño, un juguete nuevo.
-      Curioso Luis, pero estoy viendo los valores de nuestras sociedades y me doy cuenta del laberinto del mismo. Precisamente se junta con la gran crisis mundial realizada por el capitalismo.
-      Efectivamente los cimientos se tambalean y es momento de realizar cambios.
-      Pero tú crees que esos cambios, cimentados en siglos de consistencia, pueden producirse.
-      No solo lo creo sino que estamos viendo los inicios del mismo, queramos o no el cambio se va a producir y esto se producirá en todos los niveles de todas las sociedades.
-      Eso me suena como tantos agoreros que hemos oído del fin del mundo.
-      Miguel acabas de reflexionar que es verdad que hay muchas cosas que dejan de ser como estábamos viendo.
-      Si Luis, pero me resisto a creer ese cambio que comentas.
-      He analizado las conductas de las personas en la sociedad, los pilares que sostienen a nuestras civilizaciones y de acuerdo a pensamientos de otras personas he conseguido ver la vida de otra manera. No es pesimista pero si abogada a un cambio.
Miguel baja su cabeza y sujeta su cabeza con sus brazos apoyados en la mesa.
-      Siempre ante cualquier cambio tenemos nuestras dudas, que a su vez nos genera miedo, como consecuencia tenemos por resultado estrés, nuestra cabeza comienza a saturarse y actuamos como cuando colocamos una olla a presión al fuego.
-      Si Luis pero tienes que reconocer que si sabemos la fecha de nuestra vida esto genera miedo.
-      Hace mucho leí, “vive cada día como si fuera el último de tu vida”, si hiciéramos caso a ese dicho viviríamos la vida más plenamente. Sin embargo nos dejamos ir. Y solo tememos el que sea verdad. Porque vivimos morimos es una ley natural, que no queremos aceptar. Como si nos fuera mal asumirla.
-      Llevas razón, a veces cuando vemos esta maravillosa tierra nos sentimos muy pequeños y ese sentimiento, quizás, nos haga comportarnos de esa manera.
-      Pero si sentimos que somos parte de ese engranaje que es el cosmos, la cosa cambia. Me recuerda el cuento sobre cual es el órgano más importante del cuerpo humano. Imposible determinar la supremacía de uno sobre otro, porque sin la ayuda del órgano, aunque sea el más pequeño, sería imposible la perfecta armonía, que representa nuestro cuerpo. A algunas personas, se les extirpa una parte de su cuerpo y la vida sigue, por un proceso de adaptación, pero la armonía se pierde. Nosotros formamos parte del cosmos y somos una parte importante aunque seamos como un grano de arena en la inmensidad del desierto.
-      El problema es cuando nos sentimos grano de arena.
-      Quizás el ejemplo no sea el mejor, pero ahora piensa en un reloj antiguo cada pieza esta interrelacionada con el resto de piezas si una esta deteriorada, el conjunto no funciona.
-      Si creo que este ejemplo es mejor.
-      Todos y cada uno de nosotros somos importantes para la configuración general.
-      Pero si falta alguno, no pasa nada.
-      Evidentemente no, pero pregúntale al pastor que ha perdido una oveja. Buscara por encontrarla y no se encontrara bien hasta que de con ella.
Están sentados en una mesa de un parque, con una temperatura agradable, uno frente a otro, donde pueden observar las posiciones corporales y el énfasis que muestran, en sus palabras.
Junto a ellos unos niños juegan con la arena, ayudados de palas y cubos, mientras sus padres están sentados en otro banco, hablando de problemas de trabajo.
Un cachorro de perro juguetea con la correa que le tiene sujeto.
La tarde esta terminando y el sol en el horizonte toma su tono nara